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OTTO WAGNER: LA CIUDAD EXPANSIBLE


Enviado por   •  11 de Mayo de 2013  •  1.618 Palabras (7 Páginas)  •  530 Visitas

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OTTO WAGNER: LA CIUDAD EXPANSIBLE

Lo más moderno de lo moderno en la arquitectura son, sin duda alguna, las grandes aglomeraciones urbanas

existentes en la actualidad. Su dimensión, nunca alcanzada hasta el momento ha planteado un gran

número de nuevos problemas, que están a la espera de ser resueltos por los arquitectos29.

Nacido en Penzing en 1841, su formación en la Bauakademie de Berlín y en la Akademie der

bildenden Künste de la capital austríaca había proporcionado a Otto Wagner un buen dominio

de la composición arquitectónica y un aprecio por las formas históricas. Su toma de postura por

una renovación de la arquitectura no dejó de sorprender en el ambiente profesional30. En 1895,

el mismo año que es invitado a ocupar la cátedra de arquitectura de la Academia de Bellas Artes

de Viena, Otto Wagner presenta las líneas maestras que exige la Modern Architektur, en ese

manifiesto, su más famoso e influyente ensayo, acude ya al referente que se convertiría en el leit

motiv de sus tarea proyectual: la respuesta desde la arquitectura al reto que ofrece la Grossstadt,

la gran ciudad.

Wagner afirmó siempre la unidad de las artes, más aún, llegó a escribir: “se me hace difícil

hablar del arte en plural, pues sólo existe un arte”32; esta actitud estuvo siempre presente en su

modo de afrontar el proyecto de un edificio, considerando simultáneamente su dimensión urbana

y su incidencia en la ciudad; actitud especialmente operativa cuando se trataba de un edificio

público, entendido en su diseño como parte esencial de la ciudad.

Ocasión y sentido de Die Grossstadt

En 1910 Otto Wagner se ve en condiciones de ofrecer de un modo directo su programa para la

proyectación de la Grossstadt. La oportunidad se le presenta en el International Congress of

Municipal Arts de Nueva York; tomando como ocasión su propuesta para el Plan Viena, nuestro

arquitecto ofrece de modo sintético su visión de lo que debe ser un Plan Regulador de una gran

ciudad33.

Dos circunstancias, de orden bien diverso, pueden identificarse en la génesis de su propuesta, y

explican de algún modo su amplitud. Por una parte, el momento que atraviesa en aquellos años

el proceso conformador de la disciplina urbanística; por otra, la propia operación renovadora de

la arquitectura emprendida por Wagner. En efecto, desde finales del siglo XIX, y especialmente

a comienzos del siglo XX, confluyen en Europa y Estados Unidos diversas iniciativas tendentes

a la formulación de una disciplina dirigida a la construcción de la ciudad35.

Como resultado de este intenso intercambio y discusión de experiencias se afianzan los instrumentos

del urbanismo, y muy especialmente el plan regulador, superando la mera técnica del

ensanche: se difunde y comienza a precisarse el instrumento del zoning, se toma conciencia de

la necesidad de prever equipamientos y áreas libres, se inicia la conceptualización de los sistemas

urbanos, etc. Pero al mismo tiempo, los arquitectos consiguen asumir un papel relevante,

competiendo con los ingenieros, y aún desplazándolos de unos cometidos que, de algún modo,

les habían sido asignados por la sociedad36. Como podremos comprobar el escrito de Wagner

se inscribe de modo patente en esta operación dirigida a conseguir, en el planeamiento de la ciudad,

“dar la palabra al arte y a los artistas, interrumpir la influencia del ingeniero que destruye

la belleza” (p. 115).

La toma de postura del autor no puede interpretarse como una defensa corporativista de la profesión;

por el contrario, está vinculada a un nuevo entendimiento de la arquitectura. Con su

Modern Architektur había ya planteado la necesidad de que la arquitectura extendiese su propia

“influencia al campo ocupado actualmente por el ingeniero, para que también aquí se satisfagan

las necesidades estéticas”37; se trataba en definitiva de transformar la técnica en cultura, y

ponerla al servicio de la vivienda del hombre. Para Wagner esta operación tenía como campo de

operaciones un lugar bien concreto, e irrenunciable, la Grossstadt convertida para él, como afirma

Samonà38, en “el centro vital de la actividad arquitectónica y la base concreta de sus escritos”.

No es extraño por ello que, cuando en el ensayo al que acabamos de referirnos examina la

práctica del arte, la mayor parte de estas páginas estén dedicadas a la Grossstadt, presentada

como principal tarea que ha de afrontar el nuevo arquitecto39.

Tras un breve prólogo que explica el origen

del texto y acota, en consecuencia, la generalidad y brevedad con la que será tratado el tema, el

discurso de Wagner se estructura en tres capítulos de contenidos bien precisos. El primero, la imagen

de la ciudad, afronta la solución arquitectónica de la gran ciudad, el segundo fija los objetivos

del plan regulador, concluyendo en la tercera pare con un examen de los aspectos económicos.

La imagen urbana

La situación de cambio producida por los avances de la técnica y de la ciencia debe ser expresada

por el arte, que “ha de adaptar el ambiente urbano al hombre que en este preciso momento

lo habita” (p. 107). No sirven de nada los lemas al uso –arte nacional, dimensión urbana de

la ciudad–, es preciso que el arquitecto sepa “distinguir y juzgar lo que es bello y viejo y lo que

es solo viejo; y no debe pensar ni en una precipitada destrucción de lo bello, ni en copiar lo que

ya existe” (p. 107).

La situación de cambio producida

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