Biografia De Luis XVI
Enviado por diiewoo • 26 de Septiembre de 2011 • 7.533 Palabras (31 Páginas) • 1.159 Visitas
Biografía
Infancia y juventud
Nacido como Luis Augusto de Francia, duque de Berry, Luis XVI fue el cuarto hijo del delfín Luis Fernando y María Josefa de Sajonia. La segunda esposa del Delfín era hija de Federico Augusto III de Polonia, rey de Polonia. En el momento de su nacimiento, su padre y su hermano, Luis José Javier(nacido en 1751) le precedían en la línea de sucesión, por lo que nunca se creyó que llegara al trono. Sus hermanos y hermanas eran:
María Teresa de Francia (1746-1748). Hija del primer matrimonio de Luis Fernando con María Teresa de España. Medio hermana de Luis. Fallecida a los dos años de edad.
María Serafina de Francia (1750-1755). Hermana; fallecida a los cinco años.
Luis José Javier de Francia. Hermano. Predecesor de Luis como futuro heredero al trono; fallecido a los diez años.
Javier de Francia (1753-1754). Hermano.
Luis Estanislao de Francia (1755-1824). Hermano. Fue conocido como conde de Provenza por su título. Durante la Revolución se exilió y tras la caída de Napoleón subió al trono como Luis XVIII, iniciando así la Restauración.
Carlos Felipe de Francia (1757-1836). Hermano. Fue conocido como conde de Artois. Subió al trono como Carlos X, sucediendo a su hermano Luis XVIII.
Clotilde de Francia (1759-1802). Hermana. Reina consorte de Cerdeña.
Isabel de Francia (1764-1794). Hermana; guillotinada durante la Revolución.
Luis fue confiado a Rosalía, condesa de Marsan y princesa de Rohan, quien lo apartó de la corte y se lo llevó al palacio de Bellevue, colmándolo de cuidados, y, probablemente, salvándole la vida.5 A los seis años debió ser separado de su nodriza y traído junto a los hombres, lo que le causó una gran tristeza que intentaron aliviarle con juguetes y otras cosas, como fuegos artificiales, que no surtieron efecto.6 Su padre eligió personalmente a los hombres encargados de educarlo: el duque de La Vauguyon fue escogido como gobernador; el obispo de Limoges como preceptor; el marqués de Sinety como vicegobernador y el abad de Radonvillers para realizar las tareas esenciales del vicepreceptor. Su padre, desechó el método educativo mayoritario en la época, que reducía a entretenimiento y diversión la instrucción y abogó por el trabajo y el esfuerzo, lo que no combatió su predisposición a una extrema timidez y a un carácter reservado, que se convitieron en un defecto.7
Detestando los falsos cumplidos, no correspondía a los que se los dedicaban, y éstos lo aislaban, lo que le produjo una fuerte inseguridad en sí mismo y una exagerada modestia,7 hasta el punto de que, en una ocasión, al elogiarle un arengador de provincias por sus cualidades precoces, respondió: «Os equivocáis, señor, yo no soy el que posee [el] espíritu, es mi hermano [el conde] de Provenza»8
Su tía y madrina, la princesa María Adelaida, desarrolló un gran afecto por él, y se gustaba de llevarlo a su casa, donde más de una vez le dijo: «Vamos, mi pobre [duque de] Berry, estáte a tu gusto, tienes los codos libres: habla, grita, haz ruido, te doy carta blanca»8
El ya delfín (tras la muerte de su padre en 1765) recibió una exquisita enseñanza, por parte del jesuita Berthier9 y por supuesto, del duque de La Vauguyon, la cual dio unos espléndidos resultados: el delfín Luis Augusto conocía el latín, el italiano le era tan familiar como su lengua materna, hablaba el alemán pasablemente y dominaba el inglés, traduciendo de éste último L'histoire de Charles Ier (La historia de Carlos I), de David Hume; Doutes historiques sur les crimes imputés Richard III (Dudas históricas sobre los crímenes imputados a Ricardo III), de Horace Walpole y los cinco primeros volúmenes de Décadence de l'Empire romain (Decadencia del Imperio romano), de Gibbon; los cuales fueron impresos y editados.10 El duque de La Vauguyon era consciente de que debía prepararle para insuflarle fuerzas a la monarquía, que se encontraba muy debilitada y para curar todas las "heridas" de Francia con rapidez y precisión, no sólo educándolo con los conocimientos elementales, sino enseñándole a conocer a los hombres.11
Recibió una educación propia de un «príncipe de las Luces», y se le consideraba «un monarca iluminado».12 Practicaba la lógica, la gramática, la retórica, la geometría y la astronomía.13 Tenía unos conocimientos históricos y geográficos incontestables (diseñó él mismo un atlas de rigurosa precisión)14 y competencias económicas.13 Estuvo muy influenciado por Montesquieu, quien le inspiró una concepción moderna de la monarquía, libre del derecho divino».13
Matrimonio
El duque de Choiseul, con el propósito de poner fin a la prosperidad de Gran Bretaña y Rusia, decide aliarse con Austria, por lo que pide la mano de María Antonieta de Austria, archiduquesa de Austria e hija de Francisco de Lorena y la emperatriz María Teresa, para desposarla con el delfín.15
Para el traspaso de la frontera por parte de María Antonieta, se construyeron dos pabellones, simbolizando a las dos potencias aliadas. En el pabellón de Francia se encontraban la condesa de Noialles, dama de honor; la duquesa de Cossé, dama de vestuario; cuatro damas de palacio; el conde de Saulx-Tavannes, caballero de honor; el conde de Tessé, primer escudero y el obispo de Chartres, primer capellán.16 En el otro pabellón se encontraban las damas austríacas, que habían acompañado a la archiduquesa y la habían vestido con prendas francesas enviadas desde París.
María Antonieta entró en Estrasburgo e hizo un alto en Compiègne, a donde llegó el 15 de mayo. Allí conoció al rey, a su futuro marido y a las Mesdames de Francia (las hijas de Luis XV).17 Después, el séquito se dirigió a Saint-Denis, donde la carmelita Luisa de Francia (hija de Luis XV) conoció a la futura delfina.18 En Saint-Denis, la archiduquesa y su séquito se alojaron en el palacio de la Muette y el rey y el delfín volvieron a Versalles. A la mañana siguiente (16 de mayo) la delfina llegó a Versalles y los jóvenes novios fueron conducidos a la capilla de palacio, donde el gran capellán, el cardenal de la Roche les dio la bendición nuncial.19
Las celebraciones de la corte fueron brillantes, pero las de París las superaron, y tanto en la capital como en Versalles hubo una gran afluencia de público.20 Pero estas celebraciones serían un presagio de dolorosos hechos futuros: en una de las celebraciones en París, en la plaza de Luis XV, en la cual había una gran masa de público, se lanzaron fuegos artificiales, los cuales causaron un gran temor en el pueblo, que huyó hacia otra calle. Las imperfecciones del terreno hicieron caer a algunas personas, lo que causó la caída de muchas más, que fueron aplastadas; unas por el paso
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