Personajes
Enviado por vale2198 • 3 de Noviembre de 2012 • 462 Palabras (2 Páginas) • 282 Visitas
no cometió el mismo error por segunda vez: en lugar de perseguir a su marido, se puso loszapatos ajusto la puerta y se sentó en la cama a esperar.Dámaso se fue al Villar miro que la puerta solo había sido reforzada en el sitio de laargolla violada. Habían sacado un pedazo de madera del tamaño y de la forma de unladrillo, lo habían reemplazado por madera nueva, y habían vuelto a poner la mismaargolla. El resto era igual. Dámaso tiro del candado con la mano izquierda, metió el cabode la lima en la raíz de la argolla que no había sido reforzada, y movió la lima varias vecescomo una barra de automóvil, con fuerza pero sin violencia, hasta cuando la madera cedióen una quejumbrosa explosión de migajas podridas. Antes de empujar la puerta levanto lahoja desnivelada para amortiguar el rozamiento en los ladrillos del piso. La entreabrióapenas. Por último se quito los zapatos, los deslizó en el interior junto con el paquete delas bolsas, y entro santiguándose en el salón anegado de luna.El primer termino había un callejón oscuro atiborrado de botellas y cajones vacíos. Másallá, bajo el chorro de la luna de la claraboya vidriada, estaba la mesa de billar y luego elrevés de los armarios, y al final las mesitas y las sillas parapetadas contra el revés de lapuerta principal. Todo era igual a la primera vez, salvo el chorro de luna y la nitidez delsilencio. Dámaso, que hasta ese momento había tenido que sobreponerse a la tensión delos nervios, experimento una rara fascinación.Esta vez no se cuido de los ladrillos sueltos. Ajusto la puerta con los zapatos, y después deatravesar el chorro de luna encendió la linterna para buscar la cajita de las bolas detrás delmostrador. Actuaba sin prevención. Moviendo la linterna de izquierda a derecha vio unmontón de frascos polvorientos, un par de estribos con espuelas, una camisa enrollada ysucia de aceite de motor, y luego la cajita de las bolas en el mismo lugar en que la habíadejado. Pero no detuvo el haz de luz hasta el final. Dámaso miro un gato y lo enfoco con lalinterna entonces le dio un escalofrío y el gato desapareció, cuando compendio lo queestaba pasando, ya había soltado la linterna y apretaba el paquete de bolas contra el pecho.El salón estaba iluminado. Reconoció a vos de don Roque. Se enderezó lentamente, sintióun cansancio terrible en los riñones. Don Roque avanzaba desde el fondo del salón, encalzoncillos y con una barra de hierro en la mano, todavía ofuscado por la claridad. Habíauna hamaca colgando detrás de las botellas y los cajones vacíos, muy cerca de donde habíapasado Dámaso al entrar. También eso era distinto a la primera vez. Cuando estuvo amenos de diez metros, don Roque dio un saltito y se p
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