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MIGUEL FEBRES CORDERO


Enviado por   •  29 de Agosto de 2011  •  1.378 Palabras (6 Páginas)  •  843 Visitas

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res Cordero (1854-1910)

Francisco Febres Cordero nace en una familia que siempre ha tenido mucha relevancia en la vida política de Ecuador. Francisco debe superar la oposición de su familia para realizar su vocación de religioso laico, es el primer ecuatoriano admitido en el Instituto.

El Hermano Miguel es un enseñante capacitado y un estudiante aplicado. No ha cumplido todavía los 20 años cuando publica la primera de sus numerosas obras, una gramática española que se transforma rápidamente en un clásico. En el transcurso de los años sus investigaciones y sus publicaciones en el ámbito de la literatura y de la lingüística le ponen en contacto con expertos del mundo entero y es nombrado miembro de las Academias nacionales de Ecuador y de España.

En 1863 los Hermanos de las Escuelas Cristianas abren una escuela en Cuenca (Ecuador). Entre los primeros alumnos figura Francisco Febres Cordero, nacido el 7 de noviembre de 1854. La educación cristiana comenzada en la familia recibe en la escuela nuevo impulso y desarrollo, gracias sobre todo a la lección de catecismo y al ejemplo de los educadores, y así vemos cómo la estrella de la vocación lasaliana no tarda en despuntar en el espíritu abierto del joven ecuatoriano. La oposición que encuentra por parte de sus padres, que quisieran encaminarlo hacia el sacerdocio, no le desalienta. Francisco, que desde sus más tiernos años acostumbra confiar a la Virgen todas sus cuitas, encuentra en Ella la fuerza para seguir adelante en su propósito. Finalmente, el 24 de marzo de 1868, obtiene de su madre la autorización para ingresar en el noviciado de los Hermanos: es la víspera de la fiesta de la Anunciación. Al revestir el hábito lasaliano, Francisco recibe el nombre de Hermano Miguel.

Con ello no cesa sin embargo la lucha por la fidelidad a su vocación. El padre de Francisco, aun habiendo aceptado la decisión de su esposa, no escribe a su hijo una sola línea en cinco años. Entre tanto, el Hermano Miguel inicia su apostolado en las escuelas lasalianas de Quito. El joven profesor sobresale en la enseñanza de la lengua y literatura españolas y, ante la carencia de manuales y libros de texto apropiados, se decide a componerlos él mismo. El gobierno ecuatoriano no tardará en adoptarlos para todas las escuelas del país. Con el correr de los años el Hermano Miguel dará a la imprenta otras obras, sobre todo del campo de la lírica y de la filología, las cuales le abrirán las puertas de la Academia Nacional.

Compondrá también catecismos para la infancia, siendo la catequesis el campo preferido de su actividad apostólica. De modo especial, reclamará y obtendrá siempre para sí el privilegio de preparar a los niños a la Primera Comunión, dedicándose a esta delicada labor hasta 1907, fecha de su viaje a Europa. Este asiduo contacto con los niños contribuirá a forjar una de las características más notables de su espiritualidad: la sencillez evangélica: «Sed sencillos como palomas». «Si no os hacéis como parvulitos no entraréis en el reino de los cielos». De esa sencillez será expresión su tierna devoción al Niño Jesús. Con la sencillez evangélica brillan también en él las virtudes propias de la vida religiosa: la pobreza, la pureza, la obediencia. Sobre todas ellas resplandece la caridad, que se nutre en la piedad eucarística y en la devoción a la Virgen. Una evidencia se impone pronto a sus contemporáneos: «El Hermano Miguel es un santo».

Su santidad irradiará también en el viejo continente. En 1904, como consecuencia, en Francia, de las leyes hostiles a las congregaciones religiosas, muchos Hermanos de La Salle, no pudiendo ejercer su apostolado en su propio país, deciden expatriarse. Numerosos son los que optan por España y los países de América latina. La necesidad de procurar a esos valerosos lasalianos el conocimiento indispensable de la lengua castellana, mueve a los Superiores a trasladar al Hermano Miguel a Europa para que pueda dedicarse a la composición de textos apropiados para un estudio acelerado de dicho idioma. Tras unos meses de estancia en París, el Hermano Miguel se traslada a la Casa Generalicia de los Hermanos en Lembecq-lez-Hal (Bélgica).

Enteramente dedicado a su nueva tarea, su virtud no deja de

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