Taxi vs uber Un casi suicidio

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Un casi suicidio
 


Abstract:
La llegada de Uber a Chile ha sido un hecho muy polémico. Algunos dicen que es una aplicación ilegal y otros, además de esto, lo critican porque le están quitando el oficio. Pero, ¿ no será que la misma compañía que los critica, tiene la culpa del surgimiento?





Keywords: industria, segmento de mercado, fuerzas de Porter, amenaza, modelo económico, ventaja competitiva.

Huelgas, marchas por la Alameda, aeropuerto bloqueado. Este es el panorama que desde que llegó Uber a Chile han tenido que vivir los taxistas.

  Uber es una compañía norteamericana, creada por Garrett Camp y Travis Kalanick en Francia el año 2008, que está transformando la manera en que las personas se mueven en las ciudades: conectando a través de una aplicación -fácil de utilizar- a conductores con usuarios que requieren un servicio de traslado.

  La razón por la cual reclama la Confederación Nacional de Taxis de Chile, es porque el servicio de la aplicación, no atraviesa por los mismos procedimientos legales que ellos deben enfrentar antes de salir a las calles. Al tratarse de autos particulares, los conductores de Uber no tienen que pagar recargos ni el permiso de una patente especial.

 Desde este punto de vista, podríamos considerar a los taxis como una víctima de la aplicación Uber.

  Pero, si analizamos bien lo sucedido con el gremio de los taxis y nos preguntamos: ¿Cómo surgió Uber? ¿No habrá sido el mismo gremio del taxi quién provocó la existencia de su agresor?

 Tras tantos meses de disputas y de solicitudes al Gobierno de cambios que no han dado resultado, ¿No estarán perdiendo el tiempo los taxistas y dejando que su oficio llegue al fin, buscando soluciones por vías legales y no desde su propia compañía?

  “Una industria se puede definir como un grupo de compañías que ofrecen productos o servicios que son sustitutos cercanos entre sí, es decir, que satisfacen las mismas necesidades básicas de los clientes” (Jones, 2009)

 En Chile, podríamos decir que existe la industria del transporte público, en la cual nos encontramos con diferentes compañías que la conforman: las micros, el metro, colectivos y taxis.

 Esta industria, posee diferentes segmentos de mercados dentro de ella. Los segmentos de mercado son “diversos grupos de clientes de un mercado que se pueden diferenciar entre sí con base en sus diferentes atributos y demandas específicas”. (Jones, 2009)

 En esta industria, los segmentos de mercado están muy bien definidos: las micros y el metro  apuntan a clientes de bajo recursos o estudiantes mayoritariamente; los colectivos a personas que están dispuestas a pagar un poco más que un pasaje de micro para tener así un viaje más cómodo y de menor duración, pero compartiendo con gente desconocida; y los taxis que ofrecen un servicio de puerta a puerta, sin necesidad de compartir con gente desconocida, pero con un valor superior por lo que su público son personas de mayor ingreso.

 Dado que los segmentos de mercado están bien definidos se podría decir que no existía una gran rivalidad entre las diferentes compañías.

 Pero la llegada del Uber, como competencia directa hacia los taxis, complicó un poco las cosas.

 
“En cuanto se identifican los límites de una industria, la tarea de los administradores es analizar las fuerzas competitivas en el ambiente de la industria para identificar las oportunidades y amenazas. La conocida estructura de Michael E. Porter, llamada el modelo de las cinco fuerzas, ayuda a los administradores a realizar este análisis” (Jones, 2009)

 Una de las fuerzas que propone Porter, corresponde al riesgo de que entren competidores potenciales, ya que estos pueden quitarles su participación en el mercado y provocarles una disminución de ganancias. Es por esto, que las compañías intentan desalentar el ingreso de nuevas. Se podría decir que fue precisamente en este punto en el que los taxistas fallaron. Al encontrarse en una situación tan estable y cómoda dentro de la industria, donde veían que sus clientes objetivos no tenían ninguna mejor opción que ellos, se les hacía imposible imaginar el ingreso de una competencia directa, pues veían a su cliente satisfecho con el servicio que les entregaban y no creían que existiera otra manera de hacerlo mejor.

Pero la verdad es que los usuarios del taxi, hace tiempo que estaban con cierta molestia hacia ellos, más exactamente desde 1998 cuando
el parque vehicular de taxis se congeló. “A partir de esa fecha, la medida ha sido extendida en varias oportunidades -manteniendo una flota de 27 mil de estos vehículos en la Región Metropolitana-, lo cual ha permitido la creación de una suerte de monopolio en torno a esta actividad. Ello, en directo perjuicio de quienes legítimamente están interesados en participar del negocio, pero que, debido a las restricciones impuestas por la autoridad, no lo han podido hacer. Más que un interés por mitigar el impacto de la congestión vial, esta restricción ha permitido a los actuales operadores de taxi contar con una renta segura, privilegio que no se extiende a otros sectores productivos. A ello se suma también la opción que se les concedió de poder transar el permiso de inscripción, cuyo valor hoy supera los ocho millones de pesos debido precisamente a la alta demanda por obtener uno y al congelamiento del parque de taxis.” (Rueda, 2015)

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