Vida De San Martin De Porres
Enviado por dianaysabel3 • 11 de Diciembre de 2013 • 3.800 Palabras (16 Páginas) • 412 Visitas
Martín de Porres
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San Martín de Porres O.P.
San Martin de Porres huaycan.jpg
Verdadera imagen de Fray Martín de Porres, pintura del Monasterio de Santa Rosa de las Monjas de Lima.
Nombre Martín de Porras
Nacimiento 9 de diciembre de 1579
Lima, Virreinato del Perú
Fallecimiento 3 de noviembre de 1639 (59 años)
Lima
Venerado en Iglesia Católica e Iglesia anglicana.
Beatificación 1837 por Gregorio XVI
Canonización 6 de mayo de 1962 por Juan XXIII
Principal Santuario Convento de Santo Domingo - Lima, Perú
Festividad 3 de noviembre
Atributos Escoba
Patronazgo Patrón Universal de la Paz
Martín de Porres Velázquez (*Lima, 9 de diciembre de 1579 – † 3 de noviembre de 1639) fue un fraile peruano de la orden de los dominicos. Es el primer santo negro de América y es patrón universal de la paz. Conocido también como "el santo de la escoba" por ser representado con una escoba en la mano como símbolo de su humildad.
Índice
1 Biografía
2 Vida religiosa
3 Santo en vida
4 Milagros atribuidos
5 Su muerte
6 Beatificación y canonización
7 Patronazgos
8 Hermandades y Cofradías
9 Bibliografía
10 Enlaces externos
11 Referencias
12 Véase también
Biografía
Martín fue hijo de un español de la Orden de Alcántara, Juan de Porres (según algunos documentos, el apellido original fue Porras) natural de la ciudad de Burgos, y de una negra liberta, Ana Velázquez, natural de Panamá que residía en Lima.
Su padre no podía casarse con una mujer de su condición, debido a su pobreza, lo que no impidió su amancebamiento con Ana Velázquez. Fruto de esta relación nació Martín y, dos años después, Juana, su única hermana. Martín de Porres fue bautizado el 9 de diciembre de 1579 en la Iglesia de San Sebastián en Lima. El documento bautismal revela que su padre no lo reconoció, pues por ser caballero laico y soltero de una Orden Militar estaba obligado a guardar la continencia de estado.
Fachada de la casa donde naciera San Martín de Porres, actualmente sede de la casa Hogar que lleva su nombre y en donde se realizan actividades de bien social.
Ana Velázquez dio cuidadosa educación cristiana a sus dos hijos. Juan de Porres estaba destinado en Guayaquil, y desde ahí les proveía de sustento. Viendo la situación precaria en que iban creciendo, sin padre ni maestros, decidió reconocerlos como hijos suyos ante la ley.
San Martín de Porres en iglesia San Jiljí en Praga.
Hacia 1586, decidió llevarse a sus dos hijos a Guayaquil con sus parientes, sin embargo, ellos sólo aceptaron a Juana quien no había heredado la tez morena de su madre por lo que después de un año Martín de Porres hubo de regresar a Lima, donde fue puesto bajo el cuidado de Isabel García Michel en el arrabal de Malambo, en la parte baja del barrio de San Lázaro, habitado por negros y otros grupos raciales. En 1591 recibió el sacramento de la Confirmación de manos del arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo.
Martín inició su aprendizaje de boticario en la casa de Mateo Pastor (quien se casaría con la hija de su tutora); esta experiencia sería clave para Martín, conocido luego como gran herbolario y curador de enfermos, puesto que los boticarios hacían curaciones menores y administraban remedios para los casos comunes. También fue aprendiz del barbero y cirujano Marcelo de Ribera, oficio en que adquirió conocimientos de cirugía menor.
La proximidad del convento dominico de Nuestra Señora del Rosario y su claustro conventual ejercieron una atracción sobre él. Sin embargo, entrar allí no cambiaría su situación social y el trato que recibiría por ser mulato y bastardo: no podía ser fraile de misa e incluso le prohibieron ser hermano lego.
Vida religiosa
En 1594, a la edad de quince años, y por la invitación de Fray Juan de Lorenzana, famoso dominico, teólogo y hombre de virtudes, entró en la Orden de Santo Domingo de Guzmán bajo la categoría de "donado", es decir, como terciario por ser hijo ilegítimo (recibía alojamiento y se ocupaba en muchos trabajos como criado). Así vivió 9 años, practicando los oficios más humildes. Fue admitido como hermano de la orden en 1603. Perseveró en su vocación a pesar de la oposición de su padre, y en 1606 se convirtió en fraile profesando los votos de pobreza, castidad y obediencia
En el convento, Martín ejerció también como barbero, ropero, sangrador y sacamuelas. Su celda quedaba en el claustro de la enfermería. Todo el aprendizaje como herbolario en la botica y como barbero hicieron de Martín un curador de enfermos, sobre todo de los más pobres y necesitados. Su fama se hizo muy notoria y acudía gente muy necesitada en grandes cantidades. Su labor era amplia: tomaba el pulso, palpaba, vendaba, entablillaba, sacaba muelas, extirpaba lobanillos, suturaba, succionaba heridas sangrantes e imponía las manos con destreza. En Martín confluyeron las tradiciones medicinales española, andina y africana; solía sembrar en un huerto una variedad de plantas que luego combinaba en remedios para los pobres y enfermos. Debió de empezar su labor como enfermero entre 1604 y 1610.
La vida en el convento estaba regida por la obediencia a sus superiores, pero en el caso de Martín la condición racial también era determinante. Aunque frecuentaba a la gente negra y a castas, nunca planteó reivindicaciones sociales ni políticas; se dedicó únicamente a practicar la caridad, que hizo extensiva a otros grupos étnicos. Todas estas dificultades no impidieron que Martín fuera un fraile alegre, sus contemporáneos señalan su semblante siempre alegre y risueño.
Su preocupación por los pobres fue notable. Se sabe que los desvalidos lo esperaban en la portería para que los curase de sus enfermedades o les diera de comer. Martín trataba de no exhibirse y hacerlo en la mayor privacidad. La caridad de Martín no se circunscribía a las personas, sino que también se proyectaba a los animales, sobre todo cuando los veía heridos o faltos de alimentos. Tenía separada en la casa de su hermana (que ya estaba casada y en buena posición social) un lugar donde albergaba a gatos y perros sarnosos, llagados y enfermos.
De todas las virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el Convento tuvo serios apuros económicos
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