Sistema penal influye en la pena de muerte

¿El problema radica en la sanción o en quién la aplica?

Leandra Tobar Banderas

La pena de muerte, también conocida como pena capital, es un tema que ha sido objeto de debate durante siglos. Ésta ha sido aplicada desde tiempos remotos en pueblos antiguos como Grecia, Babilonia, el Imperio Romano, entre otros donde los delitos eran castigados a través de métodos como la horca, la hoguera o la decapitación. No obstante, aunque ha sido utilizada en diferentes culturas y épocas, su uso varía significativamente de un país a otro en la actualidad. Algunos países la han abolido completamente, mientras que otros la utilizan de manera activa. Países como Estados Unidos, China, Irán, Irak, Afganistán, Japón, Catar, entre otros, la usan como una forma de castigo para el criminal y al mismo tiempo como una manera de prevenir delitos.

Ahora bien, ¿La pena de muerte es el verdadero problema? O que es lo que realmente ocurre tras éste tema.

En este ensayo discutiremos como el sistema penal influye en la pena de muerte y  analizaremos si el radical es la sanción o el sistema que lo aplica. De igual manera también analizaremos los puntos de vista en relación a éste tema.

Cabe resaltar que al indagar sobre la pena de muerte encontramos posturas diferentes. Por un lado, están los que validan ésta sanción, quienes dicen que si un crimen es muy grave, como un asesinato, merece una consecuencia igual de grave, como lo es la pena de muerte. Como quien dice, “ojo por ojo, diente por diente”.

Quienes defienden éste tipo de sanción, también argumentan que es una forma eficaz de disuadir a otros de cometer delitos graves y la idea de que es justa, ya que permite a la sociedad vengarse de aquellos que han causado daño a sus miembros.

En cuanto a la eficacia de la pena de muerte como medida disuasoria, hay estudios que sugieren que no es necesariamente más eficaz que otras formas de castigo, como la prisión perpetua. De hecho, algunos estudios sugieren que países que utilizan la pena de muerte no tienen una tasa de criminalidad más baja que aquellos que no la utilizan. En este sentido, es importante mencionar que la pena de muerte no tiene capacidad de resocialización, debido a que la persona ya está muerta, mientras que la prisión sí tiene esta capacidad.  

Albert Camus en su obra “El mito de Sísifo”, sostiene que la pena de muerte no es una solución efectiva para el problema de la delincuencia. “La justicia no consiste en matar al delincuente, sino en hacer que su vida sea un castigo “ (Camus A., 1942,p.55)

Por otro lado, encontramos una gran cantidad de argumentos éticos y morales en contra de la pena de muerte, que incluyen la idea de que es inhumana y cruel, el riesgo de condenar a muerte a personas inocentes, y también se argumenta que no es necesariamente más eficaz que otras formas de castigo. La idea de que la pena de muerte es inhumana y cruel se basa en el hecho de que supone acabar con la vida de alguien. Además, muchas veces se utilizan métodos de ejecución considerados brutales, como la horca o la silla eléctrica. Es como intentar corregir la violencia con más violencia.

Camus también argumenta que la pena de muerte es contraria a la naturaleza humana y al sentido de la justicia. Según él, la muerte no es un castigo, sino un escape. “La muerte no es un castigo: es una escapatoria. Y el hombre, que es el único animal que sabe que tiene que morir, quiere, por encima de todo, escapar” (Camus A., 1942,p.55)

Ahora bien, teniendo una perspectiva más amplia acerca de la pena de muerte, es importante también analizar el sistema penal. En primer lugar, debemos señalar que el sistema penal tiene como objetivo castigar a aquellos que cometen delitos y proteger a la sociedad de la criminalidad, además, también tiene como objetivo garantizar su eficacia, asegurando que las medidas punitivas sean eficaces en términos de disuadir y  resocializar a los delincuentes, para que puedan reintegrarse a la sociedad de manera positiva después de cumplir su castigo.

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