Sociales

En enero de 1861 las fuerzas liberales habían entrado triunfantes a la ciudad de México; sin embargo la reacción armada no había terminado, por lo que se requerían fondos para hacerle frente. Resultaba imposible pagar la deuda pública -sobre todo la contraída con el exterior-. La consecuencia en caso de suspenderse ésta, era determinante: las potencias acreedoras podrían romper relaciones con el gobierno mexicano.

A fines de febrero de dicho año, Benito Juárez nombró a Juan Antonio de la Fuente ministro plenipotenciario ante los gobiernos de Francia y España, con el fin de acordar una moratoria y evitar que los conservadores encontraran algún monarca europeo que aceptase reinar en nuestro país. Meses más tarde, de la Fuente fue enviado a Europa como representante extraordinario para negociar el asunto de la Ley de suspensión del pago de la deuda externa, decretada el 17 de julio.

Instalado en Francia, participó en una serie de reuniones en las que se empeñó por llegar a algún acuerdo con los representantes de las potencias extranjeras, incluso con el emperador francés Napoleón III.

De la Fuente sostenía que el gobierno de Juárez no se deslindaba de las responsabilidades que había establecido con otras naciones, e insistió con Matías Romero, ministro de Relaciones Exteriores, en la necesidad de derogar la Ley de suspensión de pagos.

Sin embargo el 4 de septiembre de 1861 en una misiva oficial, de la Fuente comunicó al gobierno mexicano que en reunión del día anterior, el ministro francés Thouvenel había comunicado que Francia e Inglaterra se preparaban para mandar “una escuadra de buques para exigir a México la debida satisfacción de sus demandas”. La ruptura de relaciones con ambos gobiernos dio paso a una invasión que terminó por instaurar el imperio en México, en la persona de Maximiliano de Habsburgo.

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