Zimapan

¿Qué debe pasar para que un pueblo empiece a politizarse? ¿En qué condiciones las personas empiezan a cuestionar la sociedad en que vive y el gobierno que tiene? En el caso de Zimapán, municipio del estado de Hidalgo, bastó con la intención de instalar un confinamiento de residuos tóxicos y peligrosos en medio de doce comunidades.

Existen acontecimientos que marcan de manera rotunda el devenir de los pueblos. En el caso de Zimapán, la lucha contra un tiradero de residuos tóxicos y peligrosos constituyó un parteaguas. De ser un municipio tranquilo, apacible y, en cierta medida, desinteresado, se convirtió en un referente importante para quienes defienden al medio ambiente y los recursos naturales.

El engaño

En el año 2006, la administración municipal panista de Zimapán anunció la construcción de una planta recicladora. Con gran optimismo, se prometió la generación de una gran cantidad de fuentes de empleo y una rápida reactivación de la economía local, tan lastimada por los dueños privados de la minería, principal actividad económica de la demarcación.

No obstante, el engaño fue descubierto en el siguiente trienio encabezado por un alcalde priista. La planta recicladora no era tal. En realidad, la empresa española Befesa construiría un confinamiento de desechos tóxicos y peligrosos. Diversas publicaciones periodísticas informaron que se pretendía usar suelo zimapense para tirar 170 mil toneladas de desechos cada año[1].

Ante ello, la ciudadanía empezó a criticar duramente por qué se les había hecho creer que se construiría un centro de reciclaje. Comenzó a organizarse y empezaron a formar asambleas para discutir cómo enfrentarían esa situación.

De esta manera, los pobladores se enteraron que el confinamiento se construiría en medio de doce comunidades y en un lugar donde existe un alto riesgo de dañar al medio ambiente, pues se ubicaría a poca distancia de un manto freático que abastece de agua a localidades de Hidalgo y Querétaro.

Cabe destacar que Zimapán es la segunda ciudad en el mundo con mayor plomo en el ambiente y sus fuentes de agua están contaminadas con arsénico[2]. Por ello, en este municipio se registra una gran cantidad de muertes por diversos tipos de cáncer.

Por estas razones, se conformó el Movimiento Cívico Todos somos Zimapán, encabezado por José María Lozano (Chema), quien antes había intentado obtener la presidencia municipal por parte del PAN, pero perdió ante el candidato del PRI.

Los zimapenses comenzaron a manifestarse en varios lugares: en la Cámara de Diputados, en el Senado de la República, en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en la Secretaría de Gobernación, entre otros sitios.

Estas movilizaciones fueron apoyadas por diversas organizaciones, entre las que destaca El Barzón Popular, los deudos de Pasta de Conchos, así como movimientos en defensa del medio ambiente como Green Peace y otros.

El recién fallecido Samuel Ruiz, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, acudió a Zimapán a oficiar una misa e interceder para que las autoridades no usaran la violencia para acallar los actos de protesta.

Sin embargo, las autoridades municipales continuaron apoyando a la empresa española Befesa que siguió construyendo el tiradero a pesar del notable rechazo social que, de muchas maneras, se manifestaba para el proyecto.

La represión

Para atemorizar a quienes participaban en el movimiento, el gobierno federal envió 800 efectivos de la Policía Federal, quienes hacían rondines en las calles y acechaban las asambleas. Los habitantes señalaron que a partir de la llegada de estos agentes, se comenzó a extorsionar a muchos ciudadanos.

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