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Robert Louis Stevenson


Enviado por   •  14 de Febrero de 2015  •  702 Palabras (3 Páginas)  •  198 Visitas

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CARTA A UN JOVEN QUE SE PROPONE

ABRAZAR LA CARRERA DEL ARTE

Con la seductora franqueza de la juventud

me plantea una cuestión de indudable

importancia para usted y (cabe pensar también)

de cierta trascendencia para la humanidad: ¿ha

de ser o no artista? Es ésta una pregunta a la

que debe responder usted mismo; lo más que

puedo hacer por usted es atraer su atención

sobre algunos factores que debe tener en

cuenta; y empezaré, como es probable que

termine, asegurándole que todo depende de la

vocación.

Saber lo que a uno le gusta marca el

comienzo de la sabiduría y de la madurez. La

juventud es una edad totalmente experimental.La esencia y el encanto de esa época ajetreada y

deliciosa residen tanto en la ignorancia de uno

mismo como en la ignorancia de la vida. Una y

otra vez aúna el hombre joven estas dos

incógnitas, ya en un ligerísimo roce, ya en un

abrazo amargo; con un placer exquisito o con

un dolor punzante; pero en ningún caso con

indiferencia, a la cual es totalmente ajeno, o con

ese sentimiento cercano a la indiferencia, la

aceptación. Si se trata de un joven sensible, que

se excita con facilidad, el interés por esta serie

de experimentos excederá con mucho el placer

que de ellos derive. Aunque así lo crea, no ama

la belleza ni busca el placer; su objetivo será

cumplir su vida y degustar la diversidad del

destino humano, y en ello hallará suficiente

recompensa. Porque hasta que la cuchilla de la

curiosidad se embota, todo lo que no es vida y

búsqueda desaforada de experiencias ofrece

para él un rostro de repulsiva aridez que

difícilmente podrá evocar más tarde; o, de

haber alguna excepción -y el destino entra aquíen escena-, es en los momentos en que, hastiado

o ahíto de la actividad primaria de los sentidos,

revive en su memoria la imagen de los placeres

y las penas pasados. De esta suerte, rechaza las

profesiones rutinarias y se inclina

insensiblemente hacia la carrera del arte que

solamente consiste en saburear y dar cuenta de

la experiencia.

Esto, que no es tanto vocación por un arte

cuanto impaciencia para con las restantes

ocupaciones honradas, se presenta

frecuentemente aislado; y siendo así, se va

borrando con el paso de los años. Bajo ningún

concepto se le debe prestar atención, pues no es

una vocación, sino una tentación; y cuando,

hace días, su padre desaprobó de forma tan

cruda (y a mi juicio) tan certera su ambición, no

es improbable que recordase un episodio

similar de su pasado. Porque acaso la tentación

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