Reseña Robert Linhart
Enviado por Ani131 • 26 de Octubre de 2014 • 3.417 Palabras (14 Páginas) • 261 Visitas
INTRODUCCION
Robert Linhart, sociólogo francés, nació en 1943, fue alumno de la tradicional L’Ecole Normale Supérieure francesa, doctorándose en 1963. Formó parte de la "Unión de Jovenes Estudiantes", próxima al PCF, de la que fue expulsado en 1966, fundando más tarde la "Unión de jóvenes comunistas marxista-leninistas".
Imbuido de los sucesos del Mayo Francés, en los que participa activamente, y en el marco del movimiento de proletarización, iniciado en 1967 por universitarios y militantes intelectuales, Linhart, decide ingresar como “establecido” a la fábrica de automóviles Citroën de la Porte de Choisy en París, con el objetivo de organizar a la clase obrera, entendiendo que “el establecimiento” tenía un sentido político y que no se trataba de una experiencia de reforma individual, tal como opinaban otros intelectuales.
Pero como la mayoría de las cosas que se construye en la mesa de los intelectuales, lo que parecía sencillísimo, llegar a la fábrica y comenzar a organizar la clase obrera, se transforma en un lento proceso en el que va descubriendo sensaciones y vivencias propias y ajenas y a la vez redefiniendo conceptos. La “clase obrera” se le presenta como algo tangible, en la que cada uno es un caso y tiene una historia y un futuro con el que sueñan.
Linhart, que soñaba con ser un ardiente agitador, se ve atrapado en la rutina, en interminables jornadas de trabajo que lo agotan y en las que el tiempo se convierte en un bien escaso. Los fines de semana se encuentran en los cafés, pero al ver a sus compañeros tratando de reconstruirse durante esos días no se atreve a romper el precario equilibrio de sus vidas.
Un hecho fortuito define su participación activa dentro de la fábrica, organizando una huelga que si bien tiene éxito al comienzo, fracasa por la intervención de los directivos de la Citroën amenazando e intimidando a los obreros huelguistas pero pasa a ser un hito en la historia de las luchas obreras.
De esta manera, Robert Linhart, comienza su experiencia como obrero especializado en la fábrica automotriz Citroën, que será relatada en su libro “De cadenas y de hombres”, (L’Établi es el título en francés), publicado en 1978 por la editorial Minuit. De carácter etnográfico, en este ensayo que consta de 7 capítulos, el autor relata cómo es el trabajo en una empresa automotriz, en Francia, a fines de los 60 y como se dan las relaciones asimétricas de poder dentro de la fábrica entre los empleados de mayor jerarquía que imponen un sistema disciplinario y los obreros en su mayoría inmigrantes pobres. Esta obra también permite ver cómo se organiza el trabajo y las relaciones entre la patronal, los sindicatos y los trabajadores.
RESUMEN EXPOSITIVO
En el primer capítulo, “El primer día. Moloud”, Linhart cuenta que a principios de septiembre de 1968 la Citroën devoraba mano de obra. Cuando Robert llega a la fábrica su aspecto cansado, desgastado por los acontecimientos del “mayo francés”, no desentonaba con el resto de los aspirantes, en su mayoría inmigrantes con baja calificación.
Linhart venía con una imagen de lo que era la cadena pero encuentra que esta no se parece en nada a lo que él se imaginaba. El ritmo de la cadena es lento, continuo, monótono, acompañada de ruidos, golpes, chispas, gestos rutinarios y no las “cadencias infernales” de la que hablaban los panfletos, los movimientos encadenados lo sorprenden por la sensación de inmovilidad que dan. Los límites entre los obreros son invisibles, cada uno realiza un trabajo distinto y es la cadena la que marca el ritmo, cuando esta va más rápida que el obrero, este se “hunde” y cuando por el contrario el obrero es rápido “remonta” la cadena, adelantando unos pocos minutos que al cabo de unas horas le permitirán un descanso.
La repetición de gestos idénticos, la tarea que nunca acaba, su propia imposibilidad de realizar un trabajo que parece sencillo en manos de un inmigrante sin demasiadas calificaciones hace que entrevea “una guerra de desgaste de la muerte contra la vida y de la vida contra la muerte”. Descubre la solidaridad de los inmigrantes que nada poseen para enseñarle pacientemente el oficio, pero su torpeza hará que pase de un sector a otro, conservando la calificación de obrero especializado por su origen francés mientras que los inmigrantes, muy hábiles para los trabajos manuales, tienen una categoría inferior. Es en esta instancia en la que Robert se entera de los criterios de clasificación racistas que utilizan en la empresa automotriz que lo ocupa.
Según Coriat, las ventajas de la cadena de producción benefician sólo al capital, perjudicando siempre al trabajador. Este sistema se basa en la economía de mano de obra, la regulación autoritaria de la cadena de trabajo y la estandarización de la producción, pero también del trabajo, buscando así, un trabajador que se adapte al trabajo prescripto, o que renuncie en el intento (Coriat, 1979).
El primer día de trabajo, deja a Linhart extenuado, no solo esta dolorido, sino que también tiene una sensación de angustia inexplicable. Probablemente la tensión, las diez horas parado repitiendo un movimiento, su propia ineptitud, la presión de los superiores, la falta de luz natural, el clima saturado de ruidos y olores influye en su estado físico y mental y lo hacen pensar en como hacen los obreros, los que no tienen “títulos”, para resistir a ese mundo que más se parece a una cárcel que a un lugar de trabajo.
Siguiendo el enfoque tradicional que propone Neffa, predominante en este periodo, podemos decir que los trabajadores son vistos meramente como una fuerza física de trabajo, sin visualizar la dimensión subjetiva de los trabajadores ni su fatiga mental (Neffa, 1995).
En el segundo capitulo, “las luces de la cadena”, el autor relata los continuos cambios de tareas. Robert fracasa reiteradamente en sus tareas manuales, y es en esa instancia en que conoce a Georges, el yugoslavo, y sus compañeros, grupo espontáneo de ayuda de los que se “hunden”, un verdadero equipo que realiza múltiples tareas. Se sume entonces en la angustia de pensar en el despido, aunque ese no sea su única alternativa laboral.
Robert observa a su alrededor el gesto repetido en cada uno de los obreros, la mujer apodada “la loca” con un ritmo frenético, el senegalés que no para de atornillar piezas, el mismo que sigue clavando ganchos con el pulgar, en medio del frenesí del trabajo repetido piensa donde van a parar todos los 2CV que fabrican y recuerda la historia de las mujeres de Hong Kong, ciegas a los 15 años, que montaban los aparatos de transistores. Los objetos que fabrican los devoran, la economía en
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