VETE A LA CHINGADA
Enviado por luistar • 8 de Mayo de 2013 • 1.074 Palabras (5 Páginas) • 393 Visitas
En el capítulo 5 La ciudad en la región nos recuerda que la planificación regional nació como una teoría revolucionaria de la mano del anarquista Patrick Geddes. Mediante la planificación regional Geddes pretendía la descentralización de la industria y de la población asentada en ciudades jardín. Las grandes ciudades debían extenderse en forma de hojas de arce para posibilitar la cohesión entre lo urbano y lo rural. Las ideas de Geddes atravesaron el Atlántico, la Asociación para la Planificación Regional de América impulsada por Mumford y Stein las adoptaron como suyas. Con la llegada a la presidencia de los EE.UU de Rooselvett defensor de las ideas de retorno de la población al campo como cuna de la pureza social parecía que las reformas sociales que impulsaba la planificación regional iban a poder plasmarse. No obstante, ni en la fuerte intervención que el Estado Federal realizó en el Valle del Tenesse la política social llego más lejos de programas sanitarios o educativos. Finalmente, se puede sostener que durante el proceso de divulgación de las originales ideas de Geedes se perdió su aspecto radical. Y al final, se utilizaron los métodos de la planificación no para la descentralización, sino para conseguir una centralización más eficiente. El crecimiento de las ciudades se consideró un mal inevitable, pero se utilizaron los métodos de la planificación para evitar las deseconomías impuestas por el gigantismo urbano. El resultado fue una dignificación de las ciudades sin la realización de un cambio en la sociedad.
El capítulo sexto está dedicado al "movimiento de la ciudad bella" un urbanismo carente de carácter social, que tiene su origen en la reconstrucción de París ejecutada por Haussmann. Es el ámbito del "urbanismo de exhibición" que se concentra en lo monumental y lo superficial. Sus realizaciones se utilizaron para superar complejos colectivos de inferioridad estimular empresas o expresar el dominio colonial o racial. Sus obras se limitaron al diseño de los centros, sin preocuparse de las operaciones de realojamiento de la población pobre desplazada que se encomendaba a la sabiduría del libre mercado. Fue un urbanismo centrado en el fasto y lo monumental, olvidado de lo necesario. Tuvo adeptos entre el capitalismo financiero, los fascismos y los imperios coloniales. Su aplicación colonial no reconoció al habitante indígena (inexistente en sus planes) estaba hecha para el dominio y el dominador. Ante los gobiernos fascistas o ante el stalinismo "los urbanistas trataban de impresionar al pueblo; o, lo más probable, a su dueño".
El capítulo séptimo, La ciudad de las torres, está dedicado a la influencia de las ideas de Le Courbusier. Quizás este apartado no sea del agrado de los urbanistas que han subido a un pedestal a este autor, pues para Hall toda la obra del Gran Arquitecto es criticable. A Hall (más próximo a las ideas de los urbanistas anarquistas como Howard o Mumford) le horroriza que con Le Courbusier las casas pasen a ser máquinas para vivir que deben producirse en serie y cambien de nombre para pasar a llamarse celdas o unidades de habitación en un claro intento de asesinar el concepto del hogar y la personal idiosincracia de cada individuo; tampoco le convencen los intentos de descongestionar los centros
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