RECORTES PARA LA CATEDRA DE EPISTEMOLOGÍA CS. ECONOMICAS
Enviado por RAMON TORRES DE LEON • 24 de Agosto de 2015 • Ensayo • 748 Palabras (3 Páginas) • 97 Visitas
RECORTES PARA LA CATEDRA DE EPISTEMOLOGÍA CS. ECONOMICAS – PROF. RAMÓN – RUSS – TRELEW - CHUBUT UNIDAD Nº3 ENSAYO SOBRE LA NATURALEZA Y SIGNIFICACIÓN DE LA CIENCIA ECONÓMICA LIONEL ROBBINS The London School of Economics, Febrero de 1932. PROLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN Aunque hace algún tiempo que se encuentra agotada la primera edición de este ensayo, parece que aún se le solicita. Me he valido, por tanto, de la resolución del editor de reimprimirlo para hacer algunos cambios y mejoras que aconseja la experiencia habida desde su primera versión. Al corregir la obra no me ha sido preciso modificar en forma importante su tesis general. Las críticas han tendido a centrarse sobre mi afirmación en el capítulo vi de que las comparaciones interpersonales de la utilidad carecen de validez científica. Me temo que, sin el menor deseo de ser intransigente, aquí o en otro lado, aún no se me convence en absoluto. Sostuve que la agregación o comparación de las distintas satisfacciones de distintos individuos entrañan juicios de valor y no de hechos, y que tales juicios rebasan los límites de la ciencia positiva. Nada de lo dicho por ninguno de mis críticos me ha persuadido de que mi argumento sea falso. Por consiguiente, fuera de algunas observaciones complementarias destinadas a aclarar aún más el asunto, no he alterado esta sección. Espero que mis críticos (algunos de los cuales al parecer han supuesto que era yo una persona en verdad muy combativa) no lo consideren como gesto de reto poco amistoso. Puedo asegurarles que en modo alguno estoy sobre seguro de mis ideas. Pero no obstante la disposición de algunos de ellos a referirse a esta y otras proposiciones bien 2 conocidas con el nombre de "Economía robinsiana", no es mía esta economía, y el peso de las autoridades que la han expuesto me anima a pensar que, al menos en este caso, mis propias luces no me han hecho errar el camino. En cambio, muchos de mis críticos han deducido de mis argumentos a este respecto ciertos preceptos prácticos que yo soy el primero en repudiar. Se ha sostenido que, porque intenté delimitar claramente el ámbito de la Economía frente a otras ciencias y el de la Economía frente a la filosofía moral, recomendé, por tanto, que el economista se abstuviera de todo interés o actividad fuera de su materia. Se ha dicho-no obstante actividades que temí se hubieran tornado notorias- que yo adelanté que el economista no debería participar en la formulación de la política del país fuera de hacer un diagnóstico muy recatado y discreto de las consecuencias de las posibles medidas a tomar. Mi amigo Lindley Fraser fue incluso inducido a recomendarme, en su artículo "¿Cómo queremos que se comporten los economistas?", una conducta más social. Por ser tantos los que malinterpretaron mis intenciones, no puedo envanecerme de no haber sido oscuro. Pero sí sostengo que dije precisamente lo contrario, y, según creí, de la manera más enfática. En una nota del capítulo v, § 6, afirmé' que "argumento en favor de una mayor exactitud en la forma de presentación, no de una austeridad excesiva en el alcance de la especulación", y pasé a sugerir que los economistas tal vez tengan grandes ventajas diferenciales como sociólogos. Y en el capítulo vi, § 4, dije: "Lo anterior no significa que los economistas no debieran pronunciarse sobre cuestiones éticas, como tampoco el decir que la botánica no es la estética significa que los botánicos no deben opinar sobre la traza de los jardines. Por el contrario, es muy de desear que los economistas hayan especulado mucho sobre estos asuntos, pues sólo así podrán apreciar las consecuencias de determinados fines de los problemas que se les sometan." Me resta agregar a esto que concuerdo con el señor Fraser en que un economista que sólo es economista y no resulta ser un genio en su profesión -y qué imprudente es suponer que somos esto último- es bastante poca cosa. Convengo también en que la Economía, por sí sola, no da la solución a ninguno de los problemas importantes de la vida, y que por esta tazón una educación que consista sólo en Economía es muy imperfecta He enseñado tanto en instituciones en que se considera lo anterior como axioma pedagógico que el que olvidara recalcarlo aún más obedece a que suponía que todos lo darían por sentado. Todo lo que sostengo es que convendría mucho separar los distintos tipos de proposiciones que entrañan las diversas disciplinas
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