Trabajo y subjetividad. Entre lo existente y lo necesario.

L. Schvarstein – “Trabajo y subjetividad. Entre lo existente y lo necesario” – Cap.1: “Dialéctica del contrato psicológico del sujeto con su organización”

El objeto de estudio es la salud psíquica de las personas que integran la organización. El contrato psicológico constituye una expresión de su pertenencia a la organización.

El autor se refiere a la subjetividad del sujeto sujetado, de la persona en situación de sujeción, porque en toda situación de trabajo la organización aparece en posición de restricción (es uno más del conjunto al que se debe).  Alude también al sujeto que se sujeta cuando no encuentra el espacio para expresar su dimensión humana en la organización, pero incluye sobre todo la subjetividad del sujeto productor (ser uno que hace que todos juntos sean más).

La subjetividad del sujeto puede entenderse como el resultado de un proceso de subjetivización en la relación individuo-organización, en la dinámica entre lo interno y lo externo, en el escenario de la organización hecha espacio vital.

Tal subjetividad emerge entonces del contrato entre el actor y el personaje. Se generan así cuatro escenas en la organización:

1. El trabajo que me disfraza, para ganarme la vida y nada más: el personaje aparece como una necesidad del actor, solamente en tanto medio para hacer lo que quiera afuera de la organización. Si la paga es insuficiente, el sujeto se va a otra organización
2. El trabajo que me gusta: el papel del personaje le genera satisfacción al actor, porque es parte de su vocación. El sujeto se siente moralmente obligado por lo que le otorga la organización.
3. El trabajo que me compromete moralmente: aparece el compromiso del actor como una necesidad para desempeñar el papel de personaje (org. religiosas por ej.). No interesa la remuneración.
4. El trabajo que me encubre: el personaje ha encontrado a su actor. Este último está para satisfacer al personaje. Es el campo de la enfermedad psíquica, ya que, a una persona se le da un personaje que hace de ella un actor (no sería actor sin el personaje, no tendría personalidad por fuera de la organización).

La subjetividad del trabajo es entonces, un emergente de la dialéctica entre el actor y el personaje, entre el individuo y la organización. Esta dinámica es en sí misma una manifestación de subjetividad.

Hay diversos tipos de contrato según el paradigma que se tome.

En el paradigma dependiente, el sujeto busca (y la organización le provee) seguridad en el empleo. Tiende a integrar los propósitos del colectivo en una finalidad común y coopera con otros para su realización. El beneficio suele ser la incorporación a la organización.

La descripción de este paradigma, pone de manifiesto, según el autor, la prevalencia del “campo” sobre el “habitus” del sujeto, en términos de Bourdieu. Entendido el campo como un conjunto de relaciones objetivas entre posiciones históricamente definidas, las relaciones “externas” instituidas por los modelos hegemónicos del empleo tienden a moldear el proceso por el cual lo social se interioriza en los sujetos y logra que las estructuras subjetivas concuerden con las objetivas (Habitus).  De esta manera, en el proceso de subjetivización, la internalización de las relaciones objetivas del mundo externo se impone por sobre la externalización del mundo interno.

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