Actualmente, la demencia constituye un creciente problema médico, social y económico

I. INTRODUCCIÓN

Actualmente, la demencia constituye un creciente problema médico, social y económico en la sociedad occidental. Sin embargo, el término demencia, incluye de forma genérica conceptos heterogéneos cuyo uso indiscriminado puede conducir a errores importantes en el abordaje de su problemática asociada, (Álvarez-Saúco et al., 2005). Destaca especialmente en éste aspecto el término “Demencia Vascular” (DV), constituyendo una forma de demencia potencialmente prevenible, lo que acrecienta la importancia de su estudio en esferas tanto diagnósticas como terapéuticas.

La Demencia Vascular es el término que se emplea actualmente para describir un grupo heterogéneo de trastornos en los que los factores vasculares parecen desempeñar un papel esencial en el desarrollo del síndrome demencial (Hamilton, 2003). Aunque varios estudios muestran que los pacientes con DV presentan típicamente una disfunción subcortical y frontal y destacan como primeros síntomas, según Álvarez-Saúco et al., (2005), un deterioro en las funciones ejecutivas y/o déficits cognitivos focales múltiples; resulta de vital importancia mencionar que éste perfil no es homogéneo a todos los pacientes que sufren DV, debido a que la presentación clínica de éste tipo de demencia, varía de forma importante según la etiología, el tamaño y la localización del daño vascular, puesto que más que una única enfermedad, la Demencia Vascular constituye un síndrome que engloba un amplio y complejo espectro clínico. (López-Pousa, 1998).

De acuerdo con lo anterior, resulta difícil encontrar en la literatura criterios ampliamente aceptados para el diagnostico de la DV (Hamilton, 2003), incluso, sin una anamnesis detallada no resulta factible predecir la presencia o el alcance de los daños cognitivos, independiente del tamaño o la ubicación de los infartos cerebrales. En relación a esto se encuentra que uno o más infartos de gran tamaño, infartos corticales menores numerosos, o pequeños infartos subcorticales estratégicamente situados podrían asociarse con un deterioro intelectual significativo, aunque hay que destacar que pacientes con una patología vascular similar pueden manifestar un deterioro cognitivo escaso o nulo, por lo que resulta difícil establecer una relación clinicopatologíca (López-Pousa, 1998).

La importancia de estudiar esta patología, que representa la segunda en frecuencia, después de la Enfermedad de Alzheimer (Colimón, Martán & Mendoza, 2005) radica en la claridad de su prevención, diagnóstico y posibles herramientas terapéuticas para mejorar la calidad de vida y funcionalidad del paciente.

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