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Jesus Garcia Corona


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2011  •  2.384 Palabras (10 Páginas)  •  1.182 Visitas

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Nombre del personaje: Jesús García Corona

Fecha de nacimiento: 13 de noviembre de 1881

Fecha de fallecimiento: 7 de noviembre de 1907

Origen: Hermosillo Sonora

Actividad: Maquinista de locomotoras

Época: Reforma

El Héroe de Nacozari

En la ciudad de Hermosillo, Sonora, nació, el 13 de noviembre de 1881, Jesús García Corona, a quien la historia conociera como El Héroe de Nacozari; murió el 7 de noviembre de 1907. En 1898 arribó al pueblo de Nacozari la viuda Rosa Corona de García y sus ocho hijos: Trinidad, Ángela, Artemisa y Rosa, así como Francisco, Manuel, Miguel y el menor Jesús. El padre, Francisco García-Pino, al parecer murió en el trayecto a Nacozari.

El menor, Jesús, fue el mejor aprendiz de las actividades de su padre, dominando los rudimentos básicos de la metalurgia y la mecánica. Desde su temprana infancia mostró una buena habilidad en el manejo de maquinaria. Habiendo terminado con los funerales de Francisco García, la madre trasladó a los hijos a Nacozari con la esperanza de encontrar trabajo para ella y para el talento mecánico que demostraban tener sus hijos. Todos encontraron empleo en la mina rápidamente.

Recién cumplidos sus 17 años, Jesús solicitó empleo directamente en la oficina del ferrocarril de la Compañía Minera, el encargado, W.L.York, debido a su corta edad, le brindó trabajo como aguador pero adquirió rápidas promociones y ascendió en poco tiempo al sector de mantenimiento de vías. Trabajó como controlador de frenos y ya después como bombero. A la corta edad de 20 años llegó a ser ingeniero de máquinas.

Con las promociones llegaron los incrementos de sueldo. Tan complacida estaba la Compañía con el trabajo de Jesús, que en la primavera de 1904 fue premiado con un viaje con gastos pagados a San Luis Missouri. Con él viajaron los mecánicos Rafael Rocco y Cipriano Montaño; José Vejar, encargado del concentrador; Zacarías Ruiz y Heraclio Ramos del Departamento de Almacenes, el electricista Ignacio Montaño, Francisco Ancira y Manuel Vázquez de la compañía de ventas.

El martes 7 de noviembre de 1907 era otra más de las jornadas de trabajo en la mina. Agotado por los desvelos de la noche anterior, Jesús esperaba ir y venir varias veces en tren hacia Pilares. Sin dormir, decidió ir a casa a cambiarse de ropa para ir al trabajo; estando en el café que atendía su madre, decidió aceptarle a ésta el desayuno. Doña Rosa, de sesenta años de edad era una mujer supersticiosa, y le dijo:

- Estoy disgustada contigo m’hijo.

- Pero Mamá--respondió Jesús--, la música estaba deliciosa y las muchachas tan bonitas que olvidamos lo tarde que era.

Eso no es lo que me preocupa hijo. Toda la noche estuvieron ladrando los perros y los gallos cantaron que alguien moriría hoy en el pueblo. Tu propio perro estuvo ladrando toda la noche. Debes de estar cansado hijo, algo me dice que no debes de ir a trabajar hoy.

Debo ir Mamá, justamente hace unos días, el señor Douglas me dijo lo mucho que depende de mí. Dijo que si mantengo el nivel de trabajo tendré la oportunidad de ser jefe de ingenieros en la mina. Ten cuidado m'hijo, ve con Dios.

Después de eso, cerca de las seis de la mañana, Jesús se dirigió al centro de Nacozari. Su locomotora fue la número dos, construida bajo pedido a la Compañía Porter de Pennsylvania, en mayo de 1901 y era un poco menor que las utilizadas normalmente. Después de haber sido engrasada, ya lista para salir, Agustín Barceló e Hipólito Soto, encargados de frenos, reportaron:

- No tenemos conductor--dijo Agustín--, Alberto no puede trabajar.

- Que le pasa al viejito, Está enfermo en el hospital.

Las noticias no fueron buenas, Alberto Biel, alemán con larga experiencia, trabajaba recibiendo y acarreando los materiales de trabajo en la mina; su ausencia significaba más trabajo para todos. Jesús replicó ofreciendo lo mejor de sí:

- Bueno, eso me pone al cargo del tren de nuevo, correcto, Desde luego. --Y José le dice--, Canta y no llores, mi amigo.

Habiendo removido el freno, y después de manipular palancas y válvulas, llegó en pocos minutos a El Seis (a seis millas de Pilares), donde había almacenes y casas de trabajadores que mantenían las vías. Para hacer posible la quema segura de combustible, la locomotora contaba con un contenedor, en donde las chispas eran sofocadas con mayas. Pero en esos días no estaba funcionando, Jesús reportó que algunas brazas vivas estaban escapando del mismo y le pidió a José: Recuérdame por la noche, decirle al Departamento de Mecánica que repare el contenedor.

Cronología de la explosión

Tiempo: 1:00 PM. Después de una primera vuelta a la mina, la locomotora alcanzó de nuevo El Seis. Con suerte, Jesús debía completar dos corridas más. Un mensajero lo aborda para darle una noticia inesperada: Necesitan suplementos en la mina. Dirígete en el tren al más bajo nivel y habla con el señor Elizondo. Necesitarás cinco carros y algunas cosas más que él pedirá.

Jesús dejó 50 de sus góndolas en El Seis y descendió a la mina. Como le explicaría el Sr. Elizondo, cuatro toneladas de dinamita (utilizadas en la ampliación de la mina) serían llevadas al almacén de explosivos para colocarse en dos furgones. Era el más poderoso tipo de dinamita, traído por tren desde Oakland California a Pilares y Nacozari.

Durante la operación de carga del tren, Jesús aprovechó para ir a casa. Minutos antes de llegar, John Chisholm, un muchacho México-Americano apodado El Mestizo, lo abordó. Le dijo a Jesús que estaba jugando en su escuela cuando lo vio pasar y que deseó dar un paseo en el tren a Pilares. Jesús no dijo que no, pero habrían de ir primero por el tren a El Seis donde estaban los furgones vacíos.

En casa, Jesús encontró a su madre más alterada que antes:

- He pensado que ya no volveré a verte jamás, dijo doña Rosa a Jesús, Nunca he sentido tan fuerte presentimiento. Ahorita los gallos están cantando y es mediodía.

Jesús intentó calmar su angustia diciéndole:

- Pero madre, todo está perfectamente bien en el trabajo. Dos vueltas más a la mina y mi trabajo habrá concluido. Parece que va a llover, dijo doña Rosa.

- Llevaré el abrigo sobre la cabeza, madre. Y aunque me humedezca no quisiera resfriarme.

- Aún así m’hijo, deberías tomar la recomendación de tu madre. Le he comentado a mis amigas de mis preocupaciones y también creen que no deberías ir a trabajar hoy.

- Hasta más tarde, mamacita, adiós.

- Cuídate m’hijo.

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