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Érase una vez un niño muy guapo


Enviado por   •  6 de Mayo de 2014  •  541 Palabras (3 Páginas)  •  309 Visitas

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Érase una vez un niño muy guapo. Su padre le había hecho una capa verde y el muchachito la llevaba tan a menudo que todo el mundo lo llamaba Caperucito verde.

Un día su padre le pidió que llevara unas rosas a su tía que vivía el otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviera por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba rondando por allí la loba.

Caperucito verde recogió las flores y se puso en marcha. El niño tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la tía, pero a él no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos.

-De repente vio a la loba, que era enorme delante de él.

- a dónde vas niño? – le pregunto la loba con su voz de mujercita.

- A casa de mi tía – le dijo caperucito.

- No está lejos – pensó la loba para sí dándose media vuelta.

Caperucito puso las flores en el piso y estuvo jugando un rato con los animales: - La loba se ha ido –pensó-, no tengo nada que temer. La tía se pondrá muy contenta cuando le lleve estas hermosas flores.

Mientras tanto, la loba se fue a casa de la tía, llamó suavemente a la puerta y la señora le abrió pensando que era Caperucito. Una cazadora que pasaba por allí había observado la llegada de la loba.

La loba devoró a la tía y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucito Verde llegó enseguida, todo contento.

El niño se acercó a la cama y vio que su tía estaba muy cambiada.

- Tía, Tía, ¡qué ojos más grandes tienes!

- Son para verte mejor- dijo la loba tratando de imitar la voz de la tía.

- Tía, Tía, ¡qué orejas más grandes tienes!

- Son para oírte mejor- siguió diciendo la loba.

- Tía, Tía, ¡qué dientes más grandes tienes!

- Son para... ¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, la loba malvada se abalanzó sobre el niñito y lo devoró, lo mismo que había hecho con la tía.

Mientras tanto, la cazadora se había quedado preocupada y creyendo adivinar las malas intenciones de la loba, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la tía. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y la loba tumbada en la cama, dormida de tan harta que estaba.

La cazadora sacó su cuchillo y rajó el vientre de la loba. La tía y Caperucito estaban allí, ¡vivos!

Para castigar a la loba mala, la cazadora le llenó el vientre de piedras y luego la volvió a cerrar. Cuando la loba despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.

En cuanto a Caperucito y su tía, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucito Verde había aprendido la lección. Prometió

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