Oscarizado Robert Bolt
Enviado por adanhn • 3 de Septiembre de 2011 • Trabajo • 2.070 Palabras (9 Páginas) • 743 Visitas
La Misión es mucho más que un guión del oscarizado Robert Bolt llevado al cine. Su misma concepción, la puesta en escena, sus extravíos y el incómodo final resumen una de las más perfectas lecciones de historia llevadas al cine. El realizador Roland Joffé la engendró con la angustia de un parto enfermizo, y el compositor Ennio Morricone dispuso para ella de una partitura-testamento.
Un conflicto histórico, en el que se ven envueltos un grupo de jesuitas españoles, un mercenario y traficante de esclavos, el pueblo nativo guaraní, un emisario del Vaticano y un cónsul portugués en pleno siglo XVIII, no hace sino reproducir el drama eterno en que la humanidad, la política y la religión determinan, no sin cierto cinismo, quién gana y quién pierde en el juego de la vida y de la muerte.
Ocurrió en la misión de San Carlos (Brasil), en tiempos del Tratado de Madrid (1750). Pero mientras Joffé y su equipo rodaban su epopeya histórica en escenarios naturales, alejados del mundanal ruido, el presidente Reagan desafiaba un mandato de la Corte Penal Internacional que condenaba a Estados Unidos por financiar con 20.000 millones de dólares a la Contra nicaragüense en ayuda militar… “Uso ilegal de la fuerza”, fue el término empleado en la sanción de la CPI. Cuando el Congreso estadounidense tuvo que sopesar la rentabilidad de esas operaciones encubiertas, el presidente aclaró que los ataques militares iban destinados a objetivos suaves (soft targets) que desmoralizaran a la población: clínicas, escuelas e iglesias. Una estrategia similar se reproducía años después en El Salvador, y en ella perdió precisamente a vida un grupo de jesuitas españoles.
En La Misión, cuando el nuncio vaticano, cardenal Altamirano, pide cuentas al cónsul portugués sobre la masacre de San Carlos (en la penúltima escena de la película), le reprende de este modo: “¿Tiene la desfachatez de decirme que esa operación era necesaria?”. A lo que el cónsul responde: “La operación se ejecutó con el visto bueno de la Santa Sede, y en verdad sí fue necesaria… No había alternativa, Eminencia. Nosotros representamos al mundo civilizado, y el mundo civilizado es así…”
Altamirano, en un primerísimo primer plano, reflexiona en voz alta: “No señor cónsul, el mundo no es así. Nosotros lo hemos hecho así. Yo lo he hecho así…”
En la última secuencia, un niño superviviente bucea al fondo del río para recuperar la espada de Mendoza. El tema "Guaraní" se desnuda de orquestaciones y queda resuelto a coro infantil y acompañamiento étnico, como un hacha de guerra desenterrada.
En 1987, de las siete nominaciones con que La Misión concurría a los premios de la Academia (incluida la BSO de Morricone), se quedó sólo con el Oscar a la mejor fotografía (Chris Menges). El Oscar a la mejor película fue para Platoon, de Oliver Stone. Herbie Hancock, con su partitura para Alrededor de la medianoche, le arrebató el de mejor BSO a Morricone.
Anatomía musical
La BSO consta de cuatro temas que son ejes de toda la progresión musical del disco ("Falls", "Penance", "Gabriel’s Oboe" y "Guaraní"). "Falls", el tema de las cataratas, refleja la profundidad de campo en que transcurre la acción; es la banda sonora de una naturaleza inquebrantable, poseedora de un poder sin estridencias y que todo lo envuelve, como la misma selva, como un vapor. Morricone, que es muy dado a revisar temas anteriores en sus temas nuevos, autotributa en este fragmento su música para El desierto de los tártaros.
"Penance" es el tema de la constricción, de la culpa con que Mendoza (Robert de Niro) carga en su particular descenso (aunque en realidad sea una ascensión) a los infiernos. En este caso, la música autotributada corresponde a Novecento. Convertido en misionero, Mendoza es reconocido por uno de los indígenas a los que persiguió y éste le interroga: “¿Por qué apareces vestido de misionero?” El ex traficante le responde: “Mi nuevo hábito protege a gente como tu de individuos como yo”…
"Gabriel’s Oboe", tenida por tema principal de La Misión, tiene una falsa apariencia barroca. Morricone decide aparcar la belleza lírica de un Adagio de Marcello y recurrir al folklore mestizo de los temas religiosos con los que los misioneros desembarcaron en Iberoamérica y que los sincopados sonidos indígenas acabaron por reconquistar. La aportación de Hinnigan y Taylor (Incantation) se hace notar, aunque no tanto como en "Guaraní".
Rebosante de sonoridades étnicas, "Guaraní" marca el compás rítmico de la BSO a modo de estrofa e imprime velocidad en secuencias de acción, como la persecución del río o las emboscadas selváticas. En otra escena, un hermano jesuita subraya cómo el padre Gabriel se sirve de la música para someter a los indígenas. “Si en vez de un oboe tuviera una orquesta, hubiera podido someter a todo el continente”, responde el interfecto.
Toda la banda sonora se alimenta de estos cuatro temas, a excepción de "Brothers" (tema intimista al estilo de Cinema Paradiso) y "Carlotta" (mujer, traición, celos evocados por una guitarra española con acordes de conspiración).
La musicalidad de esta película arranca con timidez en la secuencia inicial: un grupo de indígenas ata un misionero a una cruz y lo lanza al río para acabar despeñado en las cataratas, al tiempo que el cardenal Altamirano da a conocer su ambiguo punto de vista sobre lo acaecido con tono melancólico y un grupo de jesuitas se encarama hasta las cataratas para homenajear al mártir… Entonces Morricone destapa su particular tarro de esencias con "On Earth As It Is In Heaven" y enciende la London Philarmonic Orchestra y los coros de London Voices y la Barnett School’s Choir.
Para el maestro romano no fue un trabajo nada fácil. Tuvo que trasladarse hasta Londres (es sabido que Morricone es poco amigo de viajar) para grabar la música de la película en los estudios CTS de Wembley. Allí se sirvió de tres fantásticos colaboradores: Tony Hinnigan y Mike Taylor, del grupo Incantation, y el director de orquesta David Bedford.
El Maestro
Compañero de clase de Sergio Leone, Morricone se formó como músico trompetista en el Conservatorio de Santa Cecilia de Roma al poco de terminar la II Guerra Mundial. Pero a la que empezó a dirigir una banda, el maestro empezó a destacar por su genialidad innovadora. Arreglos muy esmerados alternaban con instrumentaciones poco ortodoxas (campanas,
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