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Un mundo desbocado, una sociedad inicua


Enviado por   •  9 de Abril de 2019  •  Ensayo  •  1.206 Palabras (5 Páginas)  •  109 Visitas

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urante los últimos años, ha sido evidente el deterioro económico de nuestro país frente a las políticas económicas neoliberales. Desde la década de los 80, la distribución del ingreso ha ido empeorando en la mayor parte de los países latinoamericanos por las crisis económicas y el endeudamiento público con Estados Unidos. ¿A qué se debe esto? Esto es gracias a ese sistema inicuo, llamado Globalización, ese término que está en bocas de todos y ese que ha trastocado todo el mundo, pero, ¿Qué es la globalización? La Globalización es un proceso de creciente internacionalización del capital financiero, industrial y comercial, nuevas relaciones políticas mundiales  y la aparición de la empresa transnacional que a su vez produjo nuevos procesos productivos, distributivos y de consumo des localizados geográficamente, una expansión y uso intensivo de la tecnología sin precedentes. Pero este fenómeno, no es un modelo de desarrollo económico, y mucho menos de desarrollo social. A esta altura, es evidente que el propósito económico que inspiró la globalización es, sin lugar a duda, el de crecimiento económico de la clase empresarial, pero no hay evidencia de que la cuestión de desarrollo del ser humano tiene parte importante en el movimiento, ahora precipitadamente a flote en todas partes del mundo. Como tal, la globalización puede ser una buena estrategia para la acumulación de riquezas, pero esas riquezas son ante todo para unos pocos y no admite ninguna política proyectada para el desarrollo integral de una comunidad o una población convirtiéndose en un mal desigual.

La globalización nunca se vio sometida a tantas tensiones. Su estrés se hace sentir por todas partes. La mayor parte del África subsahariana, América del Sur, el Medio Oriente y Asia Central están atascadas en  la decadencia económica. Esta experiencia plantea cuestionamientos importantes a los partidarios de los mercados abiertos. ¿Por qué peligra tanto la globalización? ¿Por qué sus beneficios parecen concentrarse en unos pocos lugares? ¿Podemos lograr una globalización más equilibrada? No hay respuestas fáciles para estos interrogantes. Los mercados abiertos son necesarios para el crecimiento económico, pero no bastan. Algunas regiones han prosperado muchísimo con la globalización, en especial Asia Oriental y China en estos últimos años. No obstante, a otras, específicamente al África subsahariana, les ha ido muy mal.

El gobierno de Estados Unidos pretende achacar la mayoría de los problemas de los países pobres a fallas locales. Los dirigentes norteamericanos atribuyen el lento crecimiento de África a los malos gobiernos africanos. Pero la vida es más compleja de lo que la Casa Blanca cree. Tomemos por caso los países africanos mejor gobernados: Ghana, Tanzania, Malawi y Gambia. Todos vieron caer sus niveles de vida en los últimos veinte años, mientras que muchas naciones asiáticas situadas por debajo de ellos en las comparaciones internacionales de eficiencia administrativa como Paquistán, Bangladesh, Myanmar, Sri Lanka experimentaron un mejor crecimiento económico. Lo cierto es que las pautas de gobierno no constituyen la única circunstancia determinante del desempeño económico; también influyen la geopolítica, la geografía y la estructura económica. Los países muy poblados y, por ende, con grandes mercados internos tienden a crecer más rápido que los poco poblados. Como en todos estos tipos de tendencias económicas, también hay ejemplos de lo contrario. Los países ribereños tienden a desempeñarse mejor que los Estados sin salida al mar. Los que presentan altos niveles de malaria tienden a crecer más despacio que aquellos con niveles más bajos. Las naciones en desarrollo contiguas a mercados ricos, como México, tienden a desempeñarse mejor que aquellas distantes de los grandes mercados.

Estas diferencias importan. Si los países ricos no prestan atención a estas cuestiones estructurales, advertiremos que las brechas entre vencedores y vencidos siguen ensanchándose. Si los países ricos culpan a las naciones desafortunadas alegando que, por alguna razón, son cultural o políticamente incapaces de beneficiarse con la globalización, no sólo crearemos bolsones de pobreza más profundos sino que además excavamos el desasosiego. A su vez, esto incrementará la violencia, las reacciones no menos violentas y, sí, el terrorismo. Ya es hora, pues, de encarar la globalización con más seriedad de lo que proponen los países ricos, en especial Estados Unidos. Habría que empezar por lo más urgente: satisfacer las necesidades básicas de los pueblos más pobres. En algunos casos, podemos aliviar sus padecimientos aplicando, como remedio principal, el mejoramiento de sus gobiernos. Pero en otros, una observación justa y sincera de lo evidente revelará que las causas básicas son las enfermedades, la inestabilidad del clima, la aridez del suelo, la lejanía de los mercados, entre otras cosas.

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