Marx
Enviado por serch16 • 29 de Septiembre de 2012 • Tesis • 5.122 Palabras (21 Páginas) • 289 Visitas
MARX
0. INTRODUCCIÓN
Karl Marx (1818-1883) es una de las mayores figuras intelectuales de la historia, y sin duda de las que ha alcanzado mayor influencia práctica en el plano político y cultural. Gran polemista y estudioso incansable, fue sobre todo un gran agitador, un promotor de nuevas ideas y un abanderado de los nuevos ideales socialistas, además de profeta, activista, líder político e intelectual que abordó cuestiones relacionadas con casi todas las ciencias sociales. De familia judía, bautizado en la Iglesia Evangélica y alumno en un colegio de jesuitas, fue, sin embargo, uno de los grandes ateos de la historia. Promotor de la Internacional (1864), tras ser perseguido por las policías de media Europa, gracias a la colaboración económica de Federico Engels (1820-1895) pudo
vivir en Londres hasta su muerte (1883) dedicado a la producción literaria.
La filosofía social de Marx responde a dos periodos. El primer periodo (1836-1849) se inicia con su estudio de Hegel en la Universidad de Berlín (1836-1841), donde se doctoró en filosofía (1841), cuyos seguidores se dividían en un ala idealista (hegelianismo) y un ala materialista (hegelianismo disidente o izquierda hegeliana, Feuerbach), a la que se adscribió. Cerradas las puertas a una cátedra de filosofía en la Universidad de Bonn, optó por el periodismo, llegando a ser redactor jefe de la “Gaceta renana”. El periodismo lo llevó a la política, entablando vínculos con el socialismo francés que lo llevaron a París (1843); allí conoció a Engels y constató que la teoría socialista había sido superficial porque el idealismo dialéctico de Hegel carecía de comprensión de la dinámica de la evolución social (“La Sagrada Familia”, 1845). Ello le hizo concebir el materialismo dialéctico, esbozado en “La ideología alemana” (1845) y en el “Manifiesto comunista” (1848), basado en la teoría de que el desarrollo social depende de la evolución de las fuerzas de producción. El segundo periodo (1849-1883) se inicia con su traslado a Inglaterra tras las Revoluciones de 1848, donde puso fin a su actividad como revolucionario activo. Allí redactó una “Crítica de la economía clásica” (1859, teoría de la plusvalía), participó en la creación de la “Internacional” (“Asociación Internacional de Trabajadores”, 1864) y publicó su obra cumbre, “El capital” (1867). No obstante, su filosofía social nunca la expuso de un modo sistemático,
salvo en resúmenes y trabajos ocasionales, destacando su tesis de que la evolución de la producción económica determina la superestructura institucional e ideológica de una sociedad.
Resulta relevante destacar el paralelismo Hegel-Marx. Ambos compartían una filosofía de la historia cuyo curso era racionalmente necesario, es decir, que se despliega a través de una serie de etapas según un plan lógico, y coincidían en que la fuerza impulsora del cambio social es la lucha, pues la pugna por el poder no es susceptible de arreglo pacífico; por ello, ambas filosofías eran esencialmente prácticas. Sin embargo, Hegel suponía que la culminación de la historia social era el surgimiento de las naciones, mientras Marx señalaba a la clases sociales, especialmente la proletaria; para Hegel la fuerza impulsora era un principio espiritual nacional, para Marx el sistema de fuerzas productivas; para Hegel el mecanismo de progreso era la guerra entre naciones, para Marx el antagonismo entre clases; Hegel apelaba al patriotismo nacional, Marx a la fidelidad a la clase. Con todo ello, Marx transformó el hegelianismo nacionalista, conservador y contrarrevolucionario en una teoría política radical y revolucionaria, origen del socialismo y comunismo posteriores, según la cual el poder es económico antes que político.
1. EL MATERIALISMO DIALÉCTICO
Marx adoptó la dialéctica de Hegel, pero trasladándola desde el reino de la filosofía y las ideas (idealismo dialéctico) al de las relaciones sociales en el mundo material (materialismo dialéctico). Desde esa perspectiva, se deben considerar los siguientes
aspectos:
En primer lugar, pensar en términos dialécticos supone aceptar las relaciones recíprocas entre los factores sociales, y no en términos unidireccionales de causa-efecto. Para un dialéctico, un factor puede tener un efecto sobre otro, pero éste último también puede influir sobre el primero; se trata de contemplar los fenómenos desde una totalidad dialéctica.
En segundo lugar, para un dialéctico los valores sociales no son separables de los hechos sociales, pues piensa que no sólo es imposible separar los valores del estudio social, sino que además ello produciría una sociología inhumana y desapasionada, incapaz de aportar soluciones a los problemas sociales. Así, hechos y valores están entretejidos de tal manera, que el estudio de los fenómenos sociales entraña necesariamente una carga valorativa; de hecho, la implicación emocional no implica la imprecisión de las observaciones, y los mejores científicos son los más apasionados en su análisis y los más comprometidos con sus ideas.
En tercer lugar, Marx afirma que no existen líneas divisorias entre los fenómenos sociales, pues los componentes del mundo social se entremezclan de forma gradual e imperceptible (p. e., capitalistas ↔ proletariado). Por ello, los dialécticos adoptan una perspectiva relacional del mundo social, y no se centran jamás en una unidad social aislada.
En cuarto lugar, los dialécticos cuentan con una perspectiva histórica, pues no sólo se interesan por la relación entre los fenómenos sociales contemporáneos, sino también por la relación entre éstos y los fenómenos sociales pasados y futuros.
Ello implica dos aspectos: por un lado, el interés por el estudio de las raíces históricas, pues en ellas se encuentran las fuentes de los fenómenos actuales; por otro, la preocupación por la dirección futura que adoptará la sociedad, lo que hace que la sociología dialéctica sea intrínsecamente política, pues posee una imagen del mundo y el deseo de promover actividades que la hagan realidad. Así, para un dialéctico el cambio social es una posibilidad futura de lo que ahora existe en potencia: las fuentes del futuro existen en el presente.
En quinto lugar, y aunque parezca una contradicción con el modelo dialéctico, la dialéctica se opone al determinismo, pues niega que el mundo social admita un modelo simple y determinista, y afirma que los fenómenos sociales, que están en constante acción y reacción, no se pueden reducir a las categorías de tesis-antítesis-síntesis. En el mundo real no existe lo inevitable, y el futuro constituye sólo una posibilidad de lo que ahora existe en
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