Teorías Sociales del orden y conflicto
Enviado por Jensuah14 • 12 de Julio de 2016 • Monografía • 2.367 Palabras (10 Páginas) • 332 Visitas
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Universidad Rafael Landívar[pic 3]
Campus San Roque Gózales de Santa Cruz Huehuetenango S, J.
Ciencias Políticas y Sociales
Técnico en Trabajo Social
Lic. Ismar Figueroa
Examen final: TEORÍAS SOCIALES DEL ORDEN Y CONFLICTO
Egma Aracely Mendóza Hernández
Carnet: 23844-15
Huehuetenango 04/06/2016
INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo describiré como la teoría social del orden y conflicto va evolucionando con forme el tiempo. Y se propone introducir a los cursantes al pensamiento de los principales referentes teóricos que pensaron acerca del orden y el conflicto. Las teorías del cambio o del conflicto, rechazan al modelo de orden de la sociedad contemporánea, interpretando al orden como una estrategia de un grupo dirigente de sus valores y motivaciones para lograr un control social.
Para el teórico del conflicto la sociedad es una batalla política continua entre grupos con objetivos y puntos de vistas opuestos y no como un Sistema natural del cual las consideran las del orden.
Dentro de esta podemos encontrar a las teorías reproductivitas de las cuales sus ideales fueron tomados de Marx desde un punto de vista sociológico y cultural. En la revolución francesa Los pensadores admiraban la organización política, social, económica y la filosofía inglesa.
La Revolución francesa representó para la Corona española un nuevo y gran peligro. Aparte de lo que significaba en el plano ideológico-político la caída del Antiguo régimen monárquico en el país vecino, la Revolución Francesa fue de carácter burgués, entonces, fueron los intereses económicos los que la impulsaron, por la Iglesia, la nobleza, y el absolutismo de los reyes se levanta en defensa de sus propios intereses económicos. Así como también hablamos de lo que es el positivismo que es una corriente filosófica que tiene su origen en Francia a principios del siglo XIX.
TEORÍAS SOCIALES DEL ORDEN Y EL CONFLICTO
El triunfo de las ideas de la Ilustración, trajo como consecuencia la caída del Antiguo Régimen y cambios en toda Europa. Esto motivó que el mapa político del viejo continente y por extensión del mundo conocido hasta entonces, se modificara.
Las diversas revoluciones (políticas, industrial, agrícola, económica y de comunicaciones) ocurridas durante el periodo de 1789 a 1848, afianzaron el triunfo del liberalismo, del nacionalismo y del naciente capitalismo globalizado.
La Revolución Industrial, trajo como resultado una revolución en el sistema agrario al hacer uso de la rotación de cultivos, de maquinaria y de nuevas técnicas de cultivo. También el avance industrial provocó una revolución en los transportes al utilizar al ferrocarril, a las máquinas y buques de vapor como medios de carga o de viaje, esto dio como consecuencia un desarrollo en las comunicaciones, mismas que se agilizarían con la llegada del telégrafo y la implementación de un periodismo informativo y ya no de opinión. Estos cambios, se dieron primero en Inglaterra, y su resultado fue que transformaron una economía exclusivamente agrícola y comercial, en una economía industrializada. Esta nueva economía originó una revolución comercial y su resultado fue un naciente capitalismo. Pero al mismo tiempo provocó nuevas luchas sociales como el movimiento obrero y la hegemonía de la burguesía. El desarrollo tecnológico aún sigue avanzando y sus consecuencias han sido positivas y negativas, además crearon una nueva sociedad: la de consumo. El efecto de la revolución industrial, fue más profundo en la estructura de la sociedad burguesa, donde restructuró la manera de comercializar y por extensión a la economía. Logrando con esta reestructura dar los primeros pasos para el consumismo que tanto predomina en la postmodernidad. Los principales rasgos de la revolución industrial se dividieron en tres, que eran: los aspectos tecnológicos, socioeconómicos y culturales, Entre los cambios sociales y culturales son destacables el crecimiento de la población urbana, el desarrollo de la llamada clase obrera, así como el crecimiento de los conocimientos científicos y técnicos. De todo esto surge dos nuevas clases sociales: la burguesía y el proletariado. La burguesía que era la clase dueña de las industrias textiles, ferrocarriles, etc., y el proletariado que consistía en la clase obrera. Después de tomar conciencia de su alrededor la clase obrera empieza a organizarse y a formar lo que hoy llamamos sindicatos, aunque al principio no fueron bien recibidos por los burgueses, con el paso del tiempo se legitimaron los derechos del trabajador y se establecieron leyes mínimas de seguridad laboral.
En 1789, Francia sufría una crisis económica y social. En mayo de ese año Luis XVI abre los Estados Generales, formando por representantes de cada estamento, pero como seguían manteniendo la costumbre de deliberar separados y votar con un voto por estamento, esto no favorecía a los burgueses, quienes el 20 de junio formaron la Asamblea Nacional. Se estableció que sólo podían votar aquellos que pagaban ciertos impuestos, y de esta manera se pone en evidencia que las banderas de igualdad proclamada por los revolucionarios tenían ciertas limitaciones.
Resulta sorprendente y muy atractivo analizar cómo la construcción de este nuevo principio de legitimidad se levanta sobre dos ficciones: la de un contrato social, que estaría en el origen de la sociedad y del poder político, y la de la existencia de unos derechos naturales, previos a las relaciones sociales, políticas y jurídicas, y ya vigentes en un supuesto estado de naturaleza. Sin embargo, la situación cambia, dando un giro muy relevante, si no nos limitamos a la interpretación literal del pacto originario y de los derechos del estado de naturaleza, y convertimos dichas teorías en principios reguladores de la sociedad civil y política. En el primer caso se trataría de defender la exigencia de considerar la sociedad y el poder político como si efectivamente se hubieran originado a través de un contrato, lo que permitiría justificar la excelencia de una vida social de hombres libres e iguales y fundamentar el poder en el consentimiento de los gobernados, haciendo así posible la participación en la elaboración de las leyes de los que van a ser sus destinatarios y la permanencia y vigencia del principio de la soberanía popular. En el segundo caso se trataría de convertir los derechos naturales en derechos morales, es decir, en exigencias morales referentes a la seguridad, la autonomía, a la libertad ya la igualdad humana, cuyo reconocimiento, respeto y garantía posibilita una convivencia social justa y limita y legitima al poder político.
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