ARIEL “LAS COSTUMBRES DE LOS ECUATORIANOS”

ARIEL

“LAS COSTUMBRES DE LOS ECUATORIANOS”.- Autor: Osvaldo Hurtado. Ensayo de investigación histórica desde las postrimerías de la Colonia y la era republicana en cuanto al modo de ser de los ecuatorianos, su mentalidad, cultura, vida y desigualdades sociales, como base del Ecuador contemporáneo. Novena edición. Formato: 20 x 14 centímetros; 330 páginas. Editado por Grupo Planeta con auspicio de CORDES e impreso por Editorial Ecuador. Quito, 2009.

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Es harto difícil delinear a priori una sola causa – efecto en el estudio de la conformación de un Estado y menos de una nación. Sin embargo, el libro “Las costumbres de los ecuatorianos” es un análisis válido y sesudo como investigación socio histórica de la realidad ecuatoriana en los siglos XVIII (postrimerías de la Colonia), XIX y XX que, de alguna manera, apuntalan la realidad nacional contemporánea; señalando varias causas y efectos, de manera puntual, será por eso que la obra no es extensa, pero sí medular.

El doctor Osvaldo Hurtado Larrea, antes conocido político ecuatoriano, que llegó a las más altas dignidades, es hoy un destacado estudioso de los fenómenos sociales y políticos de Latinoamérica, pero en especial de los ligados a la realidad ecuatoriana, a más d ser un jurista y académico de honda huella. Esto le motivó, seguramente, a incursionar en esta compleja investigación cuyo producto es el libro que nos ocupa, básico para quien quiera ahondar en el conocimiento de los esquemas que delinearon nuestro fondo histórico desde la idiosincrasia social y sicológica de los ecuatorianos, o por lo menos su aproximación, acertada por cierto. Todos deberíamos leerlo detenidamente, en especial los políticos o los aspirantes a serlo. Les será de singular utilidad.

Muchos de los datos de los que el autor crea sus contenidos, se basan en las crónicas de extranjeros que visitaron el país desde hace unos 250 años, y que vieron nuestro esquema social con ojos imparciales y analíticos. Se habla, por ejemplo, de la pobre Educación impartida a solo una fracción de la población, o de una agricultura incipiente y primitiva, pero más allá una consolidación del paternalismo o la muy limitada influencia externa y la ausencia de emprendimientos. Ello y otros factores consolidaron una sociedad ignorante, sumisa, sin interés político y menos de conciencia social o patriótica.

El progreso en el siglo XIX y parte del XX entraba por Guayaquil, por su naturaleza de puerto, y muchas veces allí se quedaba sin trascender al resto. Hurtado destaca, sin embargo, que en el resto del país hay que anotar a Cuenca y Otavalo como islas de ideas progresistas, de trabajo y organización, que les valió cualitativamente para emerger frente a otras pequeñas sociedades que se rezagaron en el tiempo. Atribuye el autor, gran aporte al progreso registrado en el país, a las colonias de extranjeros que aquí se asentaron,

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