Venezuela entra a un periodo de crisis social

Nos encontramos frente a un imperativo, Venezuela entra a un periodo de crisis social y es necesario alinearse como un gran puño para defender las conquistas de las clases populares, porque enfrentarse al imperialismo no sale gratis, en política la confrontación trae sus consecuencias, esto es, el asedio permanente de las fuerzas retrógradas de la burguesía local y del imperialismo yanqui que observa como un buitre desde el norte a los pueblos ubicados al sur del Río Bravo.

Nos encontramos en un contexto de avanzada de la reacción que despliega hoy por hoy su táctica en el plano de la movilización de masas y de asedio mediático. Fundamentalmente por parte del reformismo pequeño burgués, quienes sin mediar análisis políticos nos invitan a compartir principios en “general”, es decir, “rechazar toda violencia venga de donde venga”, o bien “aplaudir a cualquier movimiento estudiantil”. ¿Qué hay detrás de estos “hinchas” de la “paz”? Algo muy claro: carencia de una posición obrera, desde abajo, popular. Ante ellos nuestra respuesta es una sola: no somos neutrales, estamos en la trinchera de los trabajadores y en la trinchera anti-imperialista.

En escenarios de polarización de clases siempre surge un tema muy controvertido y que establece una diferencia cualitativa entre el reformismo y los revolucionarios, nos referimos evidentemente al uso de la violencia política.

La violencia es ante todo una relación social, ejercida y desarrollada por sujetos individuales y colectivos con motivaciones diversas. Es una manifestación del poder en la realidad social y de las contradicciones antagónicas que se desenvuelven mediante la lucha de clases.

La lucha anti-imperialista se hace necesariamente a través de la lucha de clases; como contrapartida, la contradicción entre burguesía nacional e imperialismo se va atenuando a medida que el pueblo trabajador se abre paso hacia el socialismo.

La reacción burguesa en Venezuela se manifiesta en plano de ofensiva en la movilización de masas – con uso de la violencia reaccionaria – y el asedio mediático inter-continental que busca desmoralizar a las masas trabajadoras, hacerles perder la iniciativa en la lucha de clases para de esa forma obtener una “fácil” victoria electoral; o bien, construir la legitimación política para una ocupación imperialista en territorio venezolano, el cual ciertamente sería apoyada por la derecha venezolana.

En este contexto político es que surge nuevamente a flote la relación dialéctica entre “reforma y revolución”, y por supuesto un tema muy controvertido, la cuestión de la “violencia política” en el marco del desarrollo y agudización de la lucha de clases. La contradicción entre reforma (es decir, dar una nueva forma a algo ya existente, modificación de la apariencia o de lo externo) v/s revolución (como modificación cualitativa, esencial o de contenido de las relaciones sociales) se relacionan de forma dialéctica y contradictoria aunque no antagónicas en el plano meramente táctico, es por eso que se puede hablar de “superar” al reformismo y no de destruirlo, no es así con la burguesía, cuya contradicción con el pueblo trabajador es antagónica, es decir, tiende a polarizarse, excluirse y aniquilarse mutuamente. La contradicción principal en Venezuela y en toda Latinoamérica, es la contradicción entre los obreros y la burguesía, entre el Capital y el Trabajo. Precisamente por eso es necesaria la unidad de todos los sectores de la clase obrera – con conciencia de clase –en Venezuela y Nuestra América en la coyuntura actual, ya que una división entre reformistas y revolucionarios a la hora de enfrentar al enemigo de clase provocaría derrotas políticas para ambos sectores de la clase a nivel continental.

Del mismo modo, el proceso consta con graves problemas debido a la fuga

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