UN SUEÑO ENSAYO

UN SUEÑO

                 Recuerdo un día, cuando era pequeño. Tendría entre siete u ocho años, cuando mi padre  nos llevo donde él vivió sus primeros años; era una choza con paredes de barro, el techo de paja y el piso de tierra. Dormí mi primer noche en la misma habitación que todos los demás; no había otra, excepto; la cocina, hasta donde rendido por el sueño, rodé. Abrí mis ojos y no veía nada; todo oscuridad.

       Me puse a gatear, si, a caminar apoyado en mis rodillas y con las palmas de mis

manos tocando el suelo, las patas de la mesa de la cocina, y, más allá, los muros; de pronto: un vacío, ¿qué será?  ¿Un precipicio? ¿Una puerta al mas allá? ¡Estoy muerto! Pensé, me puse de pié, pero igual seguí tocando, tentando, buscando y reconociendo;  con mis manos delante de mí: toqué algo, ¿qué es? parece una canasta; metí mi mano y sentí un bulto cubierto por algo; que percibí extraño. Seguí reconociéndolo  con mis dos manos, pude desenvolver aquello que parecía un papel; me olvidé del contenido, aquella hoja de papel  me causó gran curiosidad, hacía ruido y lo podía manejar a mi antojo, podía modelarlo, podría imprimir mis dedos; ese objeto extraño me obedecía; el contenido no me importó, solo su textura...  ¿qué es? Después de unos minutos lo  dejé.

                    El sueño me rindió y me dormí: ahora sí, cuando quiera venir San Pedro por mí,

 que me despierte; estoy listo para partir.

                  Desperté por la mañana con el canto de los gallos, vi una luz que se filtraba a través de las juntas irregulares entre tablón y tablón de la puerta, y por el orificio por donde alguna vez fué el nudo de la madera. ¡Luz! Me di cuenta que no estaba muerto, no vinieron los ángeles por mí, ¡estoy vivo! Que hermosa es la vida, otra vez un nuevo amanecer, podré realizar muchas cosas, ser mejor persona, disfrutar de mi familia, mis tíos, mis primos, mis amigos... a todos    

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