Evaluacion Curricular

Ya hemos dejado en claro la concepción etimológica y el paulatino proceso de transformación que ha sufrido el significado del fenómeno currículo aplicado dentro del ámbito educativo, y también se ha aclarado que obedece a un método sistemático que va desde su creación hasta llegar a la etapa final de todo proceso curricular como es la evaluación de ese currículo. Pues bien, esto implica la permanente necesidad de determinar los logros del plan curricular y adecuarlo. Para ello se hace ineludible evaluar la totalidad de los elementos internos y externos que inexorablemente sobre el intervienen y que lo integran en un bloque complejo.

Algunos autores grafican este enfoque metodológico de la siguiente manera:

Nancy Zambrano define la evaluación como: “un proceso permanente de investigación que permite analizar los diferentes componentes del currículo, en relación con la realidad de la institución y del entorno social en que se desarrolla el plan curricular”. En este sentido, considero que la evaluación curricular constituye una fase primordial del proceso complejo que consiste en la creación y aplicabilidad del currículo, y es que, si bien es cierto comporta una serie de factores y la incorporación de un trabajo científico organizado el diseño del mismo y su materialización, esta debe estar sujeta a una perenne evaluación que permita determinar si su eficacia y permanencia continua vigente para el entorno socio-educativo determinado.

Ahora bien, la evaluación curricular la define como: “un proceso que se da en forma dinámica, sistemática y de manera deliberada desde el inicio de la elaboración del plan curricular, para suministrar validez, confiabilidad y objetividad”. Esto es realmente cierto, lo que se pretende lograr con el proceso evaluativo curricular es determinar su correspondencia entre los objetivos y finalidades trazadas en el plan curricular y la realidad material obtenida en el entorno, pero además de ello busca determinar la oportuna relación entre los requerimientos educativos y la realidad social, cultural y educativa que demandan las innovaciones en los distintos momentos históricos.

Stuffelbeam y Swinchkfield sostienen que los modelos de evaluación curricular encuentran relativa similitud en las siguientes características:

Integrada a todo el proceso de programación y desarrollo curricular.

Formativa propiciando el enriquecimiento profesional en cuanto a sus resultados.

Continua, permanente y estable.

Genera procesos de retroalimentación.

Criterios definidos que orienten las actividades.

Permita la participación activa de todos los actores educativos.

Estos autores propugnan que indistintamente el modelo evaluativo escogido para la valoración o estimación del currículo, debe estar guiada por estas directrices generales que persiguen la obtención de una información objetiva dirigida

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