Sarmiento
Enviado por GonzaloDieguez • 3 de Julio de 2013 • 2.774 Palabras (12 Páginas) • 217 Visitas
1. Introducción
Se hace difícil escribir algo sobre un gigante de nuestra historia. Se torna problemático trazar el perfil de una personalidad avasallante y polémica, como lo fue y aún hoy lo sigue siendo don Domingo Faustino Sarmiento, protagonista sin igual de un período de turbulencias político-sociales por demás apasionante .
Que no se dijo ya, del maestro de América? Se puede agregar algo más sobre tan insigne prócer?
A fuerza de ser sincero, confieso que me tiembla el pulso al emprender tamaña tarea: describir en pocas palabras su obra transformadora.
Pero a fuerza de ser sincero, también debo agregar que me causa un placer enorme acometer el trabajo encomendado. De otra manera estaría privándome de disfrutar de su intimidad, conocer sus alegorías y sus desdichas, de valorar en la exacta dimensión su estatura de escritor , educador y estadista .
Luchar contra el atraso, la miseria y la barbarie ; pelear contra la pobreza , la ignorancia y la incomprensión , ciertamente no es tarea fácil . Esas batallas serán reservadas a los elegidos , hombres de carne y hueso dotados de una chispa divina .
Sarmiento supo estar a la altura de las circunstancias en que la vida lo colocó, el puesto del soldado que la patria le exigió, dentro y fuera de ella . Su tarea civilizadora no conoció flaquezas. Calumniado, perseguido y escarniado por la sinrazón, la enfrentó sin desmayos ni claudicaciones. Pero el destino le tenía aún reservado el mayor de los dolores que padre alguno puede soportar: la desaparición de su joven único hijo, Dominguito , como él solía llamarlo , muerto en combate en el campo de batalla .
El maestro fue plenamente consciente del contexto real de la sociedad y la cultura de su tiempo, de las fuerzas materiales e intelectuales que componían el escenario grande del siglo XLX. Las reacciones que suscitó en parte de sus coetáneos, hasta los últimos años de su existencia emprendedora y tenaz, se prosiguen en la posteridad como si el fuego sagrado de sus ideas estuviera vivo y latente. Su vida la dedicó íntegramente a construir una nueva sociedad sobre los escombros del régimen colonial, como si lo presionara constantemente el temor de dejar incompleta su tarea. El ideal de patria con un futuro promisorio lo empujaba permanentemente a trabajar sin descanso en pos de lograrlo.
Enamorado de la ciencia, como factor de transformación, lo asocia a sus planes de cambio. Siendo Presidente de la República, dirige su mirada innovadora a Córdoba, símbolo de la tradición hispánica, y produce actos deliberados de reforma, cuyos enlaces y efectos están calculados , sin embargo , para toda la nación ; funda la Academia Nacional de Ciencias , el Observatorio Astronómico y la oficina Meteorológica.
En el plano institucional , la obra de Sarmiento se mantiene en pié . Tuvo una excelencia y una vastedad ilimitada . La defendió con ardor cuando fue atacada ó se pretendió desvirtuarla .
La actitud de sus últimos años fue de vigilancia y combate , pluma en mano , y aún viejo y enfermo, pedía un lugar relevante en la vida pública para continuarla . Los odios de facción le han erosoniado en parte , y como todo lo humano sigue abierta a los cambios históricos genuinos . El problema de su vigencia ó caducidad parece encontrar una respuesta en los hechos que testimonian su presencia efectiva , no sólo en lo educativo sino en lo político-social . Algunos de los que niegan es porque discreparon y discrepan con la constitución que las expresa , síntesis de las devociones del prócer.
El legado sarmientino no es una abstracción sino un pensamiento vivo, sin simetrías académicas , que no vaciló en corregirse ó enmendarse , y es también una obra , a veces desigual , y por tanto perfectible , que lleva por dentro los rumores de la lucha que la engendró . Dividirlo, fragmentarlo, podría quebrar la imponente unidad que adquirió en el tiempo y conque sirvió y sirve a la República.
Córdoba , marzo de 2001
2. El civilizador, el estadista, el maestro.
En 1842, Sarmiento funda y dirige en Santiago de Chile en la proscripción, la primera escuela normal que se conoció en América Latina. Años más tarde desde la presidencia de la Nación envía al Congreso un mensaje redactado y firmado por su ministro Avellaneda en el que expresa que "Las Provincias no tienen maestros. La escuela requiere ante todo la presencia del maestro que es su alma y de la que depende su decadencia o progreso ".
El propósito del gran sanjuanino era principalmente combatir la ignorancia, salvar a los pueblos de la barbarie y para todo ello nada mejor que la creación de establecimientos oficiales para formar maestros.
Con la propagación de las escuelas normales, pudo resolverse en gran parte el problema del analfabetismo. De aquellas escuelas normales salieron las primeras generaciones de maestros, que mal pagados, pero con una vocación enorme de hacer patria, recorrieron de punta a punta el país inaugurando cátedras de civismo, ilustraron a grandes y a chicos sobre cosas de la tierra y por sobre todo hicieron algo grande: enseñaron a cantar el Himno Nacional y sobre los ranchos y los humildes locales escolares, enarbolaron la bandera de la patria.
La figura gigantesca del Civilizador se levantaba en cada uno de aquellos primeros y sufridos maestros, oponiendo al poder de los dictadores, otros poderes para aniquilarlos: la escuela, el maestro, el libro y el periódico; cuatro armas mortíferas que sin derramar una sola gota de sangre, podían servir para ganar mil batallas.
Esa figura gigantesca que aún hoy sigue generando vivas polémicas ese "grande entre los grandes "como dice su himno, no era otro que don Domingo Faustino Sarmiento, un maestro de escuela.
Nació Domingo F. Sarmiento un 15 de febrero de 1811, en la provincia de San Juan. Falleció un 11 de setiembre de 1888, en la República del Paraguay.
3. Su formación intelectual
Figura descollante en nuestro devenir histórico, puede afirmarse sin lugar a dudas, que el núcleo central de su pensamiento se encuentra en la generación de 1830, con las diferencias que pueden existir entre un medio cultural del interior y otro correspondiente a Buenos Aires, a lo que habría que agregar la tenacidad de su esfuerzo autodidacta. Sin estas referencias casi obligadas, no podría interpretarse la línea filosófico-positivista un tanto desdibujada, que entre los años 1880 y 1920 se desarrolla en la cultura argentina.
La comparación con Alberdi es imposible de obviar, surge espontánea y naturalmente. Sarmiento
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