SIERRA PELADA, LA MINA DE ORO EN BRASIL

RESEÑA

Dentro del Documental de Sebastiao Salgado “La sal de la tierra” se encuentran una serie de fotografías que llaman mucho la atención, acerca de lo que fue su proceso como fotógrafo.

SIERRA PELADA, LA MINA DE ORO EN BRASIL [pic 1][pic 2]

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Cuando Sebastiao Salgado empezó a ejercer su profesión, realizó fotografías sobre realidades incomodas que convirtió en arte, entre ellas están las imágenes de la mina de oro a cielo abierto en Brasil, donde trabajaron cerca de 50.000 personas en condiciones infrahumanas. A raíz de esto, Salgado manifestó ciertas expectativas que había adquirido estando allí, después de esperar seis años para conseguir el permiso de visita al lugar.  El fotógrafo evidenció aquello, con su peculiar estilo en blanco y negro, en una época en la que el color predominaba en diferentes páginas.

Según el editor, aquella elección monocromática “era un camino arriesgado, pero el porfolio de Sierra Pelada supondría un regreso a la elegancia de la fotografía monocromática en la tradición de maestros como Edward Weston, Brassaï, Robert Capa y Henri Cartier-Bresson”

La recopilación de estas imágenes muestra la travesía que tenían que realizar los obreros que laboraban ahí, colas eternas de hombres trepando por las paredes del hoyo como si fueran hormigas. Un rincón de Brasil que vivió una agitada carrera de oro que atrajo a decenas de miles de hombres que convirtieron un grupo de montañas en un enorme cráter. Una  de las obras de Sebastião  donde refleja su interés por los grandes dramas humanos.

“Había que tirar toda esa tierra, no todo es oro. Tenían que encaramarse, salir, trepar por las pequeñas escaleras, después llegar a las grandes escaleras y salir a la superficie”

“Pueden parecer esclavos, pero no había ni un solo esclavo. Si había alguna esclavitud allí, era el afán de ser rico. Todo el mundo quería ser rico”

Como los hormigueros de verdad, bajo aquella apariencia de caos, la actividad estaba minuciosamente organizada. Los pioneros se repartieron la tierra. A cada uno le correspondió la propiedad de una parcela de 2 metros por 3. Lo que de ella saliera era suyo. Los siguientes se fueron convirtiendo en empleados: los que excavaban con pico o las hormigas, que trepaban con pesados sacos por unas precarias escaleras de madera bautizadas como ‘adiós mamá’. Trabajaban hasta que el cuerpo aguantara a cambio de tentar a la suerte. Al final del día podían escoger uno de los sacos. La mayoría de las veces era pura tierra. El propio fotógrafo, nacido en Minas Gerais, el estado minero por excelencia de Brasil, sostiene que el oro es “un amante impredecible”.

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