Sistema Representativo

Introducción

El gobierno representativo es aquel en que el titular del poder político no lo ejerce por sí mismo sino por medio de representantes, quienes a su turno formulan las normas jurídicas, las hacen cumplir, deciden los problemas públicos y desempeñan las más importantes funciones de la soberanía. Cuando el pueblo, como titular del poder político, designa representantes suyos para la integración de los órganos que ejercen los diversos atributos del mando, existe la democracia representativa.

Los siglos son periodos muy variables. En la historia, a diferencia del reloj, el tiempo no es fácil de acotar. El siglo XX en México, por ejemplo, empieza realmente después de la Revolución, así como el siglo XIX empieza después de la Independencia. Esto no es privativo de nuestro país; en el mundo occidental, el siglo XIX comienza con la derrota definitiva de Napoleón, en 1815, y termina con el fin de la Primera Guerra Mundial, en 1918.

Presidencialismo es el sistema de organización política en que el presidente de la república es también jefe del poder ejecutivo, es unipersonal, aunque se auxilia de organismos para cumplir sus diversas funciones, tanto en la administración pública como en la gobernabilidad. Se otorga preponderancia de forma constitucional al poder ejecutivo, en detrimento de la división de poderes y autonomía de los órganos de gobierno, que debe imperar en México. Un ejecutivo fuerte no es en sí antidemocrático, siempre y cuando esté controlado, esté subordinado al sufragio universal y sus actos estén enmarcados dentro de la Ley Fundamental.

Las características del sistema presidencial son las siguientes:

1. El poder ejecutivo es unitario. Está depositado en un presidente que es, al mismo tiempo, jefe de estado y jefe de gobierno.

2. El presidente es electo por el pueblo y no por el poder legislativo, lo que le da independencia frente éste.

3. El presidente nombra y remueve libremente a los secretarios de estado.

4. Ni el presidente ni los secretarios de estado son políticamente responsables ante el congreso.

5. Ni el presidente ni los secretarios de estado pueden ser miembros del congreso.

6. El presidente no pude disolver el congreso, pero el Congreso no puede darle un voto de censura.

En México, las características principales del presidencialismo las otorga la Constitución Política; el título II establece la forma de gobierno que adoptará la nación, la que supone un fuerte sistema presidencial, en el cual el presidente de la república es:

* A la vez que jefe del Estado jefe del gobierno, lo que significa que la dirección del gobierno federal es determinada por él libremente;

* Políticamente independiente ante el Congreso de la Unión y no tiene que sujetarse a su opinión para imprimir a su gobierno las directrices que crea necesarias;

* Tiene el derecho a iniciar, vetar y promulgar leyes;

* Es el titular único del Ejecutivo federal, pues sus colaboradores no son sino auxiliares que en todo momento dependen de él, cuenta con las más amplias facultades constitucionales para nombrarlos y removerlos libremente.

La existencia del "sistema presidencial mexicano" constituye, junto con la de un partido político predominante (como lo es el Revolucionario Institucional), una de las piezas más importantes del sistema político mexicano y, más aun, los grandes problemas que enfrenta nuestro país hoy en día no pudieron haber surgido de la nada, sino que más bien son el producto del sistema de gobierno bajo el cual hemos vivido durante las últimas décadas.

Antecedentes

El primer antecedente del sistema presidencial lo encontramos en la constitución norteamericana de 1787. Esta ley vino a configurar un nuevo tipo de relaciones entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, dando como resultado la existencia del régimen presidencial; es por esta razón que se ha considerado que la constitución norteamericana estructura el sistema presidencial clásico o puro.

Ganada la Guerra de Independencia casi por sorpresa, no había una idea clara de lo que debía ser México.

Sin duda, lo más llamativo en ese momento era la nueva nación vecina: los Estados Unidos de América, de los que tomaremos prestada su Constitución e incluso su misma conformación federalista, para imponerla a este pueblo que no sabía siquiera cuál era la extensión de su territorio. Cincuenta años tendrían que pasar, en batallas casi continuas, para poder establecer un gobierno más o menos duradero, medianamente ordenado, que pudiese dirigir al país.

La etapa anterior al liberalismo triunfante, que va de 1821 a 1857, es muy compleja. México logra la independencia en la primera fecha, gracias a una traición de Agustín de Iturbide, en ese entonces responsable de los ejércitos españoles en México. Iturbide decide quedarse con el poder y, para tener legitimidad, se asocia con Vicente Guerrero. Apenas ganan, Iturbide decide convertirse en Emperador. Después de su caída vendrá el único gobierno del periodo que dura sus cuatro años completos, el de Guadalupe Victoria. Después de él, nadie gobernará en paz, si bien Santa Anna estará 11 veces en la presidencia, para sumar poco más de cinco años, y Anastasio Bustamante, con sólo tres periodos en el poder, será el más duradero, antes de Juárez, con poco más de seis años, aunque habrá decenas de mexicanos, 36 para ser exactos, que serán presidentes en esos años, algunos sólo por un rato.

En ella aparecen los asuntos más relevantes de la historia nacional de 1810 a 1870, en tres líneas de 20 años cada una, que corresponden, a grandes rasgos, a tres etapas diferentes. La primera, que inicia en 1810 y termina hacia 1836, incluye la guerra de Independencia (que tiene también tres etapas diferentes), los primeros años de construcción del país, y termina con la separación de Texas de México.

La fundación de la República, en 1824, comienza con el periodo pacífico de Guadalupe Victoria, que es sustituido, a principios de 1829, por Vicente Guerrero. De ahí en adelante, no habrá paz en México durante 50 años. Guerrero es asesinado ese mismo año, y después de 15 dial de interinatos y triunviratos, asume el poder Anastasio Bustamante, en su primera ocasión. A partir del fin de la Independencia, y hasta la guerra con Estados Unidos en 1847, el poder en México se disputa a través

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