Tema: Nueva arquitectura espacial, pobreza urbana y desigualdad territorial
Enviado por André GV • 21 de Noviembre de 2021 • Reseña • 1.728 Palabras (7 Páginas) • 112 Visitas
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Tema: Nueva arquitectura espacial, pobreza urbana y desigualdad territorial
En la situación de los estudios urbanos atrae examinar especialmente la forma como se expresa en la actualidad la magnitud territorial de la pobreza y de la diferencia, debido a que dichos procesos no solamente son la expresión espacial de procesos económicos y sociales sino que las graves carencias y novedosas inequidades en la entrada y calidad de los bienes y servicios urbanos produce una amplificación de las desigualdades estructurales.
Sin embargo el rasgo más distintivo y que atrae examinar en este trabajo es la magnitud territorial de la pobreza y la diferencia, lo que se inscribe en la construcción de una periferia cada vez más lejana y paupérrima que modifica la morfología urbana de la gran localidad, creándose una gigantesca zona urbana metropolitana, una mega-ciudad dispersa, con fronteras difusos entre su paisaje urbano y rural, con enclaves de riqueza y opulencia y desarrollos habitacionales con gigantes carencias de bienes y servicios.
Periferias urbanas: pobreza urbana y desigualdad territorial
En el primero se hace un breve recuento sobre los conceptos que han aportado las ciencias sociales en Latinoamérica sobre la pobreza urbana y la diferencia territorial ya hace bastante más de medio siglo.
Lo más relevante de dichos destacados núcleos de académicos latinoamericanos ha sido no únicamente dejar importantes testimonios de las condiciones de vida de los sectores célebres sino además de las condiciones de pobreza y de monumentales desigualdades que habían en nuestras propias metrópolis, otorgando especial atención a los nuevos actores que irrumpían en la vida urbana, los movimientos sociales transformadores de la urbe que enarbolaban al lado de sus solicitudes de casa y bienes y servicios la democratización de la vida política.
Asimismo, predomina que la metrópoli era un lugar que proporcionaba mecanismos de adhesión social, primordialmente a quienes migraban del medio rural y lograban entrar a un trabajo remunerado, a la enseñanza, la salud, los bienes culturales, la movilidad, etc. Cabe señalar que dado su bajo grado de calificación, la mayor parte solamente lograba incorporarse de forma informal al mercado de trabajo percibiendo bajas remuneraciones, sin entrar a la estabilidad social y aguantando precarias condiciones habitacionales en barrios famosas periféricos.
Empero lo fundamental para las clases famosas es entrar a la localidad, dicha aglomeración de población, ocupaciones, mercado y bienes y servicios colectivos para el grupo de la ciudadanía con libertad de la función de apropiación que tengan las personas en el mercado (Lojkine, Castells).
II. Nueva arquitectura espacial, segregación social y fragmentación urbana
Otro rasgo de esta nueva forma urbana es que la frontera entre lo urbano y lo rural es difusa y que se acelera la conversión de usos rurales a urbanos, lo que coincide con los procesos de desindustrialización y terciarización de la economía, prevaleciendo las funcionalidades del sector servicios, de la misma forma que lo estudió profundamente Gustavo Garza (2012) para la situación de la Ciudad de México.
Además se previene el pasaje de una urbanización de base urbana a una urbanización de “’base regional’, la cual promueve novedosas maneras de centralidad urbana caracterizadas por la fragmentación y el policentrismo” (Aguilar, 2004 y Aguilar y Lozano, 2012).
Para la indagación urbana uno de los más importantes retos, como lo muestra Dematteis (1998), es conocer las maneras de articulación de la composición urbana consolidada con nodos de la nueva centralidad (los centros y subcentros) que conforman el espacio de alusión para la obra de la identidad local. En este sentido, Francois Ascher (2004) identificó existente una constelación de metrópolis pequeñas o nodos cada vez más distantes de los centros urbanos, lo cual da sitio a una forma urbana que llamó metápolis, caracterizada por exponer espacios extensos, discontinuos, heterogéneos y multipolarizados.
(2001) definen los procesos de segregación social en el espacio urbano como el amontonamiento de familias de una misma clase social en el espacio, más allá de cómo sean definidas las diferencias sociales.
Dichos procesos económicos, sociales y urbanos trabajan en interdependencia empero no son precisamente irreversibles, sino que la inversión pública, las reglas urbanísticas, las elecciones gubernamental local tienen la posibilidad de ayudar a conseguir comunidades y países urbanos que favorezcan que la localidad actúe como un mecanismo de adhesión social (Germani, 1967). En este sentido, para contrarrestar las enormes desigualdades territoriales, así como la segregación y la fragmentación urbana, David Harvey (2013) muestra la necesidad de que se transfieran las plusvalías generadas en los cambios de uso del suelo hacia esas regiones degradadas o más pobres de la localidad.
Se trata entonces de reconocer la legitimidad de las reivindicaciones y solicitudes de los denominados nuevos movimientos sociales urbanos que han surgido en diferentes localidades de todo el mundo reclamando más grande justicia espacial y el derecho a la urbe. Como es sabido, esta idea del derecho a la metrópoli ha sido acuñada por Henri Lefebvre (1978) poniendo hincapié en su capacidad para crear un proceso transformador con sentido habitante que se oponga a la segregación urbana y la precariedad de las condiciones de vida que ofrecía la periferia urbana parisina a la clase obrera, en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo en la actualidad, la iniciativa del derecho a la metrópoli fue resignificada, primordialmente por el geógrafo marxista David Harvey, quien ha destacado que no es el legado intelectual de Lefebvre sino el resultado de lo cual vino sucediendo en las calles y barrios de muchas localidades en el planeta en años actuales “como un grito de socorro de gente oprimida en tiempos desesperados” (Harvey, 2013). Por esto, la exclusiva forma de conseguir su pleno ejercicio es reclamar un control democrático sobre la producción y uso del excedente de capital que se crea en la localidad (Harvey, 2013).
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