Martin Lutero
Enviado por gushvan171092 • 22 de Mayo de 2013 • 6.444 Palabras (26 Páginas) • 396 Visitas
MARTIN LUTERO
El gran reformador 1483-1546
Juan Hus dijo en la cárcel, cuando fue sentenciado por el Papa a ser quemado vivo: "Pueden matar el
ganso (en su lengua 'hus' quiere decir ganso), pero dentro de cien años aparecerá un cisne que no podrán
quemar."
Mientras caía la nieve y el viento helado aullaba como una fiera alrededor de la casa, nació ese "cisne",
en Eisleben, Alemania. Al día siguiente el recién nacido fue bautizado en la Iglesia de San Pedro y San
Pablo, y como era ése el día de San Martín, el pequeño recibió el nombre de Martín Lutero.
Ciento dos años después de que Juan Hus expirara en la hoguera, el "cisne" fijó en la puerta de la iglesia
de Wittenberg, sus noventa y cinco tesis contra la venta de indulgencias, hecho que dio origen a la Gran
Reforma. Juan Hus se equivocó en sólo dos años en su predicción.
Para dar el debido valor a la obra de Martín Lutero, es necesario recordar el obscurantismo y la
confusión que reinaban en la época en que él nació.
Se calcula que por lo menos un millón de albigenses habían sido muertos en Francia en cumplimiento de
una orden del Papa, de que esos "herejes" (que sustentaban la Palabra de Dios) fuesen cruelmente
exterminados. Wycliffe, "la Estrella del Alba de la Reforma", había traducido la Biblia a la lengua inglesa.
Juan Hus, discípulo de Wycliffe, había muerto en la hoguera en Bohemia suplicando al Señor que
perdonase a sus perseguidores. Jerónimo de Praga, compañero de Hus y también un erudito, había sufrido
el mismo suplicio cantando himnos en las llamas hasta que exhaló su último suspiro. Juan Wessel, un
notable predicador de Erfurt, había sido encarcelado por enseñar que la salvación se obtiene por gracia.
Aprisionaron su frágil cuerpo entre hierros, donde murió cuatro años antes del nacimiento de Lutero. En
Italia, quince años después del nacimiento de Lutero, Savonarola, un hombre dedicado a Dios y fiel
predicador de la Palabra, fue ahorcado y su cuerpo fue reducido a cenizas, por orden de la iglesia.
Fue en tal época que nació Martín Lutero. Como muchos de los hombres más célebres, pertenecía a una
familia pobre. El acostumbraba decir: "Soy hijo de campesinos; mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo
fueron verdaderos campesinos." Luego añadía: "Tenemos tanta razón para vanagloriarnos de nuestra
ascendencia, como tiene el diablo para enorgullecerse de su linaje angelical."
Los padres de Martín tuvieron que trabajar incansablemente para poder vestir, alimentar y educar a sus
siete hijos. El padre trabajaba en las minas de cobre, y la madre, además de atender a sus quehaceres
domésticos, transportaba leña sobre sus espaldas desde el bosque.
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Sus padres no solamente se interesaban por el desarrollo físico e intelectual de sus hijos, sino también
por su desenvolvimiento espiritual. Cuando Martín tuvo uso de razón, su padre le enseñó a arrodillarse al
lado de su cama, por las noches antes de acostarse, y rogaba a Dios que hiciese que el niño recordara el
nombre de su Creador. (Ecl_12:1.)
Su madre era sincera y devota; así pues, enseñó a sus hijos que considerasen a todos los monjes como
hombres santos, y a todas las transgresiones de los reglamentos de la iglesia, como transgresiones de las
leyes de Dios. Martín aprendió los Diez Mandamientos y el "Padre Nuestro", a respetar la Santa Sede en
la distante y sagrada Roma, y a mirar reverentemente cualquier hueso o fragmento de ropa que hubiese
pertenecido a algún santo. Sin embargo, su religión se basaba más en que Dios era un Juez vengativo, que
un Amigo de los niños. (Mateo 19:13-15.) Siendo ya adulto, Lutero escribió: "Me estremecía y me ponía
pálido al oír mencionar el nombre de Cristo, porque me habían enseñado a considerarlo como un juez
encolerizado. Nos habían enseñado que nosotros mismos debíamos hacer propiciación por nuestros
pecados; que no podemos compensar suficientemente nuestras culpas, sino que es necesario recurrir a los
santos del cielo, y clamar a María para que interceda a nuestro favor desviando de nosotros la ira de
Cristo."
El padre de Martín, sintiéndose muy satisfecho con los trabajos escolares de su hijo en la villa donde
vivían, decidió mandarlo, cuando cumplió los trece años de edad, a la escuela franciscana de la ciudad de
Magdeburgo.
El joven se presentaba frecuentemente al confesonario, donde el sacerdote le imponía penitencias y lo
obligaba a practicar buenas obras a fin de obtener la absolución. Martín se esforzaba incesantemente por
conseguir el favor de Dios, mediante la piedad, y ese mismo deseo lo llevó más tarde a la vida del
convento.
Para su subsistencia en Magdeburgo, Martín tenía que pedir limosna por las calles, cantando canciones
de puerta en puerta. En vista de ello sus padres, pensando que en Eisenach lo pasaría mejor, lo enviaron a
estudiar en esa ciudad, donde, además, vivían parientes de su madre. No obstante, esos parientes no le
prestaron ninguna ayuda, y el joven tuvo que seguir pidiendo limosna para poder comer.
Cuando ya estaba a punto de abandonar sus estudios, para ponerse a trabajar con las manos, cierta
señora acomodada, Doña Úrsula Cota, atraída por sus oraciones en la iglesia y conmovida por la humildad
con que recibía cualquier sobra de comida, en su puerta, lo acogió en el seno de su familia. Por vez
primera Lutero conoció lo que era la abundancia. Años más tarde él se refirió a la ciudad de Eisenach
como "la ciudad bien amada". Cuando Lutero se hizo famoso, uno de los hijos de la familia Cota fue a
cursar sus estudios en Wittenberg, donde Lutero lo recibió en su casa.
Cuando vivió en la casa de Doña Úrsula, su afectuosa madre adoptiva, Martín hizo progresos muy
rápidos, recibiendo una sólida educación. Su maestro, Juan Trebunius, era un hombre culto y de método
esmerado. No maltrataba a sus alumnos como lo hacían los demás maestros. Se cuenta que al encontrarse
con los muchachos de su escuela, los saludaba quitándose el sombrero, porque... "nadie sabía si entre ellos
había futuros doctores, regentes, cancilleres o reyes..." Para Martín, el ambiente de la escuela y del hogar
le fue favorable para formar un carácter fuerte e inquebrantable, tan necesario para
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