El Quehacer Del Pedagogo

¿Y Que De La Educación?

La calidad de educación que reciba un educando, va ligado a sus aptitudes y actitudes en su porvenir. Si bien, dentro de las instituciones educativas existen diferentes tipos de formadores, podemos evidenciar desde el más amable, cariñoso, entregado y comprometido con su quehacer, como el rudo, tosco, arbitrario, grosero y regio para relacionarse tanto en el área personal como educativa con sus estudiantes.

A lo largo de la película Taare Zameen Par, se afirman una serie de actitudes que permiten reflexionar acerca del rol de los educadores, de la sociedad educativa como tal y de la familia en el proceso de enseñanza y aprendizaje, como al igual son periódicas las escenas con una fuerte carga emocional, tanto las positivas como las negativas. Ishaan es un niño que simboliza muchos estudiantes que se encuentran dentro del sistema educativo, dentro de las aulas de clase, que suelen ser ignorados, subestimados, o etiquetados por los docentes como vagabundos, malcriados, perezosos, entre otros denominadores que evidencian una pobre o nula vocación de parte de los docentes. Son niños que han sido uno más de la lista de clase, que año a año repiten debido a una práctica pedagógica deficiente y carente de sentido.

Quien es educador, o quienes pretendemos enseñar deberíamos de autoevaluarnos, y analizarnos en todos nuestros aspectos, y hasta llegar a percibir que la tarea de educar es bastante compleja, y que no solo estar al cuidado del pequeño sino empaparse del mismo, tener vocación y comprender que no todos los educandos deben ser tratados de la misma manera, que las habilidades y destrezas de cada quien son diferentes a las de los demás, educar con amor es la base fundamental para lograr a formar un estudiante complejo, capaz de auto superarse y con gran ahínco.

Que gran trabajo el que tenemos como profesionales en educación, pues la incidencia de nuestras palabras, gestos y enseñanzas en su sentido más amplio son las que de una u otra manera hacen al estudiante. Pienso que cada experiencia que vivimos junto a nuestros estudiantes es una oportunidad para abonar un terreno, para sembrarlo con esperanzas, afecto, curiosidad para ir fortaleciendo esa semillita deseosa de conocimiento, de aprender y descubrir, que a través de nosotros pueden crecer o pueden quedarse estancadas.

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