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UNA VIDA SIN VIOLENCIA: CAMINO HACIA UNA CULTURA DE LA PAZ


Enviado por   •  1 de Febrero de 2023  •  Ensayo  •  1.525 Palabras (7 Páginas)  •  593 Visitas

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Muy buenos días público culto que me escucha.

Respetables maestros y compañeros de esta justa de oratoria

Su servidor _______________________________________hace acto de presencia y pone a su fina consideración el tema:

UNA VIDA SIN VIOLENCIA: CAMINO HACIA UNA CULTURA DE LA PAZ

                                                                          "No hay caminos para la paz; la paz es el camino."

                                                                                                                                                    Gandhi

Desde hace varios lustros la humanidad sostiene el sueño de crear una cultura política y social orientada hacia la paz, la armonía y la convivencia entre las personas, e incluso han habido personas que han soñado con borrar las fronteras que dividen países y así poder lograr convertirnos en una gran nación y ser todos ciudadanos del mundo.

 Los ejemplos literarios abundan, como “Un mundo feliz” de Huxley, “Utopía” de Tomás Moro, o “El príncipe” de Maquiavelo. De igual forma, los movimientos sociales que ejemplifican este deseo van desde el movimiento “Hippie”, las ideas de Gandhi, Mandela, Einstein, el confucianismo, y el mismísimo Jesús, por tan sólo citar.

 Aunque sobran también los ejemplos de personas que han propuesto un camino sobre el ordenamiento social como Locke o Montesquieu, el problema es llevar sus ideas a la práctica pues ha sido imposible, debido al afán de las personas de destruir todo aquello que moderadamente parece funcionar.

Revisemos lo que ocurre con el funcionamiento social. Toda sociedad debe estar estructurada de forma tal, que permita la convivencia entre sus miembros aún a pesar de sus características individuales. Esto se traduce en la necesidad general de procurar el bienestar común primando ante el bienestar individual. Nunca un bien personal debe sobreponerse al bienestar del grupo.

 Para lograr esto, se han ideado históricamente sistemas de control que quedan en manos de una minoría, los cuales toman decisiones en beneficio de la mayoría, esto es lo que estudió Marx, y que en nuestra sociedad llamamos democracia.

Los antiguos griegos creían que la educación era el medio más apropiado para lograr crear ciudadanos de bien, tanto así que consideraban que si alguien actuaba mal, era por desconocimiento. En ese sentido, su primera sanción era ser adoctrinado. De igual forma los japoneses, chinos e hindúes seleccionaban la forma de crianza con objetivos específicos a desarrollar en sus hijos concibiéndolos como un proyecto a largo plazo; un producto social que tendrá en algún momento una función específica y ésta  debe ser productiva y constructiva.

El principio utilizado en todos éstos casos, es la repetición constante y sistemática de una idea por parte de las personas que rodean a un niño, de forma tal que la consigna repetida se escriba en la memoria de la persona. Estas consignas no eran azarosas, más bien eran escogidas con toda premeditación pues se necesitaba que el valor se convirtiese en conducta.

 De forma general un pensamiento se traduce en regla y toda regla en una conducta. Quien piensa que las drogas son inaceptables, buscará alejarse consistentemente de ellas. No hay nada complejo en esta afirmación.

 El éxito del movimiento “hippie” fue repetir constantemente la frase “haz el amor y no la guerra”, -que dejando de lado el alto consumo de cannabis de este grupo-, ese fraseo se convirtió en un emblema que destacó a esa generación precisamente porque lo cristalizaron en un comportamiento. De igual forma Lennon dijo “denle una oportunidad a la paz”, canción que marcó igualmente un estandarte en las filas de seguidores pacifistas, haciendo de éste pensamiento una conducta.

 Por regla de comportamiento, no se debe intentar erradicar una conducta sin brindar otra deseable a cambio. Al censurar un comportamiento o pensamiento solo se logra una disminución inmediata del mismo, pero rápidamente se volverá a ejecutar la acción, ya que el “castigo” no genera motivación ni aprendizaje a largo plazo.

Caso contrario, el aprendizaje que perdura a lo largo de la vida se logra a partir de repeticiones constantes de los pensamientos y conductas deseables, que se vean recompensadas por su ejecución. Esta repetición constante se convierte para la persona en la regla o máxima, la que a su vez pasa a concretarse y definirse como la idiosincrasia del individuo. Lamentablemente, ante la repetición del sistema de castigo, éste es el que se convierte en una regla, por ende una práctica social cotidiana.

 De acuerdo con el sistema de los griegos, -como anteriormente mencioné- al creer ellos que la educación es la clave para la formación de ciudadanos, dieron justo en el clavo. El camino para una cultura de paz consiste en forjar individuos de bien, y esto solamente se logra a través de un adecuado sistema educativo. El trabajo con las nuevas generaciones es la respuesta idónea, pues son quienes lograrán realizar un cambio de ideología transgeneracional.

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