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Policarpa Salavarrieta


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2013  •  2.475 Palabras (10 Páginas)  •  502 Visitas

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Heroína colombiana de la Independencia. No existe unanimidad de criterios respecto al lugar de nacimiento de María Policarpa Salavarrieta Ríos, también conocida como La Pola. La gran mayoría de los historiadores lo ubican en la población cundinamarquesa de San Miguel de Guaduas, otros en el barrio Santa Bárbara de Bogotá y otros en la tolimense Mariquita. El hecho cierto es que la familia Salavarrieta Ríos estuvo avecindada en Guaduas, villa en la que el padre, Joaquín Salavarrieta, y la madre, Mariana Ríos, poseían una regular fortuna conseguida gracias a la agricultura y el comercio. Actividad, esta última, en la que no era difícil desempeñarse en Guaduas, pues la villa quedaba en la ruta que de Santafé conducía hacia el principalísimo puerto fluvial de Honda. Policarpa fue la quinta de siete hermanos.

Policarpa Salavarrieta

Según parece, Joaquín Salavarrieta era oriundo del Socorro y había participado en la revolución de los Comuneros de 1781. Había acompañado a José Antonio Galán cuando éste emprendió la campaña por la hoya del río Magdalena y conoció Guaduas cuando pasaron por allí, el 4 de junio de 1781, vía Mariquita. Al enterarse, el 16 de junio, que se había firmado la paz y que cada uno debía volver a su casa, don Joaquín retornó al Socorro. Sin embargo, como después de la firma de las Capitulaciones se había desatado una implacable persecución contra los participantes en la rebelión, resolvió huir con su esposa, la moniquireña Mariana Ríos.

En 1798 la familia Salavarrieta se trasladó a Santafé de Bogotá, a la parroquia de Santa Bárbara. El padre, la madre y dos hermanos (María Ignacia, la mayor, y Eduardo, el menor) murieron entre agosto y septiembre de 1802, a consecuencia de la epidemia de viruela negra que se extendió por la capital virreinal. Los afligidos hijos y hermanos tuvieron que cerrar la casa, pues estaba infectada, y buscar la forma de sobrevivir: José María y Manuel ingresaron a la comunidad agustina; Ramón y Francisco Antonio se emplearon como peones en una finca ubicada en Tena; la hermana mayor, Catarina, se hizo cargo de los dos menores, Policarpa y Bibiano, y en 1804 se residenciaron nuevamente en Guaduas, en la casa de Margarita Beltrán, hermana de Manuela Beltrán y madrina de Catarina. Al cabo de un tiempo, la mayor de los Salavarrieta contrajo matrimonio con Domingo García y sus dos hermanos fueron a vivir con ella.

A los nueve años llegó La Pola a Guaduas. Margarita Beltrán procuró su ingreso a la escuela del Convento de La Soledad. Allí aprendió a leer y escribir, estudió la doctrina y la historia española y aprendió a rasgar la guitarra y a cantar. En la modesta casa del matrimonio García-Salavarrieta era común que se alojaran ocasionales viajeros en tránsito hacia Santafé o hacia Honda, por lo que existía una constante información sobre los sucesos de España y del virreinato. Muchas familias tenían a Guaduas como lugar de veraneo y mantenían relaciones cordiales con los familiares de La Pola, en especial con la del futuro general Joaquín Acosta y Pérez de Guzmán.

Ya adolescente, Policarpa Salavarrieta se dedicó a la modistería, y poco a poco se enteró e involucró en las actividades independentistas: hacia 1809, o quizás antes, conoció a los hermanos Leandro y Alejo Sabaraín, hijos de Joaquín Sabaraín, residente en Mariquita, donde ejercía el cargo de factor de las Reales Minas. Desde un comienzo, entre Alejo y Policarpa surgió el amor y rápidamente pensaron en contraer nupcias en 1810, para lo cual Policarpa comenzó a ahorrar algunos sueldos de lo que ganaba con sus costuras. Pero los acontecimientos revolucionarios les obligaron a aplazar el matrimonio.

El domingo 22 de julio se conoció en Guaduas la noticia del grito de Independencia y de los acontecimientos que lo suscitaron y precedieron. Ante el llamado de alistamiento hecho en los pueblos para formar las milicias, tanto el cuñado de Policarpa, como su hermano Bibiano, se incorporaron al ejército en formación. Desde un comienzo Alejo Sabaraín se vinculó a las actividades de la Junta de Gobierno que se formó en Mariquita, ingresó al batallón que allí se organizó y, a principios de 1811, participó en el conflicto civil armado entre Honda y Ambalema.

El obligado alejamiento de Alejo Sabaraín impulsó a Policarpa a trasladarse a Santafé, donde fue recibida como niñera y dama de aguja, en enero de 1812, en la casa de doña María Matea Martínez de Zaldúa. Sus hermanos José María y Manuel pertenecían a la comunidad agustina, eran republicanos centralistas partidarios de Nariño y a través de ellos y de las esporádicas cartas de Alejo abrazó la causa del centralismo.

Gracias a su habilidad para la costura, visitaba frecuentemente las más encopetadas casas de la capital, lo que le sirvió para aclarar en su mente las diferencias existentes en la sociedad estamental de la época. Además conoció muy bien la ciudad, recorriendo sus barrios y parroquias.

Mientras tanto, su novio se había unido a las milicias de Cartagena, preparándose para atacar Santa Marta, en donde los refugiados españoles y criollos realistas se preparaban para reconquistar el Nuevo Reino. Hacia noviembre de 1812, en plena efervescencia de las luchas intestinas entre el Congreso y el gobierno de Nariño, apareció en la Gaceta Republicana la noticia de que "en la parte oficial se recomienda a los hermanos cadetes Leandro y Alejo Sabaraín por su valor y heroísmo".

Esa noticia muy seguramente la llenó de orgullo y la impulsó a colaborar y participar en los planes de defensa de la capital, ante el inminente sitio de los ejércitos de la Federación, todo ello con el beneplácito de sus hermanos curas, pues los padres agustinos eran los más entusiastas promotores del reclutamiento de una legión formada por jóvenes de los distintos estamentos, a cuya cabeza espiritual estaba su prefecto y capellán, fray Vicente Echeverry. El Precursor Nariño supo estimular a los agustinos: en solemne ceremonia, nombró generalísimo de las tropas a la imagen del Nazareno que se venera en su iglesia.

El sitio de Santafé fue motivo de agitación y estímulo de la imaginación popular, pues Baraya difundía rumores alarmantes (como que "todos los santafereños serían pasados por las armas" o que "había resuelto ahorcarlos en la Plaza Mayor"), para que la población desistiera de los planes de defensa; pero el pueblo de Santafé no se dejó amilanar y compuso décimas y canciones burlándose de los comandantes federalistas.

También las mujeres fueron un factor importante para mantener en alto la moral de los santafereños, pues colaboraron activamente

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