Turismo Convencional
you1232 de Diciembre de 2013
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El turismo convencional del siglo XX
Tradicionalmente el turismo ha sido analizado desde perspectivas estructurales, derivadas del enfoque geográfico o económico. Pero la realidad cambiante de la nueva época globalizada y entramada, nos plantea la necesidad de abordar esa actividad desde los enfoques siguientes:
a) Las transformaciones mismas de los procesos turísticos y
b) La ética del turismo, asociada la sustentabilidad de los ecosistemas y a los aspectos culturales.
En este sentido, es evidente el proceso de cambios que muestra la evolución del turismo; desde su percepción como un proceso dinamizante de laeconomía, hasta un fenómeno que construye un nuevo espacio, a partir de una perspectiva individual y de sus interacciones socio-territoriales y psicosociales. El empleo del enfoque estrictamente económico, hizo del turismo un prisionero de la batería de modelos que se han dedicado a determinar su "localización", "ciclo de vida" como "producto" económico, formación de clúster turísticos y de la realización de análisis de los impactos del turismo en el resto de la economía; tales como la creación de empleos directos, la generación de efectos multiplicadores o la formación de polos de "desarrollo turístico" (Miossec y Pearce, citados por Hirenaux (2008).
El Turismo como fenómeno bidimensional
Nuestra propuesta intenta visualizar el turismo como un fenómeno social que se manifiesta en dos dimensiones (Camacaro, 2008), una de ellas seestructura con los aspectos materiales del producto turístico (paisajes, infraestructura, planta receptiva, instalaciones, servicios complementarios, y la performance técnica ejecutada por los prestadores) y la otra relacionada con los aspectos no tangibles, esto es, lo inmaterial psicológico (amabilidad, disposición al servicio, solidaridad, discreción, velocidad de respuesta, respeto al medio ambiente y a la pluralidad cultural preservando la propia, en lo cual también se presume como primordial el bienestar de las poblaciones locales) constituido por un conjunto de factores que en realidad son actitudescívicas positivas. Por tanto, conforman una ética de la actividad que deriva de una excelente formación social y ciudadana.
En este contexto, se puede inferir que para desarrollar el turismo en forma sustentable y exitosa es indispensable que la población anfitriona o receptora posea una formación ciudadana básica que se exprese en una cultura del aseo y cuidado personal, de la limpieza ambiental, que respete losderechos humanos y los principios democráticos (libertad de opinión, pluralidad de pensamiento, tolerancia racial y religiosa entre otros). Es decir, los anfitriones o comunidades receptoras deben poseer o desarrollar una ética o conjunto de actitudes universales positivas. Desde este enfoque, ese conjunto de intangibles conforman la otra dimensión del turismo que debe acompañar a la buena ejecución técnica para convertir a la "prestación de un servicio turístico" en un "servicio turístico con calidad deseable".
Por su parte, Hirenaux (2008) señala que, más allá de las consideraciones geográficas y económicas, el acto turístico es un acto individual, ejecutado en un contexto social, un acto societario, y como tal responde, primero que nada, a toda una serie de procesos -psicosociales- que se derivan del funcionamiento mismo de la sociedad que visita el turista.
Entre estos procesos pueden mencionarse aquellos que son más evidentes: la legalidad de la movilidad internacional de los individuos, (cierre o apertura de las fronteras); el eventual miedo (debido al auge del terrorismo y la delincuencia común) o la emoción de explorar otros espacios. También pueden considerarse la estructuración social y los ingresos personales (que definen la disponibilidad de tiempo y recursos financieros; dos elementos imprescindibles para el viaje), entre otros.
Además, entre los imaginarios sociales más relevantes de la época actual, podemos mencionar la "multi-residencia", como valorización de la posibilidad de residir en diversos lugares del mundo, sea en el ámbito internacional o nacional. Esta posibilidad ha provocado que en la Unión Europea, por ejemplo, una décima parte de las viviendas sean propiedades de personas que no residen habitualmente en ellas, sino que las usan como residencia "secundaria", o "terciaria" o "cuaternaria"; según sea el nivel de ingresos del propietario. Esta es una variable que se asocia al estatus social, y por ende, debe ser analizado desde esa referencia sociológica, sin abandonar la geográfica. (Hirenaux, 2008).
Los nuevos modos de hacer turismo
Si a lo anterior se le agrega la actual reducción de los tiempos y costos en los desplazamientos, lo que anteriormente era un simple fin de semana de "recuperación de la fuerza de trabajo" con pizza, cerveza y televisión, puede transformarse hoy en un escape para compras en Curacao, o un fin de semana en Aruba, lo cual le proporciona una nueva faceta a las relaciones industriales, implicando en ello la redefinición del turismo de ocio.
En este sentido, se ha podido observar una expansión sin precedentes del turismo urbano, vinculada a la oferta de la industria cultural (grandes exposiciones, conciertos, festivales, entre otras actividades) y a las prácticas consumistas urbanas. Asimismo, un contexto de este tipo ha favorecido las ofertas no convencionales de corta estancia, como los tratamientos de Spa, el turismo de aventura el turismo de salud (estético y quirúrgico) y hasta la creación de burbujas turísticas tropicales en medio del invierno europeo o estadounidense.
También, se debe considerar la premisa de que el turismo es antes que todo un fenómeno societario, y que no solo es la geografía económica(tradicional) la que debe interesarse en el mismo, sino también la geografía cultural en primera instancia, sin menosprecio de los conceptos e instrumentos desarrollados por la primera.
Por otra parte, en el marco de una profunda reestructuración de la economía hacia una mayor consideración hacia el usuario, éste ha adquirido un mayor peso en la definición de los productos turísticos: la demanda se hace más exigente, los productos suelen mejorarse y el individuo, comoconsumidor, impone cada vez más sus dictados sobre los productos que espera obtener: el interés hacia nuevos destinos o nuevas formas de hacer turismo, como las que hemos descrito en el capítulo IV y V.
Como lo señala Hiernaux (2008), el turismo tradicional de mar y playa sigue siendo una componente dominante del turismo mundial -siendo la punta de lanza del turismo convencional- sin embargo, no cabe duda que el turismo de playa se ha constituido en un complejo sistema con opciones diferenciadas, no por ello más equilibrado, más responsable socialmente o más sustentable; sino un turismo marcado por nuevas preferencias, nuevos productos impuestos en el mercado, nuevos imaginarios sociales y, en consecuencia, nuevos espacios o nueva organización de los espacios mencionados. Todo ello refleja con bastante precisión los conceptos subyacentes bajo los cuales se ha desarrollado el libro Turismo Práctico.
En otros entornos, Hiernaux y Lindón (2006) han hablado de la necesidad de una refundación de la geografía humana, sobre bases más acordes con el desarrollo de las ciencias sociales (en particular sus "giros" recientes), y de los aconte-cimientos en las sociedades actuales. Ello se puede vincular a la necesidad que hemos planteado de abordar los aspectos emocionales e intangibles desde una visión transdisciplinaria, en la que los actores turísticos del país receptor juegan un papel crucial, no solo necesario sino decisivo para el futuro de la actividad turística y su sustentabilidad (Camacaro, 2008). Al contrario de la visión masificadora de la economía y sus estadísticas, es necesario revalorizar el individuo y analizar el turismo desde las prácticas socio-espaciales de los mismos turistas, como practica de ocio, curiosidad o nuevas experiencias, asumidas por individuos con sus particularidades, imaginarios, cultura y visión del mundo.
En el proceso de asimilación del planteamiento inicial de que el turismo es antes que todo una práctica sociocultural en micro espacios, donde el turista encuentra al "otro": no se trata entonces de impactos sociales y de grandes puestas frente a frente de turistas versus habitantes locales a la manera de cierta antropología turística, sino de encuentros y relaciones que merecen un análisis desde, por ejemplo, el intercambio simbólico.
En efecto, es evidente que muchos turistas han sabido desarrollar un afecto, un apego o un sentido del lugar, susceptible de verificarse no solo en los momentos durante los cuales están presentes en el espacio turístico, sino que también alimentan a través del suvenir, de la fotografía, de largas pláticas de remembranza y de vivencias con los guías turísticos que, no por ser complementarios, son menos efectivos para marcar el lugar de manera simbólica. Sentido de lugar que, además, es esencial para lograr el regreso del turista, es decir, la "repetitividad" del viaje.
Hirenaux (2008) sugiere que puede lograrse un enfoque totalmente nuevo: mientras que la geografía estructural tradicional del turismo se plantea analizar los fenómenos a partir de información general, por ejemplo la presencia de turistas en ciertas cantidades y localizaciones; opina que el encuentro de lo micro y lo macro, solo se puede alcanzar a partir de una construcción que parta de las prácticas socio espaciales de los turistas y demás actores del turismo, por ejemplo: los guías, y anfitriones
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