YA NO ES COMO ANTES

“Ya no es como antes”, es un término común que podría catalogarse como la expresión más acabada del adultismo, para referirse a la situación actual de la juventud su participación política y todo lo que concierne a esta categoría etérea.

Esto es perfectamente comprensible si se toman como base de análisis dos ideas: la primera, la idea de juventud que los masas media de corte neoliberal han construido e impuesto, a través del pensamiento único, esa juventud que sólo piensa en la moda, en la música, en los centros comerciales o esa que se divierte emborrachándose en exclusivas zonas de la ciudad. Y la segunda; la visión que se tienen de parte de los sectores políticos o sociales de “considerar a las y los jóvenes como un simple grupo vulnerable al que hay que proteger e integrar”.

Por fortuna, esta situación no corresponde a la realidad de la mayoría de jóvenes guatemaltecos. Porque la mayoría de éstos, aunque son blanco perfecto del mercado y su consecuente alienación y consumismo, y de un sistema excluyente con jóvenes, indígenas y mujeres, tienen como prioridad la subsistencia diaria en un país del cual parecieran no ser parte. Y porque también existen organizaciones políticas de jóvenes que reivindican el elemento de la juventud como un factor determinante para cambios sustanciales en las estructuras estatales y sociales y por consiguiente el desarrollo de éstas, a través de diferentes y nuevas manifestaciones producto de la transformación de la participación política por la que transitan diferentes organizaciones juveniles.

Si en realidad hay intención de acercarse a entender las causas por las que la juventud y su poca participación política está como está, se debe partir por el reconocimiento que muchos jóvenes somos herederos de estructuras construidas e impuestas violentamente durante las fases del autoritarismo colonial (1523-1821), oligárquico (1821-1944), y contrainsurgente (1954-1996). Y que además estamos determinados por un proceso de transición política hacia la democracia, que inició su despegue desde estructuras e instituciones autoritarias en marzo de 1982 y que, a través de diversas etapas durante los últimos 20 años ha ido avanzando hacia formas de gobierno más participativas, aunque no aún hacia un mayor y mejor reparto del poder político, situación que ha incidido en que la transición no concluya y de muestras de agotamiento, ya hoy en tiempos de paz.

Además, se tiene que agregar que a diferencia de los años 60 y 70, época en la que los jóvenes de ese entonces ahora adultos, fueron altamente influenciados por hechos que marcarían la historia de la humanidad como la Revolución Cubana y la guerra de Vietnam, entre otros hechos que definitivamente contribuyeron a que los jóvenes adquirieran una fuerte radicalización política-ideológica. Traduciéndose, en muchos casos, en una activa participación política.

Otro de los factores que influiría en la participación política de los jóvenes sería que el Estado de bienestar no estaba tan deteriorado como ahora lo está, esa ventaja les permitió acceder a mayores espacios de relacionamiento entre jóvenes, es decir destinar mayor tiempo para sí mismos. En resumen estas décadas estuvieron marcadas por un período de explosión

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