Zolezzi, Von Ahn y los innovadores sociales

Capítulo 9.  Zolezzi, Von Ahn y los innovadores sociales

        Alfredo Zolezzi es un innovador de origen chileno que tiene el propósito altruista de llevar agua potable a los miles de personas que no tienen acceso a este servicio y además de agua potable, servicios sanitarios adecuados, para lograrlo, está desarrollando una tecnología para purificar el agua y, aunque podría venderla por millones de dólares, decidió dirigirlo específicamente a las personas de bajos recursos que no tienen la capacidad de solventar este servicio.

        Zolezzi decidió esto porque, a sus 55 años que tiene, considera que ello es lo que le da un propósito y sentido de ser a su vida; antes de este proyecto, estuvo trabajando con el gobierno de los estados unidos para desarrollar tecnologías capaces de transformar petróleo sólido en líquido y de ese modo reactivar los viejos pozos petroleros.

        Zolezzi desarrolló un aparato purificador similar al del petróleo, con ayuda de varios científicos y un acuerdo entre la NASSA con su laboratorio en Viña del mar; la ventaja en él era la simplicidad que permitía lograr el objetivo a costos relativamente bajos, el procedimiento, de manera general, consiste en tomar agua contaminada para convertirla en plasma, ya que ello mata los virus y bacterias presentes, y luego la convierte en líquido. Zolezzi acudió a un laboratorio que realizara las pruebas pertinentes para corroborar que el agua obtenida realmente cumplía con las normas de sanidad establecidas en Chile. Al concluir satisfactorias la pruebas, Zolezzi acudió a la organización sin fines de lucro “Un techo para mi país”, donde solicitó información acerca de una comunidad pobre y organizada donde pudiera implementar el invento, sonsiguió proveer 50 litros diarios de agua potable a 19 familias del lugar con ello disminuyeron las enfermedades, gastos en medicina, agua embotellada y la necesidad de hervirla para purificarla.

        Evidentemente, Zolezzi invirtió sus ahorros en la implementación y desarrollo de la tecnología, gastando 5 millones de dólares con que contaba gracias a la venta de una parte de su máquina para el petróleo, pero no quería acudir a bancos o a vender su proyecto a instituciones que sólo lo usaran sin una finalidad social, por lo que, mediante la fundación “Un techo para mi país”, logró llegar a otra fundación de apoyo llamada Avina en Santiago de Chile, donde se entrevistó con Scallan, quien comentó que al principio Zolezzi le pareció un charlatán, no podía creer que fuera cierto que hubiera desarrollado una tecnología de talla como la del petróleo, que le hayan ofrecido 800 millones de dólares y que por ciertas razones el negocio fracasara sin haber aparecido absolutamente nada en alguna plana de periódicos o revistas, hasta que Zolezzi comenzó a enviarle información que analizó un abogado de confianza de Scallan y concluyó como verídica.

...