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Nunca Fuí Igual


Enviado por   •  15 de Marzo de 2014  •  935 Palabras (4 Páginas)  •  196 Visitas

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Nunca fui igual

Imagínate estar encerrado en un cuarto, amarrado, sin comer y solo escuchar el llanto de tus hermanos. Así fue mi niñez; pero todo cambió hace alrededor de nueve años. Este cambio comenzó con el nacimiento de mi hermano Joadner. Al descubrir que tenía droga en la sangre el Departamento de Niños y Familias nos separo de mi mamá. En total somos seis hermanos de los cual yo soy la mayor. Pase una vida muy difícil. No conocía mundo más allá de las cuatro paredes que me rodeaban. A mis ocho años nunca había asistido a la escuela, no estaba inmunizada y mi cuerpo estaba deshidratado, no me sabía comunicar mucho, ya que no tenía conocimiento del vocabulario normal para la edad que tenía.

Mi hogar era horrible, pasé por maltrato. Era un lugar donde solo había drogas y alcohol. Pasaba los días amarrada, sin comer, sin poder ir al baño, escuchando a mis hermanos pequeños llorar. Mi mamá entraba y salía de la casa sin siquiera mirarnos, como si fuéramos basura o simplemente como si no existieramos. Mis hermanos y yo jamás recibimos cariño de su parte, al contrario; todo era ofensas, maltrato y experiencias de rechazo inolvidables. Aun recuerdo aquella tarde en la que mi mamá abrió la puerta del cuarto y tiró comida en el piso, la cual siempre estaba cerrada con candado por fuera. En ese momento yo no entendí nada, nos dijo que si queríamos comiéramos y si no, tampoco le importaba, cerró la puerta y se marchó. Aún con el hambre que tenía no pude comer, solo llore y me preguntaba el por qué de mi vida.

La tarde que llego El Departamento De La Familia fue cuando llegó la esperanza a mi vida. Sentí que por fin mi vida iba a cambiar y así fue. Sin embargo fue un trago muy amargo. Tuve que declarar en contra de mi madre para ayudar a mis hermanos a salir de aquel mundo. Mi mamá comenzó a gritar, a pedirnos perdón, y nos prometió que algún día estaríamos juntos nuevamente. Sinceramente la esperé, pero luego entendí que jamás iba a regresar. Me enviaron al hogar de mi abuela paterna junto a mi padre y mis tías, e inmediatamente me inscribieron en la escuela. De ahí obtuve uno de los mayores recuerdos más amargos para mí, cuando me citaron en la oficina de la directora de la escuela. Ahí me entrevistaron, me preguntaron qué letras y números conocía. Mi conocimiento era bastante escaso como para que me ubicaran en el grado correspondiente a mi edad, así que me enviaron a kindergarten. Mi frustración fue inmensa, lloré como pocas veces lo he hecho en mi vida.

Era la más grande del grupo, se burlaban, me humillaban, me ofendían, fue horrible. En ese momento me sentí muy mal, mi autoestima se fue cayendo hasta llegar al suelo. Pero en medio de ese dolor me hice una promesa a mí misma, les demostraría a todos que yo si podía lograr muchas cosas. A los ocho años comencé a cumplir esa promesa. Estudie con mucho afán. A veces me daban doble dosis

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