Trabajo Confidencial

Desde 2008 el mundo arrastra una crisis económica (y moral) sin precedentes. El cine -sobre todo en su vertiente documental- parece obligado a hacer cuentas respecto a la realidad. Pero lo cierto es que son pocas las películas que enfocan de forma más o menos directa y valentía nuestra desastrosa situación. Por eso, un film como Trabajo confidencial (Inside Job, 2010) es importante. La historia es tan conocida como sufrida. Hace tres años el sistema económico mundial sufrió un colapso que arrastró a la quiebra a miles de empresas, generando pobreza y sumiendo a multitud de países en una crisis cuya salida aún parece lejana. La película de Charles Ferguson (No end in Sight, 2007) no pretende tanto explorar las consecuencias como explicar las causas del derrumbe del castillo de naipes generado por los poderosos.

Para ello, el cineasta norteamericano divide su obra en cinco capítulos A través de los que muestra cómo se generó la burbuja a través de la especulación, cómo estalló, cuáles son las consecuencias y su terrible vigencia, con la mayoría de la población todavía sufriendo por la negligencia de unos tipos que hoy continúan siendo multimillonarios.

La fórmula utilizada por el director combina hábilmente sarcasmo con indignación, aunque esta última termina imponiéndose lastrando un poco la objetividad del film. Sin embargo, la multitud de datos arrojados (incontestables) y el hecho de presentar la obra como si se tratara tanto de un juicio como de una clase para iniciados, salvan al film de caer en un populismo al estilo Michael Moore (Fahrenheit 9/11, 2004).

Cabe preguntarse si el ejercicio de Ferguson es puro oportunismo o realmente el trabajo de un hombre honesto. Es desencatandor que sea lo segundo. Es la película de un tipo consciente de una situación, preocupado porque la llegada de Obama no evitó que sigan los mismos personajes moviendo los hilos, e insta finalmente a luchar en grupo para voltear la situación.

Se le pueden reprochar algo de autocomplacencia, una pizca de protagonismo (sobre todo al final) en el uso de la voz en off, ciertos momentos morbosos (el episodio de las prostitutas) y algún que otro desliz por la vertiente más llorona de documental comprometido made in Michael Moore. Sin embargo, el número de datos (con los que el espectador a lo mejor se pierde un poco), la capacidad para reunir testimonios de personalidades importantes relacionadas con la estafa y el conocimiento de causa del cineasta, elevan este trabajo y lo convierten en una película de indudable valor para quienes no estén familiarizados con el mundo de las finanzas y la economía.

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