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Representaciones del Sexo Podemos decir -desde un inicio- que el sexo, como el género, son producciones discursivas que rigen nuestras relaciones


Enviado por   •  6 de Mayo de 2017  •  Ensayo  •  625 Palabras (3 Páginas)  •  147 Visitas

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Podemos decir -desde un inicio- que el sexo, como el género, son producciones discursivas que rigen, en mayor medida, nuestras relaciones interpersonales y en conglomerado. Las representaciones, que están a merced de los individuos en la sociedad, están contenidas en la dicotomía masculino-femenino. Desde que se comienza un estudio acerca de estas producciones (el sexo y el género) es factible declarar que éstas están producidas a través de descripciones socialmente producidas, con las que nos identificamos -tarde o temprano- y no categorías universales o esencialistas, como se habla en el texto. Encima de todo esto, se ha buscado hacer un derrocamiento sociológico, cultural y feminista, del canon determinista de lo biológico, contraponiendo éstos cortes con otro concepto llamado género. El sexo representa la biología del cuerpo, y el género determina las prácticas culturales que configuran la construcción social de los individuos, según Chris Barker

En respuesta esencialista a la pregunta: “¿Qué es una mujer?”, se dice que el título mujer une a los individuos con la capacidad de dar a luz, además con ideas como los vínculos a la tierra natural, a los valores igualitarios y a la bondad. Su origen radica en esta maternidad. Es importante destacar que esta idea de la mujer está basada en cuestiones totalmente naturales, inherentes desde su inicial composición biológica. Entonces, surgen ideas que tratan de reconfigurar esta idea. Claro está que éstas vienen acompañadas de nuestra era contemporánea, donde la reivindicación del individuo es el meollo. Alcoff puede darnos un punto medular de estas ideas: “Considero que la insistencia en la existencia de un carácter femenino “especial y benigno” es equivocada, porque no existen pruebas de la existencia de estas diferencias innatas, que, encima, corre el peligro de opresión sexista de la sociedad, alegando que no es una mujer verdadera[1]

Es importante considerar que existen autores como Foucault que consideran que la sexualidad es considerada el locus del poder principal para la producción de subjetividades en las sociedades occidentales, “pues la subjetividad limita con la sexualidad en la medida en que los sujetos se constituyen mediante la producción de sexo y del control del cuerpo”[2]

Ahora se habla de la subjetividad que existe dentro del discurso sexo-género: esta parafernalia social es considerada plástica, por el hecho de ser polimorfa y estar constituida por medio de las variaciones sociales, culturales e históricas; y -cómo no- la televisión funge un importante papel en la construcción de esta realidad, regulando a estos géneros. La televisión, en conjunto de la cultura subexpuesta, establecen parámetros, donde su exceso o violación es castigada por el rechazo o la marginación del individuo. Barker nos dice: “El sexo es una posición simbólica asumida bajo la amenaza de un castigo. […] La identificación puede entenderse como una especie de afiliación y expresión de un lazo emocional con un objeto de la fantasía o un ideal normativo” [3] Entonces es eso: fantasía, proyección e idealización. Estas acciones están en constante movimiento a través de ideas o representaciones alma máter o netas, no a través de cuerpos “reales”. Un punto importante en la dicotomía reguladora M-F es el perfomance como medular de esta diferenciación; y a partir de esto surge la deconstrucción de muchos individuos y grupos, que transgreden este orden “perfomativo” para crear una opinión antiesencialista: la capacidad de decir que eliminar la exclusividad cultural y reivindicar la elección libre de las prácticas de rol.

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