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Un bocado de consuelo en la Media Torta


Enviado por   •  30 de Enero de 2023  •  Reseña  •  1.618 Palabras (7 Páginas)  •  225 Visitas

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Un bocado de consuelo en la Media Torta

El Jamming Festival 2022, fue el proyecto más ambicioso y desastroso en Colombia después de la pandemia. Dejando consecuencias económicas a los empresarios y un sinsabor a los asistentes del evento.

Juan Sebastián Arias

En la mañana del 18 de marzo del 2022 más de 100.000 personas ilusionadas con ver a sus artistas favoritos en un menú musical bastante variado, se despertaron con la amarga noticia del aplazamiento del que sería el festival de música más grande en Colombia después de la pandemia. “Aplazamiento del Jamming Festival 2022”, decía el frío e insípido comunicado de prensa que publicaba Buena Vibra eventos E. U. (dueños de la marca Jamming) y que rápidamente se comenzaba a esparcir y a regar por todos los medios de comunicación, las redes sociales y el voz a voz.

A algunos la noticia los tomó despertándose, en la casa o en la universidad. Como le sucedió a Juliana Guevara, estudiante afectada por la cancelación del Jamming. “Bueno, yo cuando cancelaron el Jamming estaba en la Universidad, y estaba exponiendo en una clase a las 7 de la mañana”, recuerda con cierta mezcla entre risa y enojo. Y casi como una crónica de una cancelación anunciada, Juliana y otros asistentes, tenían cierto malestar por algunos rumores acerca de la completa suspensión del festival.

El principal ingrediente del malestar de Juliana fue el comunicado de prensa de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) diciendo que se estaba realizando una vigilancia al festival debido a que “ se evidenció a través de visitas administrativas de inspección y requerimientos de información, que al parecer las condiciones inicialmente informadas sobre el evento, los artistas y el orden de las presentaciones de los mismos habían variado; sin que presuntamente se hubiesen informado a los consumidores de manera clara, veraz, suficiente, oportuna, verificable, comprensible, precisa e idónea”.

Sin embargo, la cancelación de un festival de tal magnitud puede que no sea lo más grave del asunto debido a que no sería la primera vez que algo así sucede. Ya había pasado con Tomorrowland 2020 en Bélgica, y Coachella 2020 en Los Estados Unidos. Lo verdaderamente grave, fue el poco tiempo de anticipación que se tuvo para tomar acciones oportunas, y el escaso interés por parte de los organizadores por encontrar una solución. Fueron los artistas confirmados desde el 2020 que, dieron la información de la cancelación del evento en sus redes sociales.

Digamos que el rumor de que se cancelaba lo habíamos tenido dos días antes, pero nos parece increíble porque el festival siempre mandó digamos que los permisos, siempre nos tuvo informados sobre el estado del montaje todos los días”, dijo Juliana criticando la poca información que se tuvo previa a la cancelación total.

Precisamente por la falta de información por parte de los organizadores, las consecuencias posteriores a la suspensión total del festival se repartieron como si de ingredientes en una cocina se tratase; entre artistas, asistentes del festival, sectores como el turismo, alcaldía y los más afectados, los emprendedores que esperaban vender toda su mercancía en dicho festival.

Artesanías, ropa, dulces y hasta platos de tamales y lechona estaban listos para ser vendidos ese día, que, con la cancelación del evento, dejó perdidas y consecuencias millonarias para los grandes y pequeños emprendedores. “El impacto económico por el aplazamiento del Jamming Festival 2020 es demasiado grande y deja pérdidas millonarias para todos los sectores de la ciudad”, afirmó Efraín Valencia, presidente de Fenalco, capítulo Tolima, en una entrevista con El Tiempo.

Carolina Ospina junto a su esposo fueron parte de los cientos de emprendedores afectados por la “falta de seriedad, la desorganización y la toma de malas decisiones” por parte de los organizadores.

Un empresario contrató a Carolina para tener listos 5000 tamales para los 3 días del festival. Cuando se anunció la cancelación, ya 3000 tamales estaban hechos y los otros 2000, listos para hervir. Como era de esperarse con una empresa tan pequeña, tuvieron que endeudarse para poder ser parte del festival. Aunque no iban a tener un stand propio ya que fueron contratadas por un empresario aparte. Necesitaban el dinero para cubrir todos los gastos de materia prima, trabajadores y mercancía.

Similar fue el caso de Santiago Sosa, dueño de la pastelería Petit Bakery quien también confió en la organización. Recuerda perfectamente el momento en el que se enteró. “Más o menos a las 6:30 de la mañana por medio de un grupo de Whatsapp de Bureaux Ibagué en el que una chica tenía un emprendimiento de chips de arracacha nos avisó a todos lo que había pasado”.

Tuvo una deuda de casi 8 millones de pesos para poder pagar la totalidad de los insumos debido a que, al ser una empresa pequeña, nunca habían tenido la necesidad de preparar tanta mercancía para un evento tan grande, se rebuscaron él entre su familia, amigos y donaciones.

Y es que, lo que conectó a emprendedores como Santiago y Carolina, con asistentes como Juliana, fue la falta de claridad para resolver la devolución del dinero invertido en el festival. Distintas demandas en contra del señor Alejandro Casallas Rodríguez, organizador del Jamming Festival fueron publicadas en redes sociales como una respuesta a los más de 6 meses sin claridad en el asunto. Como la de la marca de ropa reflectiva, Reptiliano que, comparte una deuda por 38 millones de pesos debido a, como dice en la demanda; estafa, hurto, abuso de confianza y concierto para delinquir por parte de la organización del evento.

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