Biografias De Liderazgo
Enviado por rosablu • 17 de Agosto de 2011 • 9.533 Palabras (39 Páginas) • 852 Visitas
Introducción:
El siguiente trabajo maneja un tema crucial para lo que ha sido la lucha por ser parte de un mundo más competitivo, ya que al hablar de las siguientes personas hacemos remembranza de aquellos que positiva o negativamente contribuyeron al éxito de sus organizaciones y orientaron a subordinados a conseguir sus objetivos.
El liderazgo de estos personajes fue clave para ser administradores eficaces y corresponder en determinado momento al papel que desempeñaban para combinar recursos y cumplir sus objetivos.
Tuvieron la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo o equipo. Influyeron y motivaron haciendo énfasis en su capacidad de persuasión y sumaron a esto el carisma con el que siempre se desenvolvieron.
Porfirio Díaz
José de la Cruz Porfirio Díaz (Oaxaca, 1830 - París, 1915)
Militar y estadista mexicano que fue presidente de México. En 1845 comenzó sus estudios en el Seminario y posteriormente trabajó como profesor en el Instituto, como armero y como carpintero. Fue discípulo del liberal Benito Juárez, futuro presidente, quien impartía Derecho Civil en el Instituto de Ciencias.
Cuando esta institución se clausuró por orden del presidente Santa Anna en 1854, Díaz inició su carrera política. En 1858 luchó contra los conservadores en la Guerra de la Reforma y tras ascender a general en 1861, luchó contra la intervención francesa. Fue jefe de brigada en Acultzingo en abril de 1862, participó en la batalla de Cinco de Mayo al lado de Ignacio Zaragoza, y en 1863 tomó parte en la defensa de Puebla.
En esta misma localidad protagonizó poco después una brillante acción militar, cuando realizó un asalto sangriento y rápido contra sus enemigos de esta ciudad, que se refugiaron en los cerros de Loreto y Guadalupe. Sin perder tiempo, avanzó hacia la Capital de la República y la tomó el 2 de abril de 1867, hecho que fue de gran trascendencia militar pues adelantó la caída del Imperio de Maximiliano y el triunfo de Juárez. Designado candidato a la presidencia por el Partido Progresista, fue derrotado por Juárez y a la muerte de éste, en 1872, se sublevó contra el sucesor Lerdo de Tejada. En noviembre del año anterior había lanzado el llamado "Plan de la Noria", en el que se pronunciaba contra el reeleccionismo y el poder personal y, a favor de la Constitución de 1857 y de la libertad electoral. Por fin, en 1876 consiguió expulsar a Lerdo, y accedió a la Presidencia. En 1880 la Cámara lo declaró Presidente Constitucional.
Posteriormente, se hizo reelegir; tomó posesión del cargo de nuevo el 1 de diciembre de 1884, y tres años más tarde publicó una enmienda, que fue aprobada por el Congreso, al artículo 78 de la Constitución, la cual le acreditaba para una nueva reelección; en 1890 publicó una nueva reforma al anterior artículo para hacer posible la reelección indefinida, todo lo cual le permitió permanecer en el poder hasta 1910. Antes de “perfeccionar” este sistema ordenó la eliminación de todos los adversarios políticos posibles, y la prensa fue sometida o perseguida cuando intentaba mantenerse independiente. El pueblo mexicano estaba hastiado del desorden y la guerra, y Díaz se propuso imponer la paz a cualquier coste, pero México no contaba con fondos ni tenía capacidad crediticia porque no había pagado sus deudas con puntualidad, así que había que atraer capital extranjero; el problema era que nadie invertiría en México si no había estabilidad y paz. Con una política de mano dura, Porfirio Díaz trató de eliminar las diferencias de opiniones sobre asuntos de política, y se dedicó a mejorar el funcionamiento del gobierno. "Poca política y mucha administración" era el lema de ese tiempo. La paz no fue total, pero Díaz consiguió mantener el orden mediante el uso de la fuerza pública. Policías y soldados persiguieron lo mismo a los bandoleros que a los opositores. Con una política de orden, aumentó la demanda de trabajo y se hizo posible el desarrollo económico, pues el país contaba con recursos y los empresarios podían obtener buenas ganancias.
Sin embargo, con el paso del tiempo se hizo evidente que la prosperidad era sólo para unos pocos, creció el descontento por la miseria en que vivía la mayoría de la gente y grandes sectores sociales tomaron conciencia de que Díaz llevaba demasiado tiempo en el poder. Cada vez fue más difícil mantener el orden. En los últimos años del Porfiriato se vivía en un clima de represión, en el cual la fuerza de las armas se utilizó con violencia creciente. De ello dan muestra la torpeza con que se negociaron y la dureza con que se reprimieron las huelgas de Cananea (1906), en Sonora, y de Río Blanco (1907) en Veracruz, así como la manera en que se persiguió a los periodistas que criticaban al régimen y a cualquiera que manifestara una opinión que no fuera la oficial.
Durante el largo tiempo en que gobernó Díaz se realizaron obras importantes en varios puertos, y se tendieron 20.000 kilómetros de vías férreas. Las líneas de ferrocarril se trazaron hacia los puertos más importantes y hacia la frontera con los Estados Unidos de América para facilitar el intercambio comercial. También sirvieron para facilitar la circulación de productos entre distintas regiones de México, y como medio de control político y militar. El correo y los telégrafos se extendieron por buena parte del territorio nacional. Se fundaron algunos bancos, se organizaron las finanzas del gobierno, se regularizó el cobro de impuestos y, poco a poco, se fueron pagando las deudas. La agricultura progresó espectacularmente en Yucatán, en Morelos y en La Laguna, con vastas producciones de henequén, caña de azúcar y algodón.
México tuvo un crecimiento económico nunca visto, pero, como poca gente tenía dinero para invertir o podía conseguirlo prestado, el desarrollo sólo favoreció a unos cuantos mexicanos y a los extranjeros. La desigualdad entre los muy ricos, que eran muy pocos, y los muy pobres, que eran muchísimos, abrió una profunda brecha en la sociedad mexicana. Se formaron enormes latifundios, los indígenas perdieron muchas tierras, y la mayor parte de los habitantes del campo tuvieron que ocuparse como peones en las haciendas.
Pero el éxito de su campaña lo convirtió en un peligro para el gobierno de Díaz, y poco antes de las elecciones de 1910 fue detenido en Monterrey y encarcelado en San Luis Potosí. Allí recibió la noticia de que Díaz había vuelto a reelegirse. Mediante el pago de una fianza salió de la cárcel, aunque debía permanecer en la ciudad. Sin embargo, a principios de octubre Madero escapó a los Estados Unidos
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