Maria Reiche Newman

Nació en la ciudad de Dresden (Alemania) el 15 de Mayo de 1903. Su infancia la vivió junto a sus hermanos, y ya en el jardín de su casa comenzaba su pasión por las ciencias naturales.

María estudió Matemáticas, Geografía, Física, Pedagogía y Arqueoastronomía, en el Technische Holchschule, en Dresden y Hamburgo.

Desde muy niña tuvo la ilusión de viajar al Perú, cuando en el colegio tuvo en sus manos por primera vez un atlas, en el que pudo ver que existía un lago muy grande, el Lago Titicaca. Esa ilusión se transformó en un sueño que la acompañaría toda su infancia y adolescencia, y que se hizo realidad en 1932, cuando llegó al Perú a trabajar como institutriz de los hijos del Cónsul alemán en el Cusco. “Cuando tomé el primer tren hacia el Cusco, todo el viaje lo pasé en la plataforma, de comienzo a fin, viendo al aire libre los bellos paisajes. Ese fue el primer regalo que me dio el Perú. Todo se desarrolló desde entonces, mi vida raras veces ha sido dura, porque yo tenía que cumplir mi destino.”

Una vez terminado su trabajo en el Cusco decidió quedarse en el Perú y trabajar como traductora. En 1938 trabajó en el Museo Nacional donde conoció al Dr. Julio Tello, padre de la arqueología peruana, con quien trabajó en la conservación de fardos funerarios descubiertos por el Dr. Tello. Luego, en 1939 fue traductora y asistente del Dr. Paul Kosok, quien realizó visitas a las Pampas de Nasca, donde existen enormes diseños geométricos dibujados en las arenas del desierto, y gigantescas figuras de animales bordeadas por pequeñas piedras, que no se pueden distinguir a nivel del suelo, y sólo pueden observarse plenamente desde las alturas. En 1941, quedó en manos de María la continuidad de ese trabajo.

Desde entonces y durante toda su vida, María realizó estudios de medición e interpretación de las Líneas y Dibujos de Nasca. Se dedicó por completo a ello, y vivió sola en las Pampas, sin recibir financiamiento de ningún organismo, sólo apoyada económicamente por su hermana Renate. Descubrió todos los enormes dibujos y líneas, haciendo esfuerzos por su conservación y protección como patrimonio cultural legado por los antiguos habitantes de esa zona. Pocas veces fue comprendida en esta lucha, y varias veces sufrió el maltrato de personas que la vieron como una excéntrica. Pese a todo, por su constancia y carácter pudo sobreponerse a la adversidad y seguir adelante.

Paralelamente, mientras realizaba sus investigaciones, María también aprendía acerca de la cultura andina, en especial la Nasquence. “Conocerla y valorarla es en una ventaja importante para quien pretende develar el secreto de las Pampas. La gente aquí es muy buena observadora de la tierra y del firmamento. Y no sólo se trata de la historia de este pueblo, sino también de su idiosincrasia y su filosofía de la vida, sus inquietudes y sus limitaciones, la armonía en su arte y su dedicación a la ciencia y la ingeniería. Los Nasca

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