TEORÌA DEL ESTADO, VIOLENCIA Y PAZ

TEORÌA DEL ESTADO, VIOLENCIA Y PAZ

Palabras clave:

Administración, organización, imperio, independencia, economía, crisis, superación.

“Existe en el hombre una necesidad de odiar y de destruir” Freud (citado en Hernández 2012) respondía así a la pregunta de Albert Einstein: “¿Existe algún camino para liberar al hombre de la fatalidad de la guerra?”. A pesar de los múltiples esfuerzos por parte de los Estados, organizaciones internacionales, ONG´s, entre otros, por contribuir a un cambio de conciencia mundial sobre la guerra y todos los daños que esta conlleva, lo que se encuentra en la actualidad es que el cambio no será posible en tanto no nos permitamos pensar más allá de nosotros mismos.

La pulsión tanática o de muerte, planteada por Freud (citado en Hernández, 2012), sostiene que la fuerza de agresión, ese deseo que nos lleva como humanos a lástimar o agredir a otros humanos, posee un contenido de placer o de recompensa que satisface los más bajos instintos; en este punto no solo se debe contemplar la violencia física como fuente de agresión, sino que también la violencia psicológica puede tener cabida dentro de cualquier ámbito humano, sosteniendo inevitablemente ese círculo vicioso de agresión, del cual aparentemente no hay salida.

Esta pulsión o instinto agresivo, no nos es del todo ajena, puesto que día a día se pueden ver más y más ejemplos, como lo son los medios de comunicación que alimentan esta sed de violencia que ha sido reprimida durante años por muchas personas, Omar Rincón (citado en Saad, 2011) refiere que en la actualidad se le llama “pornomiseria” a esa forma grotesca y vulgar de mostrar al mundo las tragedias y el dolor de ese otro que se nos hace tantas veces invisible o lejano.

Aunque para Hobbes (citado por Hernández, 2012) el Estado se crea inicialmente por una necesidad innegable de frenar todas aquellas tendencias autodestructivas de la humanidad y así posteriormente conseguir y asegurar la tan anhelada paz, en nuestro país ha sido evidente que en muchas ocasiones los autores materiales e intelectuales de miles de masacres y persecuciones al pueblo vulnerable, fueron integrantes “ejemplares” del Estado, ese que decía defender a capa y espada el honor de la patria, esta patria en la que cae lamentablemente con una fuerza abrumadora, ese apodo de “patria boba”, una patria indolente, a la que ya se le hacen comunes y corrientes todas las barbaries cometidas tanto por el Estado como por los grupos armados fuera de la ley.

Para Georg Jellinek (citado en Hernández, 2012) el Estado está compuesto de 3 ejes principales, el territorio o lugar en donde el Estado ejerce su dominación, las personas que habitan dicho territorio, y por último el poder, que mal ejercido provoca miles de muertes y fracasos políticos; de acá es posible tejer una crítica en torno al término “dominación” puesto que no sería éticamente correcto que un Estado al cual se le ha indilgado la importante labor de proteger y velar por el bienestar de todos los ciudadanos que componen ese territorio, manipule y transgreda ese poder que le ha sido asignado, con el fin de satisfacer sus intereses y deseos individuales, olvidándose por completo de la paz y el bienestar que debía promulgar, finalmente con la manipulación del pueblo y su consecuente dominación,

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