Frank Lloyd Wright
Enviado por uliseslpz • 31 de Mayo de 2013 • 966 Palabras (4 Páginas) • 660 Visitas
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Frank Lloyd Wright pertenece a una generación, en cierto sentido de la palabra sacrificada. Cuando empezó a construir, todo parecía prometerle un éxito comercial; erigió más casas él durante el primer periodo de su carrera, que cualquiera de sus predecesores europeos; pero construyó solamente para una clientela privada. No es que sus casas – todas erigidas en el Oeste Medio y en el Oeste – posean caracteres estrictamente locales dentro de los límites de la región y de los gustos y exigencias de cada cliente: como cualquier obra de arte, representan algo que supera todos los vínculos del lugar y de la propiedad personal. Pero no han tenido influencia alguna en el país; no han llegado a ser un verdadero impulso creador.
Ello se explica por el hecho de que Wright comenzó a trabajar en el preciso momento en que la arquitectura americana se hallaba minada por la más peligrosa reacción aparecida desde los tiempos de su origen. La moda clasicista y gótica que en aquellos años desbarató los fundamentos de la arquitectura americana no tenía, naturalmente, nada de común con la tradición. Aquélla no representaba más que el hecho de proporcionar un sostén artificial a individuos de escasa sensibilidad emotiva. Detrás del escenario de sus casas – una miniatura de Versalles, una villa toscana o un castillo medieval - o sus rascacielos en formas góticas consagradas, aquella gente tuvieron la posibilidad de saber disimular su propia e íntima inseguridad. Todo ellos tuvo deplorables consecuencias para vivir de su profesión tenía que avenirse a seguir los dictados de la moda o renunciar por entero a proseguir en su empeño.
Durante el predominio de las imitaciones clásicas y góticas, que fue cada vez más potente entre los años de 1910 y 1925, Wright y Luis Sullivan tuvieron que vivir casi como si fueran expatriados en su propio país. En el último año de su vida, según me ha revelado un anciano arquitecto de Chicago, Sullivan recibía ayuda económica mensualmente por parte de algunos colegas. Y Wright, en 1940 hablando en su exposición, en Boston, resumió lo que vinimos explicando al pronunciar esta sencilla exclamación: “! Ellos mataron a Sullivan, y casi me mataron a mi!”.
En este periodo él y Sullivan se convirtieron, ante los ojos de sus contemporáneos, como los campeones de una causa perdida. Pero en realidad no fueron ellos quienes perdieron; fue el país, y no Wright, quien salió derrotado y tuvo luego que rectificar. En aquel tiempo, cuando Europa estaba empezando a moralizar los medios arquitectónicos, cuando la exigencia de una sinceridad aparecía en la arquitectura, América no se hallaba en condiciones de advertir lo que estaba ocurriendo en el extranjero. Su situación era similar a la del que se hallara ante un aparato de radio cerrado. Aun hoy se dejan sentir sus efectos.
La base de la obra de Wright es un robusto trípode: la tradición americana, su tendencia a lo orgánico y su capacidad
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