MANUEL DE FALLA EN EL EXILIO
Enviado por mmnnpp • 10 de Diciembre de 2016 • Ensayo • 1.590 Palabras (7 Páginas) • 264 Visitas
MANUEL DE FALLA EN EL EXILIO
Su llegada a la Argentina (1939).
MANUEL DE FALLA, el compositor nacido en Cádiz en 1876, tras vivir casi veinte años en Granada, decidió dejar su país natal, para instalarse en la Argentina, a donde llega como invitado de la Institución Cultural Española de Buenos Aires para dirigir unos conciertos en el mes de noviembre de 1939.
En 1936, tras las victorias de las izquierdas en las elecciones legislativas, ocurrió el Alzamiento Nacional cuidadosamente urdido por Mola, Sanjurjo y Franco y otros generales, el cual a pesar del poderío militar y de las simpatías de clericales, conservadores y monárquicos careció de consenso popular en vasta regiones del país, lo que trajo como inevitable consecuencia la Guerra civil.
. Ya antes del comienzo de la contienda Manuel de Falla expresaba su visión en cuanto a los acontecimientos de los años 30’:
“... la revolución no fue principalmente obra de escritores y filósofos, sino el resultado de que los católicos olvidaran los principios de justicia y amor, que son esenciales al cristianismo... otra revolución más profunda y alta, guiada por el amor que debemos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Mientras no se haga esto sería inútil apelar a la tradición, palabra que ejerce una influencia casi mágica en ciertos sectores españoles, y con la cual se pretende explicar y justificar todo”. (...)[1]
Nos dice Manuel Orozco Díaz “con la Guerra Civil comienza el calvario final de Falla en Granada. Creyente intransigente, no admite la violencia. Las quemas de conventos, las revueltas inician su agonía. La muerte de Federico, la prisión de Lanz, la de tantos otros que lo enferman moralmente”. El pensamiento del Maestro gaditano sobre la moral se resume es esta frase:
“Para mí la moral cristiana es la única verdad que en moral existe. Es cierto que algunos (muchos por desgracia) blasonan de ser cristianos olvidando el Evangelio”Poco después de iniciada la guerra civil y con la profunda impresión del asesinato de Federico García Lorca, Falla se dirige a su amigo José María Pemán:
“Ahora, nuevas amarguras perturban mi espíritu: quiero referirme a la aplicación de la pena capital a personas de cuyos delitos acusan, al menos en apariencia, notable desproporción. Usted sin duda comparte estos sentimientos, pues todos sabemos sus altas convicciones religiosas y la nobleza de su corazón, y por eso me decido a escribirle confiando en que usted, con todo su prestigio, pueda influir eficazmente para que se limiten los hechos en cuestión.”
Tres guerras son demasiado para su sensibilidad y su economía. Cuando decide al fin su partida a Buenos Aires sabe que no volver
á
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Es evidente que Falla emigró a Argentina, huyendo de los grandes condicionamientos de la sociedad europea de entonces; pero ello no significa sin más una huida, un alejamiento ante tal o cual situación política, sino algo más complejo: un alejamiento, un exilio, si se quiere, un rechazo, pero fundamentalmente de toda la violencia que manifestaba aquella sociedad.
Aunque a lo largo de la historia de España ha habido numerosos exilios por razones políticas, el exilio trágico por antonomasia, por encima de todos los demás, ha sido el provocado por la guerra civil de 1936-1939.
Se iniciaba así un éxodo de dimensiones cuantitativas y cualitativas como nunca hasta entonces se había conocido en la historia de los españoles. Se veían obligados a abandonar España no sólo las autoridades del Régimen republicano y los dirigentes de los diversos partidos políticos y de los sindicatos, así como sus cuadros, también lo hacía un gran número de profesionales - escritores, periodistas, médicos, catedráticos, juristas, farmacéuticos, ingenieros, militares…-, tal vez los más representativos y cualificados de la inteligencia española de la época. Entre aquellos cientos de miles de republicanos, salían también al exilio las Instituciones democráticas del Gobierno legítimo de la Segunda República.
La historia de Falla no es distinta a la de tantos otros emigrantes que, acosados por el avance de los fascismos, deciden cruzar el Atlántico para reencontrarse con la paz y la esperanza.
por lo que no es infrecuente encontrarle en las listas de los exiliados. Pero hay un matiz que diferencia su viaje de los de la gran mayoría: él no se vio obligado a huir, Falla no era un perseguido de la España franquista; fue en todo caso un exilio voluntario.
En plena contienda le arrancaron unas palabras de adhesión a los sublevados e incluso llego a terminar - aunque no a orquestar - un Himno marcial para voces, tambores y piano con letra de José María Pemán, adaptado del Canto de los almogávares que Pedrell había incluido en su ópera Los Pirineos.
No había ningún motivo para hipotéticas represalias, he incluso los triunfadores le ofrecieron algún cargo para que el músico español más internacionalmente conocido estuviera claramente vinculado al nuevo régimen.
Pero Manuel de Falla se marchó. Y lo hizo sabiendo por experiencia lo que eso significaba: la primera gran guerra le había obligado a abandonar París tras el triunfo de La Vida Breve, y fueron años muy duros sin poder beneficiarse de sus derechos de autor, el único medio que tenia para vivir. Ahora, en la Argentina y con la nueva guerra mundial azotando en el horizonte, un Falla ya envejecido pasó por las mismas circunstancias, voluntariamente.
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