Un cuerpo con historia

Muchos de mis familiares, no así mis papás (por lo menos no frente a mi), afirman que soy lo que llaman un “accidente” de la pareja; pero a pesar de esto yo nací con dos ojos, dos orejas, boca y nariz, un par de brazos con  manos y un par de piernas con pies,  y saludable,  como cualquier bebé sano, además de inteligente y linda.  

Desde chica realizo tratamientos con corticoides para aplacar los ataques de alergia, cuestión por la que siempre tuve problemas de sobrepeso, pero nunca sufrí de discriminación o bullying; siempre tuve buenos amigos y compañeros. Nunca me fije en mis amigas como punto de comparación con respecto a la estatura, el peso o la figura, porque cada una se desarrolló de forma diferente y en distintos períodos de tiempo.

Durante mi infancia nunca me privaron de nada, podía jugar al futbol, a la bolita, con las muñecas, a la casita, con autitos, podía vestirme de cualquier color, no hacía falta que todo fuera rosa; no tenía problemas con mi cuerpo, durante un tiempo iba a natación, participe durante muchos años en un ballet, hice Karate y gimnasia rítmica; pero fue durante la pre-adolescencia que sentía vergüenza de mi cuerpo, lo que afectó sobre todo mi relación con mis papás, pero fue algo pasajero, y creo que mucho tuvo que ver el tipo de enseñanza que nos brindaban en el colegio, ya que continuamente trabajábamos sobre aceptarnos a nosotros mismos como somos, sin intentar cambiar nada.

Con respecto al cuidado de mi cuerpo y la higiene personal, mi mamá desde chica me explicaba todo, y continuamente lo estaba repitiendo para que no me olvidara según ella. Y también lo hacían en la escuela. Cuando comencé a desarrollarme fue ella la que me explico que esa etapa de crecimiento nos sucede a todos, detalladamente me aclaró  que era la menstruación, cada cuanto ocurría normalmente, y me acompaño a la primera consulta con el ginecólogo a los 15 años, que fue cuando me indispuse por primera vez.

Con ella siempre pude hablar de todo. En una conversación seria, que fue como la catalogó;  me dijo que a partir de ese momento era yo quien tenía que asumir seriamente la responsabilidad de quererme más como mujer, de cuidarme y respetarme, y de ser consciente de que todas las decisiones y acciones tienen consecuencias.

En la escuela, cuando íbamos a 6° grado, tuvimos a una charla de educación sexual, en la que nos explicaron como son y el funcionamiento de los órganos reproductores tanto femenino como masculino, cómo cuidarnos y mínimamente que son las relaciones sexuales, y una de las consecuencias que puede ser un embarazo, con un video que tenía como título ¿De dónde vienen los bebés? Nos dijeron que eso era “hacer el amor” y que siempre ocurría entre dos personas que se quieren mucho.  Pero no nos dijeron nada sobre los métodos anticonceptivos, o la prevención de enfermedades de transmisión sexual, ni hablar de que es un preservativo, condón o profiláctico.  A partir de lo que hablamos con la maestra, las dudas que me surgieron me las aclaró mi mamá.

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