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Tipo De Cambio


Enviado por   •  19 de Junio de 2014  •  5.627 Palabras (23 Páginas)  •  393 Visitas

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Política cambiaria

La política cambiara atiende el comportamiento de la tasa de cambio de divisas. Es un tipo de cambio que equilibra el tipo de cambio nominal con el tipo de cambio real. Tomando un caso particular, la escasez de dólares eleva su precio, beneficiando la exportación y por lo tanto el gobierno debería sacar dólares a circulación. Cuando hay muchos dólares en circulación, por el contrario, se cotizan a menor precio beneficiando a los importadores que compran dólares para comprar productos del extranjero. En este caso, el gobierno debería retirar dólares de circulación para equilibrar el tipo de cambio.

El tipo de cambio real es lo que se compra y con qué cantidad de dinero. Si algo cuesta 100 dólares en Estados Unidos, y eso mismo cuesta 800 quetzales en Guatemala (o moneda nacional), el tipo de cambio real es 8 x 1. La diferencia entre el tipo de cambio real y el tipo de cambio nominal depende de las acciones del Estado (que compre o venda dólares).

I. Introducción

El tipo de cambio no es un precio cualquiera. Constituye más bien una variable estratégica que decide si la economía de un país está en condiciones de crear el contexto macroeconómico necesario que permita establecer industrias competitivas a nivel internacional.

¿Por qué es una variable estratégica? Las experiencias de los años setenta y ochenta han demostrado que los tipos de cambio, cuando están muy sobrevaluados (apreciados), reducen la competitividad del país y generan inexorablemente déficits en la balanza comercial, sobre todo porque se dificulta la exportación de manufacturas y se facilita la importación de las mismas.

Además de su efecto en la forma en que se asignan recursos entre los distintos sectores productivos del país, el tipo de cambio también tiene repercusiones importantes en la forma en que la economía maneja los shocks externos. Por ejemplo, ante un shock negativo, un tipo de cambio libre absorbe una parte importante del efecto, evitando que la producción y las demás variables económicas sufran un deterioro importante; sin embargo, si mantuviéramos un tipo de cambio fijo, sería la producción la que se deterioraría.

Este artículo aborda el tema del nuevo sistema de bandas cambiarias implementado en Costa Rica desde el 17 de Octubre 2006 pero se centra en analizar las implicaciones de este régimen en los exportadores a quienes el régimen anterior de minidevaluaciones favoreció grandemente.

Para este análisis re recurrió a la investigación bibliográfica, artículos publicados en medios nacionales e internacionales y algunas entrevistas a instituciones cercadas al sector exportador.

II. Breve reseña de la Política Cambiaria de Costa Rica y su impacto en el sector exportador

La estrategia de desarrollo que Costa Rica adoptó desde los años cincuenta, mostró sus primeros síntomas de agotamiento entre 1974 y 1975, en coincidencia con una situación de crisis internacional. El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) se redujo pronunciadamente en estos años, en comparación con las tendencias históricas predominantes desde los años cincuenta; la inflación se elevó a los niveles más altos hasta entonces registrados; el déficit en las cuentas externas, en particular la balanza comercial de la balanza de pagos, se agravó de forma considerable.

En el plano económico son dos, fundamentalmente, los desequilibrios que agravaron la crisis del Estado: el déficit fiscal y el de balanza de pagos. El primero fue el obvio resultado del crecimiento del aparato estatal bajo condiciones de relativa insuficiencia de los ingresos fiscales. Los desequilibrios de la balanza de pagos eran causados por las debilidades del desarrollo de la estructura productiva, principalmente la dependencia de las importaciones frente a las limitaciones del sector exportador.

Es cierto que el modelo tuvo un notable éxito relativo que se puso de manifiesto en tasas de crecimiento económico relativamente elevadas, promedio anual del 6,5% entre los años 1963-1978, una generalizada elevación de las condiciones de vida de la población, casi la total universalización de los servicios de salud y educación; una relativa equidad social que dio base al sostenimiento de un orden social relativamente estable y pacífico; y un sistema de democracia representativa muy avanzado para el contexto latinoamericano. Pero el modelo presentaba algunos problemas y contradicciones que, en su momento, precipitaron la crisis que dio inicio en los años ochenta.

La crisis cambiaria se se manifestó mediante un proceso de acelerada y errática devaluación de la moneda. La devaluación tenía directas y muy negativas implicaciones para la industria. Recordemos que se importaba casi la totalidad de las maquinarias, equipos y materias primas que se utilizaban, de forma que la devaluación encarecía tales importaciones. La devaluación produjo, en general, un ambiente económico extremadamente inestable ya que, por su carácter errático, hacía imprevisible la evolución futura de la economía. Como consecuencia, la caída general de las inversiones desencadenó la recesión, y por ende, la caída de la producción nacional.

La devaluación fue la expresión más obvia de la situación de virtual insolvencia externa de la economía, ante la magnitud de los desequilibrios fiscal y de balanza de pagos y, en particular, ante la magnitud desproporcionada de la deuda externa. Insolvencia significa que los ingresos y la disponibilidad de divisas resultaban absolutamente insuficientes frente a las obligaciones externas (importaciones mas pagos por concepto de deuda externa), pero donde tal insuficiencia no era un fenómeno coyuntural ni transitorio, sino uno estructural y, por tanto, persistente.

Ante esta situación, optar por la libre fluctuación de la moneda era confiarse a los mecanismos automáticos del mercado para que estos llevaran a cabo el proceso de ajuste, por medio del cual se lograría reducir el nivel de consumo y gasto nacionales a la real capacidad de pago disponible.

Hubo ocasión de comprobar que ese no era si no el peor de los procedimientos posibles, ya que el mercado de divisas quedó a merced de fuerzas especulativas que actuaban prácticamente sin control alguno. Ello introdujo elementos de severa inestabilidad que agravaron el proceso inflacionario, la incertidumbre económica, el freno a la inversión productiva y la fuga de capitales. De ahí, pues, la magnitud de la crisis: caída del PIB en alrededor de un –10% en el bienio 1981-82; inflación que, en el dato anual, llegó al 65% en 1981 y superó el 82% en el 82; elevación sustancial del desempleo y subempleo de la fuerza de trabajo; caída del poder adquisitivo real de los salarios en alrededor de un 40% en relación con sus niveles más altos (registrados

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