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Textos Argumentativos


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2014  •  1.856 Palabras (8 Páginas)  •  282 Visitas

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ESUMEN DE TEXTOS ARGUMENTATIVOS

Igual que en los demás tipo de textos, lo primero que debe establecerse en la elaboración del resumen es el género discursivo y la situación comunicativa. Aclarar si se trata de una declaración, de un edicto, una carta, los resultados de una investigación o un ensayo. Exponer quién habla y a quién se dirige y de qué canal se sirve para expresar el mensaje. Un encabezado supuesto de un resumen bien puede empezar así: en el artículo publicado en la revista X, Y alerta a los consumidores sobre…

Luego de encuadrar e introducir el texto, el siguiente paso es exponer de qué trata el texto, cuál es el tema. Es importante indagar por lo específico del tema en cuestión y no reducirlo a una temática general de la cual se puede decir muy poco. Todo buen escrito parte de un tema bien delimitado, es preciso a si mismo descubrirlo y exponerlo en la elaboración del resumen. Decir que el tema es “la salud” es algo inabarcable; “salud pública”, es demasiado amplio para un escrito; en cambio proponer “el efecto de la salud pública en la reducción de los casos de mortalidad materna en Medellín”, es algo más delimitado y preciso. Lo que permite circunscribir la tesis y los argumentos a un tema particular.

En los textos argumentativos, todo tema va acompañado de una tesis. Esta es la proposición, aquello que dice, afirma o niega el autor sobre el tema. Responde a la pregunta inocente: ¿de qué nos quiere convencer el autor? En La decadencia de la mentira, Oscar Wilde, por ejemplo, defiende la tesis, contraria al sentido común, de que es la vida la que debe imitar al arte y no al revés como se creía hasta el momento. Es importante no confundir la tesis con uno de los argumentos o con la conclusión, si bien están relacionados, de la claridad que tengamos al separarlos dependerá la calidad del resumen. Para distinguirla ayuda mucho percatarse de cuál es la idea que quiere refutar, cuando se escribe un texto que pretende persuadir generalmente es a partir de algo que se quiere contrastar, refutar o interrogar.

Luego de exponer el tema del texto y la tesis del autor el resumen debe continuar con la exposición de los argumentos que sostienen la tesis, cuáles son las pruebas, evidencias o razonamientos que trae el autor para convencernos de su punto de vista. En textos muy extensos solo se tendrán en cuenta los más sólidos, y en lo posible en el mismo orden de aparición. Al tratarse de un resumen no es pertinente evaluar o juzgar la validez de los argumentos, solo debemos atenernos a las consideraciones del propio autor, ya que en el resumen no deben incluirse apreciaciones personales.

Al final se incluye la conclusión, generalmente es una proposición relacionada con la tesis que se expresa para cerrar y a la vez dejar abierto el tema a futuros desarrollos. Observemos el siguiente ejemplo:

De la muerte natural

Lewis Thomas

Existe tal cantidad de libros nuevos sobre la muerte, que ahora poseen estantes especializados en las librerías, al lado de esas ediciones en rústica sobre las dietas sanas, las reparaciones caseras y los manuales sobre el sexo. Algunos de ellos están tan llenos de información detallada y de instrucciones paso a paso para realizar la función, que se podría creer que se trata de un nuevo tipo de destreza que hoy necesitamos aprender todos. La impresión más clara que recibe un lector desprevenido, al hojearlos, es la de que morir como se debe se ha convertido en una experiencia extraordinaria, inclusive exótica, que sólo podrían lograr con éxito los especialistas en el tema.

Se podría, al mismo tiempo, hacerle creer al lector que somos las únicas criaturas capaces de darnos cuenta de la muerte, y que el hecho de que el resto de la naturaleza pase por la muerte, generación tras generación, constituye un proceso distinto, automático y trivial, más natural, según suele decirse.

Este verano, a un olmo de nuestro jardín le cayó un rayo, y se desplomó, muerto como una piedra, y quedó sin hojas de un día para otro. Un fin de semana era un olmo de aspecto normal, un poco desnudo de algunas partes, aunque nada alarmante, pero al siguiente fin de semana se había ido, había pasado, había parado, se lo habían llevado. Se lo habían llevado es la expresión correcta, porque el cirujano de árboles apareció ayer con un equipo de jóvenes ayudantes y sus poleas, lo descuartizaron rama por rama, y se lo llevaron en el volco de un camión rojo, mientras cantaban.

La muerte de un ratón de campo, en las fauces de un amable gato casero, es un espectáculo que he presenciado muchas veces. Antes me fruncía. Hace mucho dejé de arrojarle palos al gato para que soltara el ratón, pues una vez liberado, regularmente moría de todos modos; pero siempre lanzaba al gato palabras ofensivas para hacerle saber en qué clase de animal se había convertido. Pensaba que la naturaleza era abominable.

En estos días he estado pensando acerca de aquellos ratones, y me pregunto si su muerte difiere tanto de la de nuestro olmo. La principal diferencia, si existe alguna, residiría en el asunto del dolor. No creo que el olmo tenga receptores para el dolor, e inclusive así, me parece que el rayo representa una forma relativamente indolora de irse, aun cuando los árboles tuvieran terminaciones nerviosas, que por supuesto no tienen. Pero la cola del ratón que se balancea entre los colmillos de un gato gris es ya algo distinto, que induce a suponer un sufrimiento insoportable en todo

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