Analisis Financiero
Enviado por YarenizSanchez • 28 de Octubre de 2014 • 516 Palabras (3 Páginas) • 161 Visitas
Mucho se habla, mucho se escribe de la inseguridad, las noticias hacen su mejor mercadotecnia y la respuesta solo es el silencio y la indiferencia.
La inseguridad entre los jóvenes
¿Nos hemos preguntado si los valores que nos han sido inculcados por los padres influyen en nuestra vida?
Lo mismo son los pueblos que las ciudades, las costas que las serranías; ¿Ya no hay valores?, los niños y los jóvenes modernos vivimos desenfrenadamente; sin respeto, sin amor, sin sentimientos, sin convicciones y lo que es peor, sin metas positivas en nuestras vidas.
Actualmente vivimos en un estado de paranoia y diariamente nos enteramos de asaltos, muertes y secuestros a lo largo y ancho de nuestro país. No hay día en que no salgan publicados en los medios de comunicación hechos delictivos que afectan a muchas familias; desafortunadamente la apatía y el que estas circunstancias no nos afecten directamente nos impide reflexionar y lo vemos como algo “natural”.
¡Qué inteligentes hemos resultado mi generación y yo!
¿Eso piensa la sociedad en general?, ¿Ya cumplieron con nosotros, acallaron sus conciencias y se sintieron libres de pecados?... ¡Qué equivocados están! Los valores no se enseñan, se aprenden, se viven y no veo por parte alguna, los ejemplos solidos que me sirvan de guía y acicate permanente para ponerlos en práctica cada día de mi existencia sobre la Tierra. Porque lo que memorizo en el aula, lo derrumba la realidad que golpea mi rostro, mis ojos, mis oídos y mi ánimo todo; al traspasar el umbral de la puerta de mi escuela, donde la sociedad me enseña que el valor más grande se llama dinero, con el cual los adultos corrompen las leyes, compran conciencias, envilecen sus personas denigrándose en antros de vicio, ¡vamos! Llegan a poner precio al más divino de los valores: LA VIDA.
Los delincuentes, en su mayoría que son jóvenes de entre 15 y 25 años que desgraciadamente ya investigados provienen de hogares disfuncionales, esto los orilla a unirse a grupos delictivos, buscando la aceptación que tal vez no tuvieron en su familia.
La sociedad donde vivo me dicta que la fortaleza que debo cultivar es la resistencia a no gritar de frustración, de impotencia y desesperación, ante la ola de crímenes, de violaciones, de corrupción policiaca, del avance de drogas entre adultos, jóvenes y aun los niños.
Como prudencia he captado la capacidad que tienen los asesinos para no ser descubiertos, los ladrones para no ser atrapados, los servidores públicos para falsear documentos que parezcan auténticos y les permitan desfalcar el erario público, sin importarles sumir en una miseria cada vez más angustiante a todos mis compatriotas y después culpar de ello a los ancianos jubilados y pensionados de la banca rota del país.
Dejemos de buscar culpables y asumamos la responsabilidad de tolerar una sociedad que se fue corrompiendo y no hicimos
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