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Los límites éticos de la ciencia en Frankenstein de Mary Shelley (1818) y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson (1886)


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2022  •  Monografía  •  3.399 Palabras (14 Páginas)  •  142 Visitas

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Inés Rosana Quevedo

Los límites éticos de la ciencia en Frankenstein de Mary Shelley (1818) y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de  Robert Louis Stevenson (1886)

Resulta difícil encasillar en un género literario a novelas como Frankenstein y El extraño caso del Dr. Jekyll y de Mr. Hyde. Hoy estamos más que habituados a leer ciencia ficción, pero este es un término que en aquel tiempo no existía como género en sí. Podríamos decir que son novelas de terror, más específicamente terror gótico; ficción científica; moral. Lo cierto es que cualquiera de estas denominaciones estaría bien. Hay quienes se animan a decir que fue Frankenstein la primera novela de ciencia ficción, a pesar de que ya se encontraban indicios de este género en algunos textos más antiguos. Lo cierto es que si bien no podemos decir con exactitud a que género pertenecen, sí podemos asegurar que ambas son únicas y precursoras, tal es así que doscientos años después de su creación, seguimos leyéndolas, asombrándonos y analizándolas con fascinación.

La propuesta de este trabajo es comparar algunos aspectos de estas novelas que presentan características particulares y que merecen especial atención por la profundidad que esconden detrás de la trama, tomando como eje principal las consecuencias de los experimentos científicos y el arrepentimiento de sus protagonistas. En ambas novelas hay un elemento constante que destaca en varios sentidos: el dualismo. El bien y el mal, la belleza y la fealdad, lo aceptable y lo condenable. Otro de los ejes que llama particularmente la atención en estas obras son las características que distinguen a los científicos. Indagaremos en su carácter, en su fisonomía, en sus ideales, sus objetivos, sus tormentos y los sentimientos por los que van pasando con el correr de los hechos en las obras. Y por último analizaremos el tipo de narrador; ¿Quién narra los hechos? ¿Porque esa particular elección? ¿Que despierta en el lector?

Antes de comenzar con el análisis, ubiquemos ambas obras en su contexto histórico. En el caso de Frankenstein, escrita en 1818, nos encontramos en una época en que las revoluciones sacudían al mundo y despertaban interrogantes en cuanto a qué se esperaba para el futuro de cara a la innovación, la tecnología y sobre todo a lo desconocido de sus resultados. No solo la ciencia experimentaba cambios notables, la política, la sociedad, la economía, y el plano intelectual se encontraban en una vorágine acelerada que pronto dejaría sus huellas en la literatura. El romanticismo llegaba cargado de sentimientos, alejado de Dios, cercano a lo fantástico y con muchos interrogantes acerca de la vida y la muerte, tema central al cual Víctor Frankenstein procura dar respuesta. Por su parte, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde escrito en plena Época Victoriana, con el capitalismo en pleno surgimiento y la miseria asediando a los más desfavorecidos. La victoria del espíritu científico por sobre la visión religiosa que guiaba al mundo hasta entonces y que muestra las incertidumbres de delegar las responsabilidades del bien y el mal, del ser humano en sí, al propio ser humano y su razón por sobre un Dios que todo lo controla. El naturalismo y el realismo comienzan a abrirse paso, dejando atrás al romanticismo místico; sin embargo Stevenson niega este naturalismo como forma literaria y por el contrario nos lleva a hacer una lectura que nos sumerge en lo insólito, lo distante y lo sobrenatural.

El dualismo

En la Obra de Mary Shelley, el dualismo es fundamental para plantear las dos caras de la misma moneda. La historia contada por ambos protagonistas los que podrían a simple vista catalogarse de bueno y de malo, pero que gracias a este ida y vuelta de voces, nos encuentra en el final de la novela, preguntándonos ¿Quién es el bueno y quien el malo en esta historia? Comenzando por las propuestas de la naturaleza que enmarca cada una de las escenas; la infancia del protagonista transcurre en paisajes bellos, de climas agradables, generando una atmósfera de felicidad, alegría, calma y satisfacción. Incluso cuando uno creería que los inviernos sombríos serían telón de fondo para escenas de terror, amargura o tristeza, Víctor los vive con gozo. En el segundo capítulo él mismo se encarga de suavizar incluso las tormentas para sumergirnos en su feliz niñez y el amor que lo rodeaba en aquella época, sobre todo cuando introduce en la historia a su amada Elizabeth. “… los contornos sublimes de las montañas; los efectos de los cambios de estaciones; la tempestad y la calma; el silencio invernal y la vida y la turbulencia de nuestros veranos alpinos” (Shelley 2012: 33) Y así también serían sus recuerdos y añoranzas de los tiempos pasados, rodeados de paisajes maravillosos. Por el contrario, en los momentos en que se desencadena el horror, el paisaje lo enmarca y Víctor lo describe de modo tal que el lector puede sentir la cercanía del momento trágico.

El viento del sur fue disminuyendo hasta desaparecer, pero se levantó en cambio con gran violencia desde el oeste. La luna después de alcanzar el punto más alto en el cielo, empezaba a bajar, en tanto que las nubes cruzaban por debajo de ella con la rapidez del águila y amortiguaban sus rayos. Toda esa actividad celestial se reflejaba en el lago, donde habían empezado a formarse olas cada vez más inquietas y poderosas. De repente empezó a caer una furiosa lluvia (Stevenson 2007: 169) 

Se puede ver la dualidad también en las características del monstruo. Desde el primer momento la belleza es destacada como sinónimo de bondad. Víctor se jacta de haber escogido las partes más hermosas para su creación, como si eso le asegurara que la criatura sería pura bondad, pero el resultado obtenido es horrendo. Siente repulsión y asco. Desde el primer momento se siente horrorizado, asociando la fealdad con la maldad (50,51). Así, queda en evidencia la doble cara del protagonista; Víctor, un joven con un futuro prometedor, con una vida feliz y que responde a los cánones de belleza establecidos para la época, y que sin embargo juega a ser Dios y crea una criatura que según su perspectiva es un demonio. ¿Hasta dónde puede decirse que Víctor es un ser bondadoso? La criatura, de  características físicas horrendas, con la incapacidad de hablar en un primero momento, con un cuerpo de proporciones enormes y que infunde temor, pero que sin embargo demuestra sentimientos puros y deseos de pertenecer a una sociedad que lo margina, además aprende a hablar y a leer de forma autónoma, ¿hasta dónde puede decirse que la criatura es un ser maléfico por naturaleza? ¿No podríamos pensar que a raíz de los acontecimientos, es Víctor el verdadero monstruo? Tomando la idea de Bloom, del texto de De Lucena y Rodrigues, incluso podemos fundir el creador con la criatura, como dos mitades de un mismo ser, y esto lo podemos reflejar en el hecho de que incluso al hablar de Frankenstein, lo primero que viene a nuestra mente, es el monstruo, el cual, luego de leer la obra y reflexionar sobre este punto, resulta no tener nombre (Lucena Lucas, Lima Rodrigues 2017: 23). Incluso podemos nombrar aquí, la doble moral, la cara del científico prestigioso para el mundo, y los hechos aberrantes en los que trabaja, oculto y distante de los ojos de la sociedad, por supuesto, no por otra cosa más que por la conciencia de saber que sus actos serán moralmente condenables.

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